Jimmy Lai: Prisionero del Estado (China)
James A. Dorn considera que el encarcelamiento de Jimmy Lai refleja la perdida de libertad en China y en Hong Kong.
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Por James A. Dorn1
Hong Kong, una vez que una de las jurisdicciones más libres del mundo, con un Estado de Derecho que protegía la libertad de expresión y de asociación como derechos humanos fundamentales, ahora está bajo la mano directa de Beijing luego de la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional (NSL, por sus siglas en inglés) en julio de 2020. Una de las víctimas de esa ley es Jimmy Lai, fundador de la revista Next y Apple Daily, dos de las publicaciones más populares y de libre mercado de Hong Kong.
Su fuerte crítica a la NSL y su apoyo a las protestas masivas en su contra llevaron al cierre de ambas publicaciones y al encarcelamiento de Lai por “subversión”. Al hablar en contra del Partido Comunista Chino (PCCh) y sus compinches en Hong Kong y defender el Estado de Derecho y la libertad, Lai ahora enfrenta la posibilidad de cadena perpetua. Como muchos otros antes que él, es un prisionero del Estado.
En honor a su valiente esfuerzo por defender los principios que convirtieron a Hong Kong en un bastión de la libertad y su valor al hacer frente a la supresión de los principios liberales en Hong Kong por parte de Beijing, el Instituto Cato le otorgó el Premio Milton Friedman por el avance de la libertad de este año. Sebastian Lai aceptó el premio en nombre de su padre.
Jimmy Lai, al igual que otros prisioneros de Estado, entiende el papel clave que juega un mercado libre en las ideas para la libertad económica y personal. En un documental reciente producido por el Instituto Acton, afirmó: “La información es elección y libertad de elección”. Cuando el estado aplasta el libre flujo de información, no puede haber críticas a las instituciones y a los líderes actuales: las ideas equivocadas persisten y las buenas ideas son suprimidas. En consecuencia, tanto el desarrollo económico como la libertad personal sufren (ver Zhang, 2015).
Peter Bauer (1957: 113), el primer ganador del Premio Friedman en 2002, sostuvo que “el principal objetivo y criterio del desarrollo económico” es ampliar “la gama de alternativas efectivas abiertas a las personas”. Restringir el flujo de información y la libertad de expresión limita la gama de opciones abiertas a las personas, impide el proceso de descubrimiento de mercados y debilita el tejido moral de la sociedad.
El ataque de China al libre flujo de información
Cuando Deng Xiaoping comenzó a abrir China al mundo exterior en 1978, hubo tanto una liberalización económica como una apertura del mercado de ideas. Sin embargo, preservar el monopolio del poder del PCCh siempre ha sido lo primero. Aunque la libertad de expresión ahora está incorporada en la Constitución de la República Popular China (Art. 35), el Estado tiene la ventaja, como se expresa en el Art. 51: “Los ciudadanos de la República Popular China, en el ejercicio de sus libertades y derechos, no pueden atentar contra los intereses del Estado”. Esos intereses son amplios y no ofrecen ninguna garantía de libertad de expresión u otros derechos humanos fundamentales.
La represión de Tiananmen en 1989 detuvo la liberalización hasta la gira por el sur de Deng en 1992. Una de las muchas víctimas de esa represión fue Zhao Ziyang, entonces Secretario General del Partido y firme defensor de la liberalización. Cuando se pronunció a favor de un arreglo pacífico con los manifestantes, fue expulsado de su cargo y puesto bajo arresto domiciliario por el resto de su vida.
Aunque la voz de Zhao fue silenciada, su libro póstumo Prisoner of the State: The Secret Journal of Premier Zhao Ziyang (2009) se convirtió en un éxito de ventas del New York Times. En ese libro, argumentó que, si China quiere desarrollarse plenamente, debe avanzar hacia una democracia parlamentaria con un Estado de Derecho genuino y una prensa libre (págs. 270-71).
Otro enemigo del Estado Chino fue Liu Xiaobo, uno de los redactores de la Carta 08. Fue acusado de “delitos de expresión” por “incitar a la subversión del poder estatal” y encarcelado. En 2010, recibió el Premio Nobel de la Paz por su firme apoyo a la democracia y los derechos humanos, especialmente la libertad de expresión. La silla vacía en la ceremonia del Nobel simbolizó la lucha por la verdad contra el poder.
