La nueva política
La nueva política se impone, no solo porque están obsoletas las ideologías del siglo pasado, sino, porque cada día los celulares son más sofisticados, está apareciendo la computación cuántica, se desarrolla la robótica, los antiguos mitos se derriten en una sociedad que los licua con memes y juegos, dentro de una lógica que no logramos descifrar. Está presente en la región desde hace años, pero la mayoría de los analistas y políticos tradicionales se resisten a verla.
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Hace un año analizamos la perspectiva electoral de Uruguay y parecía incuestionable que pasarían a la segunda vuelta los candidatos del Partido Nacional y del Frente Amplio. Uruguay tiene una democracia estable, con presidentes preparados, respetuosos de las instituciones, es envidia de los latinoamericanos que preferimos una democracia representativa formal. No parecía buen lugar para candidatos novedosos.
El Partido Nacional, es uno de los más tradicionales del país. Durante los últimos años llevó a la presidencia a Luis Lacalle Pou, hijo de Luis Lacalle de Herrera, presidente de la república desde 1990. El presidente, viene de una estirpe de lideres políticos, su desempeño ha sido bien visto por la comunidad internacional. En las internas de su partido ganó la candidatura Álvaro Delgado, secretario de la presidencia, que ofrece la continuidad.
El Frente Amplio existe desde 1971, agrupa a una serie de fuerzas de izquierda y se convirtió en el opositor más importante del Partido Nacional. Tabaré Vázquez y José Mujica fueron un ejemplo de lo que puede ser una izquierda civilizada en estos tiempos y consolidaron una fuerza que, en estas elecciones, ocupa el primer lugar en las encuestas, con su candidato Yamandú Orsi.
El Colorado es el otro partido tradicional del país, con una antigüedad de 188 años. Se vino abajo después de los gobiernos de Julio María Sanguinetti y de Jorge Batlle, quedando dese 2004 como la tercera fuerza política del país. Hasta hace pocos meses nadie mencionaba que podía ir a la segunda vuelta y peor aun, ganar la presidencia de la República Oriental.
En las internas coloradas ganó la candidatura un personaje nuevo, Andrés Ojeda Spitz, abogado penalista que cobró notoriedad mediática por los casos con impacto público en que trabajó. Participó en programas de TV y sabe cómo manejarse bien en los medios. Como se dijo siempre en la consultoría política, no hay asesores que “ponen” a presidentes o los manejan. El mérito, o la culpa del éxito, o la derrota de una campaña es ante todo del candidato. Ojeda ha demostrado ser un dirigente capaz de conducir su campaña con extraordinario éxito.
Todo esto relacionado con un cambio que hemos sufrido los seres humanos por la Tercera Revolución Industrial
Siendo claro que el primer lugar lo ocupa el Frente Amplio, el candidato colorado se ha aproximado peligrosamente al candidato Nacional y podría pasar a la segunda vuelta. Como sabemos los analistas políticos, los candidatos que aparecen de pronto, y llegan al balotaje, tienen alta posibilidad de ganar la presidencia. Con las cosas como están, si Ojeda llega a la segunda vuelta, puede ganar las elecciones, o por lo menos quedará posicionado como uno de los políticos más importantes del Uruguay.
Además de sus méritos personales, el ascenso de Ojeda se explica porque hace una campaña moderna, usando las herramientas de la política y la comunicación de los nuevos tiempos. Vale la pena mirar en las redes sus piezas de comunicación absolutamente rupturistas, que sorprende que impacten en un país de cultura conservadora como Uruguay.
Algunos dicen que la nueva política triunfó en Argentina con Javier Milei, porque el desprestigio de Alberto Fernández rebasó todos los límites. La fuerza de Ojeda de Uruguay demuestra que puede avanzar también, cuando se hace con inteligencia, frente a un gobierno exitoso como el de Lacalle Pou. Esto es algo difícil de percibir para el círculo rojo y los políticos antiguos, pero está relacionado con algo profundo: el cambio que hemos sufrido los seres humanos por la Tercera Revolución Industrial. La nueva política se impone, no solo porque están obsoletas las ideologías del siglo pasado, sino porque cada día los celulares son más sofisticados, está apareciendo la computación cuántica, se desarrolla la robótica, los antiguos mitos se derriten en una sociedad que los licua con memes y juegos, dentro de una lógica que no logramos descifrar.
En algunos países como Colombia el cansancio con el pasado se expresó llevando al poder a un candidato no conservador ni liberal, por primera vez en dos siglos. En Perú eligieron a Pedro Castillo, porque era el candidato más distinto de los “políticos de siempre”. Fueron casos de cambio espontáneo.
El caso de Ojeda es distinto. Es un político preparado, que sabe usar las nuevas técnicas para conseguir sus objetivos. Su estratega es un graduado de la GWU, Alexei Sanmartin, quien ya tuvo éxito como estratega del PSOE en España en las últimas elecciones. Pertenece a una nueva generación de consultores profesionales que tienen un papel cada vez más importante en la apolítica de la región. Lo conozco bien, hemos tenido mucho contacto académico y creo que es un gran apoyo para Ojeda.
