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Ray Dalio es conocido por su extraordinaria capacidad para gestionar capitales por medio de la creación de Bridgewater Associates en 1975, un hedge fund que actualmente administra alrededor de $150 mil millones en activos, y habiendo sido capaz de atravesar numerosas crisis económicas y bursátiles durante ya casi 50 años.
Aunque en el pasado sus activos bajo administración han alcanzado cifras más altas, sigue siendo uno de los hedge funds más grandes del mundo. Recientemente, Bridgewater ha mostrado interés en diversificar su portafolio hacia nuevas áreas, como la inversión en fondos de criptomonedas a través de vehículos externos, lo que refleja un creciente interés en activos digitales, aunque no invierte directamente en criptomonedas.
Pero lo que nos trae ahora mismo a recordar a Dalio, es que el peso que cobra cada una de sus opiniones, enfoques y sugerencias a la hora de tomar decisiones de inversión con una mirada macro.
Lo más reciente ha sido la publicación de un Índice de Grandes Potencias 2024, que analiza el desempeño de los 24 países líderes y sus perspectivas para los próximos diez años, y entre ellos resulta cuanto menos interesante la opinión que tiene sobre España como destino de inversión privada de largo plazo.
De acuerdo con este índice de elaboración propia, Dalio considera que España se encuentra en una posición desfavorable en términos económicos y financieros, situándose en el tercio inferior de los países analizados y con una trayectoria estancada. Las debilidades clave incluyen un alto nivel de endeudamiento (237% del PIB), baja innovación tecnológica, una ética laboral por debajo de la media, y un bajo nivel de autosuficiencia.
A pesar de un crecimiento real del 4.3% anual en los últimos tres años, por encima de las expectativas a largo plazo, se proyecta un crecimiento real de solo 0.3% anual en la próxima década, muy por debajo del promedio global. La deuda externa supera significativamente los activos externos, y la capacidad para usar recortes de tasas de interés como estímulo económico es limitada debido a la pertenencia a la Eurozona.
En términos de productividad y competitividad, España se sitúa en una posición desfavorable (26 de 35 países), con trabajadores que no son especialmente caros ni baratos, pero con niveles bajos de educación y calidad educativa. La cultura también juega un papel negativo en el crecimiento proyectado, con una ética laboral débil, altos niveles de apoyo gubernamental (48% del PIB en gastos públicos y 27% en transferencias a los hogares), y una moderada rigidez en el mercado laboral. La innovación y la comercialización son muy débiles en comparación con el ingreso del país, con una baja inversión en investigación y desarrollo y resultados poco destacables en términos de patentes y producción tecnológica.
Al mismo tiempo, el elevado nivel de endeudamiento es otro factor que limita el crecimiento futuro de España. Con una carga de deuda total del 276% del PIB, el país tiene poca capacidad para aumentar su apalancamiento en el futuro, lo que podría convertirse en un obstáculo para el crecimiento económico. Aunque en los últimos años el crecimiento ha sido contenido por una baja creación de crédito, lo cual podría ser positivo a largo plazo, la postura de la política monetaria sigue siendo restrictiva, dificultando el uso de herramientas financieras para estimular la economía.
Finalmente, Ray Dalio considera que a pesar de estas debilidades, España presenta algunos puntos positivos, como un índice de felicidad y salud relativamente alto, con una esperanza de vida de 84 años, muy por encima del promedio global.
Si hay algunos elementos esenciales en los que España debe comenzar a trabajar fuertemente para enconrrar el sendero de la creación de riqueza por encima del promedio de las economías analizadas, son estos.