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Querido José María,
Vivimos momentos difíciles que nos hacen pensar y actuar con urgencia. Hoy me veo obligado a escribirte no solo como un compatriota preocupado por el bienestar de nuestra Bolivia, sino también como alguien que está muy preocupado por los problemas graves que enfrenta nuestro país. La situación actual es muy seria, enfrentamos una crisis de muchas caras que afecta todo lo que somos y cómo vivimos.
Estamos en un punto peligroso de nuestra historia, donde las pocas raíces de lo que fue nuestra república están muriendo. El gobierno actual, en lugar de unirnos, ha creado más divisiones entre nosotros y ha hecho que la discriminación sea peor, lo que podría terminar dividiéndonos aún más. Sus acciones autoritarias y opresivas nos han llevado a una situación donde vivir juntos en paz y mantener nuestra democracia están en riesgo.
La crisis económica que estamos sufriendo no es solo por malas decisiones de gente incompetente, sino también por seguir un modelo que concentra el poder y los recursos en manos del gobierno central. Esto ha hecho que el gasto público y el consumo sean lo más importante, beneficiando solo a los amigos del gobierno, dejando muy poco espacio para que las empresas y las personas emprendan y hagan sus propios negocios. Muchos han tenido que volverse informales, buscando la manera de llevar adelante sus proyectos en libertad.
La justicia en Bolivia, que es esencial para cualquier democracia, es controlada por el poder político. Esto ha hecho que la gente pierda confianza en nuestras instituciones y se meta a la cárcel a muchos inocentes. Algunos porque se atrevieron a no estar de acuerdo con el gobierno. La Constitución nacida en un cuartel no es respetada ni por sus propios padres. Este control sobre la justicia no solo daña nuestra sociedad, sino que también muestra un peligroso autoritarismo. Los magistrados hacen lo que quieren, el parlamento no puede controlar al gobierno. El Presidente ya actúa como un dictador.
El centralismo impuesto ha dejado a nuestras regiones en un segundo plano, sin poder desarrollarse y aportar al bien común del país. Casi toda la plata se la agarra el gobierno y sus amigos. Esto ha limitado enormemente nuestro potencial, en un momento en que necesitamos más que nunca trabajar juntos y empoderar a todas las regiones.
Nuestras relaciones con otros países, en vez de ayudarnos, nos han aislado de aliados importantes y han puesto en riesgo nuestra independencia, alineándonos con gobiernos y países que no comparten nuestros valores ni respetan la libertad de los pueblos. Esto nos aleja de oportunidades importantes para nuestro desarrollo.
Además, el descuido total de nuestro medio ambiente y el aumento del narcotráfico, junto con la explotación ilegal de recursos con el visto bueno del gobierno, son signos de un problema muy grande que daña las bases de nuestro país, poniendo en peligro no solo nuestro presente sino también el futuro de las próximas generaciones. Estamos asfixiados, cada día menos libres, en un país donde el futuro pende de un hilo.
José María, hay más problemas de los que te he contado, y hablaré de ellos luego de manera simple. Pero ya es hora de abrir los ojos. No podemos quedarnos de brazos cruzados, viendo cómo perdemos nuestra patria poco a poco.