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Hay momentos en la historia, en que el destino se juega en una batalla trascendental, el pueblo decide luchar porque no prestaron atención a sus peticiones y no tiene más opción que defender sus derechos y cohesión social. Por su futuro, resuelve enfrentarse a las manipulaciones del régimen autoritario, que hizo del centralismo burocrático y del etnicismo trivial, su plataforma de gobierno.
La movilización por el censo 2023 empieza a crecer. El descontento, desengaño y frustración, terminaron agotando la paciencia de la gente, que serenamente aguardó a que se cumplan las leyes y obligaciones inherentes a la planificación económica y distribución justa de recursos.
La respuesta del gobierno es preferir sus mezquinos intereses y manipular a títeres regionales, municipales y sindicales. El poder necesita de lacayos para controlar el país y enroscarse en el poder. Solo le interesa evitar el resquebrajamiento del denominado bloque nacional popular, por ello privilegió las reuniones y acuerdos —patrañeros y prebéndales— con la Federación y las cooperativas mineras. Son parte de su lechada, de su esencia identitaria; “son de los nuestros”, expresan ellos. Lo que no captan ciertos alcaldes y gobernadores timoratos, es que no integrarán jamás el espacio de poder masista. Tienen el pecado de su origen. Serán manipulados y estrujados mientras les sean útiles.
Encerrado en su terquedad, el oficialismo no alcanza a entender que la impresionante movilización ciudadana el día del Cabildo, se produjo por el compromiso con la democracia, la libertad y el bienestar nacional. El pueblo está cansado de las arbitrariedades y perpetuo desprecio de las autoridades nacionales. La congregación fue espontanea, sin convocatoria de un líder carismático o partido político —marginales en los acontecimientos—. La ciudadanía se concentró con la determinación de continuar viviendo en una sociedad libre, tolerante, productiva, competitiva y con igualdad de oportunidades; donde cabe todo el que desea integrarse.
Con la astucia que caracteriza a Evo y sus secuaces, aprovechan este delicado momento para chantajear al gobierno, quieren un trozo del pastel gubernamental, lo vienen reclamando hace más de un año; tienen la mejor oportunidad para doblegar a sus esquivos partidarios en estos tiempos de conflicto. Es la política que identifica al caudillo cocalero, aspira saciar la ambición de poder de sus allegados y desea ofrecerles una parte del Estado, como botín de guerra.
Una vez más, el oficialismo define este momento como el de la gran confrontación, no está dispuesto a tranzar o acordar con actores políticos y gremiales que no pertenecen a su constelación político identitaria. Devotamente el presidente Arce, se aferra minuciosamente al estilo populista: purgando a los adversarios y señalándolos como golpistas y enemigos del proceso de cambio.
Crea un clima bélico y construye un relato, incorpora a esta tenebrosa operación a sus opinólogos y medios de comunicación venales. Dispone toda su artillería para polarizar el país mediante: grupos de matones, actividades paralelas, discursos agresivos —cargados de mentiras—, divide las instituciones —Gobernación y Municipio—, y se coloca en posición de agredido/víctima de un plan desestabilizador.
En esta perversa lógica de poder absoluto, el régimen decide trasladar adeptos y funcionarios públicos para producir un conflicto de magnitud. Necesita tener la justificación que le permita descabezar a las instituciones y anular a las autoridades regionales. Este modus operandi no es nuevo, lo vimos en El Porvenir, Sucre, Hotel Las Américas, Los Yungas, Adepcoca, El Alto, y en otros sitios.
Al régimen le preocupa que la exigencia del censo 2023, se amplíe a otras regiones y se convierta en una causa nacional. Es muy importante que el paro indefinido no asfixie ni fatigue a la población. Debe ser un ejemplo de resistencia civil no violenta, con movilizaciones innovadoras, solidarias y efectivas. Hay que evadir la confrontación cruenta que ansía el centralismo autoritario.