Escucha la noticia
Llueven más y más revelaciones (para unos) y confirmaciones (para otros), sobre los sucesos de noviembre de 2019 que añaden más picantito a la ya crónica polémica sobre el fraude o golpe que terminó con la “tocata y fuga” del cocalero en función de Presidente del estado. Más allá de los dogmas extremadamente ideologizados al respecto; desde lo jurídico que por si acaso, tiene también alcances políticos (en la cabal acepción de esa palabra), acaece que esas informaciones que a mi juicio corroboran paulatinamente lo que ya se sabía, debieran tener en conjunto, una gravitación determinante para los varios procesos penales en trámite, cuando precisamente abordan y dilucidan esos hechos.
Recordemos que desde las mismas entrañas del oficialismo, como otros ecos de la champha guerra interna; ha salido “nueva” información que corrobora datos de incluso algunos libros escritos por panegíricos del ex Presidente, que en términos grossos muestra: a) que al verse desbordado y derrotado por la masiva movilización ciudadana fruto del fraude electoral confirmado por la OEA y otros organismos; b) no se tuvo más remedio que ordenar a sus acólitos (COB, FFAA, Defensora del Pueblo, etc) le pidan a su propio Jefazo su renuncia para intentar aminorar el papelón; y, c) muy probablemente para intentar cumplir el know how venezolano cubano, de generar caos vía vacío de poder y luego esperar volver como el salvador, estilo Chávez. Ya sabemos todos como terminó esa receta.
Pues bien, probablemente lo novedoso de los últimos acontecimientos radica en que ahora con mayor precisión, esa información -insisto- proveniente desde las mismas entrañas del oficialismo, nos ofrece mayores elementos del modus operandi: ante la cruda realidad, se forzó un vacío de poder para generar caos vía pedidos de renuncia y órdenes para vacar los altos cargos de la principal línea de sucesión y, con eso, se esperaba o preparaba un retorno estilo mesiánico. Como falló ese plan y se tuvo que percutir una sucesión presidencial no muy usual precisamente por esas sistemáticas vacancias generadas, se construyó y está juzgando, con base a esa teoría del golpe.
Adviértase entonces, que lo que estas recientes informaciones corroboran, muestran los detalles de esas vacancias y sucesiones así forzadas, lo que implica y explica, que ese resultado fue voluntariamente planificado (así sea desesperadamente por el estado del arte en esos momentos) y/o generado por sus acontecimientos que se les salieron de control. Sin embargo, por mucha gimnasia verbal que se intenté, descarta jurídicamente la teoría de caso del golpe, pues en Derecho Penal, la duda debe generar absoluciones y jamás condenas.
Entonces, así las cosas: ¿Cómo se explica que en la justicia existan personas juzgadas, detenidas y hasta sentenciadas por esos hechos según tal teoría? Peor aún, un Fiscal acaba de pedir la ampliación de la detención “preventiva” (ya convertida en pena anticipada) de la principal acusada por esos hechos. Información de tal calibre que multiplica las dudas sobre el golpe debiera repercutir en ese y otros procesos armados con base a esa teoría de caso, independientemente del actual estado procesal de los procesos. Aplica pues estas célebres máximas jurídicas que consisten en que: “Ante confesión de parte, relevo de prueba” o “”Ante la duda, es preferible absolver a un culpable que condenar a un inocente”; hace siglos atrás el célebre jurista Inglés BLACKSTONE, había sentenciado: “Es mejor que diez personas culpables escapen a que un inocente sufra”.
Mientras, volviendo la cruda realidad, el sistema de justicia boliviano en tales casos -pues sería injusto generalizar- funciona en modo Shakira: está ciega, sorda y muda ante esa información completamente relevante para la teoría del caso golpe de estado y sigue metiéndole no más no sólo con las detenciones sine die sino con los procesos precisamente por esos hechos cuya teoría de caso se cae a pedazos incluso desde sus mismas entrañas, con tal de cumplir las órdenes de sus amos y jefazos y, seguir aspirando a las sobritas del banquete. “Ver una injusticia y no hacer nada, es no tener valor.” CONFUCIO