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Por Martín Krause1
No es esto el resultado de una investigación, sino de una sensación. Y es la siguiente: ¿Está estancada la ciencia económica? ¿Puede estar alcanzando un límite en el cual el beneficio marginal de un nuevo aporte científico no alcanza a cubrir el costo marginal de desarrollarlo? ¿Es como el Universo, que se expande, pero cuya expansión tiene un límite donde no sabremos qué va a pasar?
Me da la sensación de que hay ciencias que tienen todavía un enorme camino de desarrollo por delante. Por ejemplo, las ciencias ambientales, las ciencias cognitivas, pero hay otras que ya han hecho un gran desarrollo cubriendo buena parte de su territorio. ¿Puede que eso esté ocurriendo en la economía?
Digo que esto es una sensación porque no encuentro en estos momentos esos grandes referentes que movían el umbral de la teoría. ¿Quiénes son los Hayek, Friedman, Mises o incluso Pareto, Samuelson, de la actualidad?
No tengo muchas formas de demostrar esto, pero tomemos los ganadores del Premio Nobel en los 90s
1991: Ronald Coase; «Por su descubrimiento acerca del significado de los costes de transacción y los derechos de propiedad para la estructura institucional y funcionamiento de la economía».
1992: Gary Becker; «Por extender el dominio del análisis microeconómico hacia nuevos dominios del comportamiento y de las relaciones humanas, incluso más allá de los límites del mercado».
1993: Robert Fogel y Douglass North; «Por renovar la investigación de la historia económica, aplicando teorías y métodos para explicar los cambios tanto económicos como institucionales».
1994 John Forbes Nash, Reinhard Selten y John Harsanyi; «Por sus análisis del equilibrio en la teoría de juegos no cooperativos».
1995 Robert Lucas; «Por desarrollar la hipótesis de las expectativas racionales, que transformó el análisis de la macroeconomía y permitió profundizar en el conocimiento de la política económica».4
1996 James Mirrlees; «Por sus contribuciones a la teoría económica de los incentivos bajo la información asimétrica».
Son contribuciones teóricas, si bien al mismo tiempo reflejan en parte la expansión de la teoría económica hacia otros territorios, como el derecho, el comportamiento humano, la historia. Unos años antes encontramos al avance de la teoría hacia la ciencia política (Buchanan, 1986), más adelante hacia la psicología (Kahneman, 2002).
¿Esos avances hacia otros territorios son una muestra de que el territorio propio de la teoría económica ya ha sido bastante recorrido y queda poco por innovar? ¿Acaso habrá otra teoría de los precios, u otra teoría monetaria sobre la relación entre la moneda y los precios? ¿Dónde está el margen para la innovación en teoría pura?
Por supuesto que es ridículo afirmar que no lo hay, para eso están los genios, que ven esas oportunidades. No es mi caso. Simplemente sigo lo que parece estar ocurriendo y no parece teóricamente innovador. Veamos los últimos premios Nobel:
2013 Eugene Fama, Lars Peter Hansen y Robert Shiller; «Por su trabajo en el análisis empírico de precios de posesiones capitales».
2014 Jean Tirole; «Por sus análisis sobre el poder y las regulaciones del mercado».
2015 Angus Deaton; «Por el análisis sobre los sistemas de demanda, el consumo, la pobreza y el bienestar».
2016 Oliver Hart y Bengt R. Holmström; «Por sus contribuciones a la teoría de los contratos».
2017 Richard Thaler; «Por sus contribuciones a la economía conductual».
2018 William Nordhaus; «Por integrar el cambio climático en el análisis macroeconómico de largo plazo».
Paul Romer; «Por integrar las innovaciones tecnológicas en el análisis macroeconómico de largo plazo».
2019 Abhijit Banerjee; Esther Duflo y Michael Kremer; «Por su enfoque experimental para aliviar la pobreza global».
2020 Paul Milgrom y Robert B. Wilson; «Por mejoras en la teoría de las subastas e invenciones de nuevos formatos de subastas».
2021 David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens Lemley; «Por sus contribuciones empíricas a la economía laboral».
2022 Ben Bernanke; «Por sus contribuciones metodológicas a la investigación sobre bancos y crisis financieras».
La referencia explícita a teorías se encuentra solamente en dos casos (contratos y subastas 2020), el resto son a trabajos empíricos o metodologías. Debo decir que las contribuciones de algunos de ellos (no las conozco a todas), me parecen muy interesantes (Deaton, Thaler, Hart, Milgrom en business economics, Shiller en el mercado de ideas).
Donde he visto una gran efervescencia teórica y empírica es en el desafío que se planteara a un supuesto básico y fundamental de la teoría económica: la racionalidad. Tal vez imperceptiblemente para muchos el concepto de racionalidad derivó a una estrecha visión de racionalidad como maximización de resultados, en muchos casos monetarios. Tal vez también esto se vio impulsado por el desarrollo de la Teoría de los Juegos donde los equilibrios son en buena medida resultados numéricos. La economía experimental mostró que las personas no actúan como la teoría, vista desde esa perspectiva, lo afirma. Los experimentos con el Juego del Ultimátum, Juego del Dictador, Juego de la Confianza y otros mostraron claramente que la gente actúa en base a otros fines y se abrió entonces todo un mundo de exploración en relación a la cooperación social. Un tema de sumo interés porque incluye el estudio y análisis de la cooperación social voluntaria.
Todo este campo ha tenido un explosivo crecimiento en las últimas décadas, pero desde la perspectiva de una teoría subjetiva del valor no plantea un desafío y es compatible con sus conclusiones. O sea que expande el área de la constatación empírica y corrige un desvío que no debería haber ocurrido, pero dentro de los desarrollos teóricos ya realizados desde la Ilustración.
Una segunda tendencia que estaría afectando las contribuciones teóricas se refiere a la “corrección política” de los temas que se tratan, la cual parece haber invadido todo el campo académico, del cual la economía no está exenta.
Recientemente tuvo lugar una reunión de la prestigiosa American Economic Association (AEA)-Allied Social Science Associations (ASSA) en New Orleans. Comenta Ryan Bourne, quien ocupa la R. Evan Scharf Chair for the Public Understanding of Economics at Cato:
“Para resumir: hubo aproximadamente tres veces más sesiones con artículos sobre raza, género y clima que sesiones sobre temas de inflación o crecimiento. Para la conferencia en su conjunto, eso significa que el 13,2 % de todas las sesiones trataron cuestiones de género, el 12,6 % el clima, el 12,4 % la raza, frente a solo el 4,4 % de la inflación y el crecimiento (algunas sesiones incluyeron más de uno de estos temas enumerados).”[2)
1Miembro del Consejo Académico de Libertad y Progreso. Doctor en Administración por la Universidad Católica de La Plata y Profesor Titular de Economía de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA. Sus investigaciones han sido recogidas internacionalmente y ha publicado libros y artículos científicos y de divulgación. Se ha desempeñado como Rector de ESEADE y como consultor para la University of Manchester, Konrad Adenauer Stiftung, OEA, BID y G7Group, Inc. Ha recibido premios y becas, entre las que se destacan la Eisenhower Exchange Fellowship y el Freedom Project de la John Templeton Foundation.
[2] https://ryanbourne.substack.com/p/are-mainstream-economists-out-of?publication_id=1038460&isFreemail=true
*Este artículo fue publicado en libertadyprogreso.org el 02 de febrero de 2023