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La historia la absolverá

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El único “crimen” de Jeanine Áñez ha sido haber osado asumir el poder político en su condición de mujer, algo inconcebible en la cabeza de los “machos” (Evo Morales y Álvaro García Linera) que huyeron dejando el país a punto de incendiarse. Evo Morales reveló que el juicio ordinario y la condena de 10 años contra Jeanine Áñez Chávez se decidió en una reunión política del MAS, y tenía el objetivo fundamental de blanquear el monumental fraude electoral del 20 de octubre de 2019.

La sentencia condenatoria no era el fin de este episodio sino el medio para seguir insistiendo en la posverdad del golpe de estado y esconder la delincuencial manipulación de los resultados de las elecciones generales de octubre de 2019. Sin embargo, una sentencia (política) no puede cambiar la historia, menos borrar los hechos —ilegales, inconstitucionales y criminales— que sucedieron en los comicios de 2019.

El monumental fraude electoral se hizo en presencia de más de 100 veedores internacionales de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea. Los veedores compartieron la “escena del crimen”, esto es, el cambio de tendencia en favor de la segunda vuelta hasta el 83% del conteo nacional. Y como se temía, el corte abrupto del conteo por más de 20 horas, hizo que “ganara” el candidato oficial Evo Morales. El MAS planificó rigurosamente el crimen, con meses de anticipación, recursos económicos abundantes y el soporte tecnológico de última generación. El gobierno de Evo Morales aceitó toda la maquinaria estatal y montó una campaña exponencial para anestesiar al electorado de que todo era democrático y constitucional. El gigantesco fraude electoral, provocó un profundo malestar en la ciudadanía, especialmente en los jóvenes tanto en Bolivia como fuera de nuestras fronteras.

La expresidenta (detenida desde el 13 de marzo de 2021) recibió un país literalmente ardiendo y al borde de la guerra civil. El MAS no estaba dispuesto a dejar el poder en manos de la reducida bancada Unidad Demócrata y del Partido Demócrata Cristiano. En medio de este polvorín, el extinto monseñor Eugenio Scarpellini, obispo de El Alto, y el señor León de la Torre, embajador de la Unión Europea, convocaron a un diálogo político. Al encuentro asistió por el MAS, Adriana Salvatierra, los expresidentes Carlos Mesa y Jorge Tuto Quiroga, Samuel Doria Medina, Jerjes Justiniano Atalá, en representación de los cívicos, Oscar Ortiz de la Unidad Demócrata, y Carmelo Angulo, el experimentado diplomático español. Los dirigentes del MAS exigían garantías para Evo Morales.

En simultáneo Jeanine Áñez Chávez pactó una agenda muy concreta con el Movimiento al Socialismo para salvaguardar la transitoriedad: La designación del nuevo Tribunal Supremo Electoral, convocatoria a nuevas elecciones generales y la pacificación social del país. Pero como el principal reto era pacificar el país, después de complejísimas negociaciones, Jeanine Áñez logró la Ley 1266 de 24 de noviembre de 2019, que dejaba sin efecto legal “las elecciones generales realizadas el 20 de octubre de 2019 y sus resultados” y la realización de “nuevas elecciones generales… para el periodo de mandato constitucional 2020-2025”.

El ascenso como presidenta del Estado de Jeanine Áñez fue acordado, en efecto, con la bancada del MAS. Sin embargo, el oficialismo siguió repitiendo la narrativa del golpe y ha buscado la forma de cargarle todo a ella, incluso, la pandemia y sus secuelas. La exmandataria ha podido cometer gravísimos errores políticos (incluso hechos reñidos con la Ley), pero nada justifica su condena, por un hecho punible inexistente y cargándose las garantías del debido proceso.

La Constitución y la Convención Americana sobre Derechos Humanos establecen que toda persona tiene derecho a ser oída por una autoridad jurisdiccional competente, independiente e imparcial…” El aberrante proceso contra Jeanine Áñez solo buscaba tapar el “megafraude” de los huidos. Pero, ¿por qué tanta bronca y perversidad política contra Jeanine Áñez? ¿Por qué el MAS instrumentalizó el aparato del Estado para condenar a la exmandataria?  Todo esto fue posible porque se trataba de una mujer indefensa, sin partido político y, de yapa, simpática y del oriente boliviano. El nuevo gobierno tiene que reparar esta terrible injusticia (y con urgencia) no solo de Jeanine Áñez sino de todos los presos y perseguidos políticos.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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