Ahora, los candidatos saben interpretar los nuevos tiempos, y usan el apoyo de la estrategia y el análisis científico
Un político peronista, de gran trayectoria, pero actualizado con la comunicación contemporánea, decía que las carreras las ganan los mejores pilotos, pero que también tiene un papel importante la calidad de los vehículos y los técnicos que siguen la competencia con herramientas electrónicas para apoyar al conductor. Eso son los asesores: no protagonizan la campaña, pero son un pilar importante en la sombra.
La nueva política esta presente en la región desde hace años aunque la mayoría de los analistas y políticos tradicionales se resisten a verla. Gabriel Boric es un político capaz, representa en muchas cosas a una izquierda moderna, que no tiene que ver con los piratas del Caribe. Cuando ganó las elecciones desplazó a las dos fuerzas que habían gobernado Chile desde el fin de la dictadura. Llegaron en segundo y tercer lugar José Antonio Kast y Franco Parisi, que tampoco pertenecían a esas fuerzas. Sus estrategas fueron dos graduados de la George Washington University, su campaña rompió los moldes de la política tradicional.
En Argentina Mauricio Macri formó el PRO en 2005, y ganó todas las numerosas elecciones en las que participó o apoyó durante cinco lustros hasta 2019 cuando perdió la reelección con el 41% de los votos. Quedó posicionado para volver al poder, si Alberto Fernández terminaba mal su período. Cuando podía jugar su segundo tiempo, se convirtió en político tradicional, dejó de lado la estrategia, dejó de escuchar al equipo que estuvo en su mesa chica, de usar las herramientas que lo ayudaron a conseguir tantos logros. En vez de volver al poder, sufrió derrotas en todos los escenarios. Sigue siendo el inteligente piloto de siempre, pero maneja una patineta.
Cuando el PRO, que era el corazón del Cambio, abandonó ese espacio, apareció Javier Milei quien lo ocupó con vitalidad. El libertario tiene una gran capacidad para comunicarse en la sociedad hiperconectada, hizo una campaña original. Aunque nadie apostaba diez centavos por su triunfo dos años antes de la elección, ganó ampliamente. Tenía en su equipo personas preparadas académicamente, que piensan, que conocen cómo comunicarse en la sociedad de la red. Milei no es un loquito suelto, tiene estrategia. De otra manera no se podría explicar lo que ocurre.
En Ecuador, después de una amplia derrota en la primera vuelta electoral frente al candidato de Correa, Guillermo Lasso ganó las elecciones presidenciales dando vuelta un resultado que parecía inconmovible. La estrategia disruptiva desarrollada con el apoyo de consultores de la GWU, ayudó al triunfo de alguien que supo ser un gran candidato. En las siguientes elecciones ganó la presidencia Daniel Noboa, graduado en la GSPM quien tuvo una estrategia profesional armada por él mismo. Actualmente encabeza las encuestas para la reelección, frente a una candidata del correísmo que vive el ocaso del socialismo del siglo XXI.
Esa corriente que fue la vanguardia del cambio hace veinte años, envejeció a la velocidad de los eventos de la sociedad líquida. Los dictadores militares del Caribe tienen cada vez más rechazo interno y externo. El fraude de Maduro en las últimas elecciones es evidente, su gobierno se mantiene por la falta de estrategia de sus opositores que, como en la presidencia de Guaidó, acumulan reconocimientos externos, mientras no logran el control del país. Ortega es un comandante que saquea Nicaragua hasta hacerla competir con Haití en la cola de los países latinoamericanos.
En Bolivia, Luis Arce bate todos los récords de mala evaluación que haya tenido un gobierno en los últimos cincuenta años, mientras un Evo Morales debilitado, es acusado de haber abusado de una menor hace años, y presenta como prueba de descargo la confesión de su delito: reconoció a la criatura que nació por la violación.
Rafael Correa y miembros de su entorno aparecen constantemente acusados de delitos en Ecuador. Ahora, el gobierno norteamericano le quitó la visa, acusándolo de haber cometido irregularidades cuando fue presidente. Perdió la frescura del tiempo en que fue el líder del cambio, es otro político del pasado.
Las viejas ideologías se desmoronan mientras se impone una nueva política, con candidatos que saben interpretar los nuevos tiempos y usan el apoyo de la estrategia y el análisis científico.
En este momento hay varias iniciativas para estudiar esas nuevas técnicas. En Argentina tenemos un buen número de graduados de la GWU que ocupan cargos importantes en la política y en Universidades. Algunos, encabezados por un graduado, Francisco Echarren, están organizando un posgrado en la Provincia de Buenos Aires. Otro de los posgraduados, profesor de la UBA, tiene una iniciativa en el mismo sentido.
En la Universidad del Sur del grupo Perfil, dictaremos con Santiago Nieto, el próximo año, nuestro primer curso online sobre Estrategia Política, como primer paso para el posgrado que estamos organizando, que probablemente tendrá una semana presencial en Buenos Aires y otra en México. Queremos tener el mejor posgrado del mundo, accesible a latinoamericanos de todos los países, que quieran ser consultores o políticos.
Quienes somos maestros por vocación, queremos que las personas a las que ayudamos a formar tengan éxito. En el otoño de mi vida, veo que varios de las decenas de jóvenes a los que ayudé a formar avanzan, son presidentes o consultores exitosos, y eso me llena de satisfacción.