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En mis años mozos, cuando el siglo pasado estudiaba Derecho en la San Francisco Xavier de Chuquisaca, recuerdo haber llevado en la materia de Derecho Penal y con base al libro del insigne Jurista Chuquisaqueño Manuel Durán Padilla, el principio de justicia mundial, por el que se pretendía hacer justicia en ámbitos universales. En esas épocas, con el mundo aún no tan globalizado como ahora, sonaba a una suerte de fantasía pensar que una persona podría ser perseguida allende de su país o continente.
Años más adelante, celebramos que el tirano chileno Pinochet se haya llevado por lo menos un susto al ser detenido en Londres, requerido por la justicia española; un atisbo ya de aquella justicia mundial, la que paulatinamente empezó -con el antecedente de los históricos Juicios de Nuremberg- a pergeñarse con el futuro establecimiento de la Corte Penal Internacional mediante el Estatuto de Roma, destinado a juzgar a criminales de guerra, genocidio, agresión y lesa humanidad. Una suerte de Código Penal Universal.
Y aunque esa jurisdicción universal está aun en desarrollo y enfrenta problemas competenciales porque las grandes potencias guerreras no lo han ratificado sometiéndose voluntaria y soberanamente a su jurisdicción, hoy en el mundo completamente globalizado que encuentra también reflejo en la ciencia del Derecho, no resulta exagerado sostener que el mundo es cada vez menos seguro para tiranos, criminales de guerra u otros especímenes que avergüenzan a la humanidad. Albricias!!!
Y si no, preguntémosle a Putin, flamante criminal de guerra requerido en el marco de su agresión a Ukrania, cuando la Sala de Cuestiones Preliminares de la CPI ha confirmado que existen motivos razonables para creer que el Putin y su cómplice Lvova-Belova tienen responsabilidad penal por la deportación y el traslado ilegal niños ucranianos a la Federación Rusa, lo que configura: a) la deportación o el traslado ilegal o el confinamiento ilegal y, b) el traslado, directa o indirectamente, por la potencia ocupante de parte de su población civil al territorio que ocupa o la deportación o el traslado de la totalidad o parte de la población del territorio ocupado, dentro o fuera de ese territorio; crímenes previstos bajo el catálogo de delitos de guerra en el Estatuto de Roma. Los hechos presentados por la Oficina del Fiscal, consisten en la deportación de al menos cientos de niños sacados de orfanatos y hogares de cuidado infantil, los que entre otros, demuestran la intención de sacar permanentemente a estos niños de su propio país, cuando esos niños ucranianos eran personas protegidas en virtud del Cuarto Convenio de Ginebra.
Aunque parece sumamente difícil, al menos por el momento, se logre ejecutar las órdenes de captura del tirano ruso y su cómplice y, sentarles en el banquillo de acusados ante la CPI, el Fiscal Khan ha desafiado a la humanidad, sosteniendo: “Quienes creen que es imposible, no entienden la historia”, remitiéndose precisamente a los antecedentes históricos de la justicia penal internacional, cuando en otros tiempos se logró juzgar a los nazis y otros criminales, en su momento supuestamente intocables, pensando que estaban por encima de las leyes y la justicia. Amanecerá y veremos…
Mutatis mutandis, el mismo día se tuvo también conocimiento de una nueva comunicación desde la COMISION INTERAMERICANA DE DDHH por la qué dentro de la petición del caso de la Masacre de La Calancha contra Bolivia, se reiteraba que el caso estando ya en fase de fondo, está listo para el informe respectivo que será emitido en cualquier momento. Así el estado del arte de la petición, se estima sin caer en la phajpakería, que resultará en la presentación del caso (acusación) ante la CORTE IDH por la vulneración de un conjunto de DDHH en esa masacre perpetrada contra el pueblo chuquisaqueño, por haber cometido el ”pecado” de reclamar lo que nos corresponde.
Muy buenas noticias entonces para la Justicia. Y es qué en este mundo globalizado, la justicia está también completamente globalizada y, afortunadamente, este orbe ancho y ajeno resulta cada vez un lugar menos seguro para los tiranos violadores de DDHH, que no pueden ya poner su bota sangrienta fuera de sus territorios, sin el riesgo de terminar rindiendo cuentas por sus crímenes contra la humanidad.
Aunque todavía resta mucho por hacer y habrá muchas dificultades por el poder que aun gozan -el que al final del día siempre deviene en efímero- la justicia mundial esta empezando a hacer sentir el peso de su espada, venciendo esos delirios de impunidad eterna: “NO HAY NADA TAN PELIGROSO COMO LA IMPUNIDAD, AMIGO MÍO, ES ENTONCES CUANDO LA GENTE ENLOQUECE Y SE COMETEN LAS PEORES BESTIALIDADES, NO IMPORTA EL COLOR DE LA PIEL, TODOS SON IGUALES.” Isabel ALLENDE