En una declaración emitida el 23 de diciembre de 2009, Liu escribió: “La libertad de expresión es el fundamento de los derechos humanos, la fuente de la humanidad y la madre de la verdad. Estrangular la libertad de expresión es pisotear los derechos humanos, asfixiar a la humanidad y suprimir la verdad”. Jimmy Lai sin duda estaría de acuerdo.
Desde que Xi Jinping asumió el cargo de secretario general del PCCh en 2012, ha habido una campaña cuidadosamente administrada para aplastar la disidencia dentro del Partido y establecer a Xi como el líder supremo. Ahora, el líder más poderoso desde Mao Zedong, Xi ha silenciado a todos los críticos, incluidos los de Hong Kong.
En enero de 2017, la policía cibernética de Beijing cerró el sitio web del principal grupo de expertos privado y liberal de mercado de China —el Instituto de Economía Unirule— así como los sitios web personales de sus académicos. El director de Unirule, Sheng Hong, en un memorando fechado el 24 de enero de 2017, señaló la hipocresía de Xi Jinping, quien habló de “dientes para afuera” sobre el libre comercio en sus comentarios en el Foro Económico Mundial, mientras reprimía la libertad de expresión en casa. Según Hong, “Como las ideas son más valiosas que las mercancías, cualquiera que verdaderamente defienda la libertad de comercio defenderá la libertad de expresión” (citado de una copia personal del memorándum). El Instituto Unirule fue prohibido permanentemente en agosto de 2019 y la voz de su cofundador, Mao Yushi, quien recibió el Premio Friedman en 2012, ha sido silenciada.
Hoy en día, el acceso a los datos económicos y financieros está restringido en nombre de la seguridad nacional, lo que dificulta que las empresas y los académicos extranjeros recopilen la información necesaria para realizar negocios en China y comprender los cambios de política (ver Wei, Kubota y Strumpf, 2023). Sin un mercado libre de ideas y acceso a bases de datos relevantes, será difícil tomar decisiones informadas y desarrollar los mercados financieros de China.
El desarrollo futuro de China
En 2015, Zhang Weiying, pionero en la transición de China de la planificación al mercado, predijo: “El futuro de la reforma de China dependerá del tipo de ideas y liderazgo que tengan los nuevos líderes, en particular el Secretario General Xi Jinping. Para tener éxito en una transición pacífica hacia una sociedad liberal, China debe deshacerse de las ideas equivocadas” (Zhang, 2015: 13). La idea errónea más grave es que la armonía económica y social proviene de la planificación de arriba hacia abajo —y no del orden espontáneo de mercados y personas libres limitadas por un Estado de Derecho que protege a las personas y la propiedad.
La mejora continua en la vida de las personas proviene del aprovechamiento de nuevas oportunidades para intercambiar bienes e ideas. En ese empeño, debe haber competencia en todos los mercados, incluido el mercado de las ideas. El sistema de partido único de China y la falta de libertad de expresión son impedimentos para el desarrollo futuro. Es por eso que Ronald Coase y Ning Wang han enfatizado que, “cuando el mercado de bienes y el mercado de las ideas están juntos en pleno apogeo, cada uno apoyando, aumentando y fortaleciendo al otro, la creatividad humana y la felicidad tienen la mejor oportunidad de prevalecer”. (Coase y Wang, 2012: 207).
La globalización y la liberalización del comercio ayudan a reforzar el libre mercado de ideas y amplían la gama de opciones abiertas a las personas, aumentando así la riqueza de las naciones. El crudo nacionalismo y el proteccionismo hacen lo contrario. Politizar el comercio y bloquear el libre flujo de información corre el riesgo de perder las ganancias de la globalización y el mercado que han beneficiado tanto a China como a sus socios comerciales.
Conclusión
El cambio en los principios que han convertido a Hong Kong en una gran sociedad —a saber, el Estado de Derecho, la no intervención y un mercado libre de ideas— ha convertido a empresarios exitosos y defensores de la libertad como Jimmy Lai en enemigos del Estado. Al silenciar a los críticos —bajo el pretexto de la seguridad nacional— tanto Hong Kong como China han sacrificado la libertad en nombre de la “estabilidad”. Revertir esa tendencia es el mayor desafío al que se enfrentan para lograr la armonía social y económica.
1es Vice-presidente para Estudios Monetarios y Académico Distinguido del Cato Institute.
*Este artículo fue publicado en ElCato.org el 14 de junio de 2023