Opinión

La transición energética ya está aquí

Carlos Delius

Ex presidente de la Cámara Boliviana de Hidrocarburos y Energía (CBHE)

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En el primer semestre del 2021, ocurrió un suceso que no tuvo mucha difusión en la prensa nacional. Por su relevancia voy a referirme y a reflexionar sobre mismo. Kevin Crowley del Houston Chronicle describe al claro mensaje de los activistas climáticos como un golpe de martillo en el directorio de la petrolera más poderosa del mundo. La transición energética está ya aquí, entre todos nosotros, está ocurriendo y no hay vuelta atrás.

Los activistas medio ambientales estaban limitados, hasta hace unos cinco años, a protestar en ocasión de las reuniones de accionistas blandiendo carteles fuera del edificio de los cónclaves. Ahora, están en la sala, como en  la reunión de accionistas de Exxon Mobil.

En mayo del presente año, los activistas lograron expulsar a dos miembros del directorio. Estos eran vistos como poco sintonizados con los objetivos de descarbonización del planeta. Algo similar ocurrió en Chevron, los accionistas votaron para obligar a la compañía a reducir sus emisiones y, como si esto no fuera suficiente, a Royal Dutch Shell, una corte holandesa ordenó que las medidas de reducción de emisiones sean más estrictas y en menor tiempo.

Este contexto para las tres petroleras más poderosas del mundo, marcan un momento decisivo para la industria petrolera en general. En el caso de Exxon los activistas que propiciaron el cambio de directores no representaban más del 0.02%, sin embargo, la causa tiene una legitimidad y relevancia tal, que fondos de inversión como BlackRock dieron su voto por el cambio.

Lo ocurrido marca un rumbo muy claro para las petroleras, la transición energética ya comenzó. El mensaje está muy claro: no es sostenible para estas empresas tener estrategias que estén divorciados de los objetivos de la descarbonización.

Big Oil, como se conoce al exclusivo club de las grandes productoras de combustibles fósiles, está en un nuevo mundo. La férrea ley macroeconómica: los países en desarrollo impulsaron el crecimiento de la demanda de combustibles fósiles, Peak Oil y la posibilidad de interrupción del abastecimiento fueron factores que ayudaron a mantener precios altos por varias décadas. Esta situación favorable las convirtió en favoritas de los inversores jugando un rol de “Cash Cows” en la bolsa. Esas condiciones favorables se mantuvieron hasta antes de la crisis petrolera del año 2014, la irrupción del petróleo y gas producidos del esquisto en Estados Unidos y la necesidad de des carbonizar el planeta han alterado las piedras angulares del negocio.

Los eventos descritos anteriormente son un duro despertar para los ejecutivos de las grandes  petroleras. Ellos estaban acostumbrados a marchar al ritmo de sus propios tambores, con poca necesidad de tomar sugerencias de sus socios o, quizás, con la miopía que puede causar la arrogancia no alcanzaron a ver las consecuencias de dos revoluciones que ocurrieron ante ellos.

Las súper petroleras no solo llegaron tarde a la revolución del fracking (método usado para producir gas y petróleo de esquisto), sino que además parecen no haber previsto el efecto de la masiva oferta que se generó a nivel global.

Hoy día el valor de capitalización de las empresas IOC (international oil companies, como se las  denomina en inglés) son apenas una pequeña parte del total del mercado de capitales. Hay una especie de desacople entre el valor de mercado y el valor vital de su producto. Desde una percepción de escasez hicieron inversiones intensivas en capital para desarrollar petróleo en el Ártico o las arenas petroleras del Canadá. No vieron que la revolución que alteró el balance del mercado global ocurrió en Texas,

Oklahoma y otros estados norteamericanos, están en manos de otros jugadores. Como problema adicional, hay una conexión innegable, de aquí para adelante, entre la capacidad de captar dinero de los grandes fondos de inversión y el comportamiento corporativo. Si en la percepción de los stakeholders (partes interesadas) no hacen lo suficiente para que los objetivos globales climáticos sean alcanzados, se va a poner todo cuesta arriba.

Algo que hay que tomar en cuenta es el efecto pararrayos. Lo que se nos viene es una tormenta, los rayos caen primero sobre las estructuras más altas y de mayor atracción. Los problemas que enfrentará la industria petrolera tienen gravitación sobre el modo de vida y el bienestar de la sociedad. Los que viven en sociedades desarrolladas tienen sus opciones más claras. Para los que están en desarrollo no es tan así; para aquellos que estamos aún sumidos en la precariedad energética (íntimamente relacionada con la pobreza), las consecuencias aún no han sido bien estudiadas. Si bien existe un conjunto de activistas organizados, cuyos primeros actos son el ataque a los grandes productores de energía, sus acciones no tienen efecto sobre el apetito por petróleo que tiene la sociedad, y así no se resuelven las causas raíces del problema.

El problema o trilema, según está descrito por el Consejo Mundial de Energía (WEC por sus siglas en inglés) es cómo se puede armonizar una solución que atienda, al mismo tiempo, la seguridad de la energía, la equidad de acceso a la misma y la sostenibilidad medio ambiental. Con esta nota trato de establecer una línea base para el debate necesario en la sociedad boliviana, alejándose de las consideraciones y detalles técnicos de las soluciones prometidas. Hay mucho humo en el ambiente energético y eso supone que los que conducen tienen que tomar las precauciones y medidas necesarias.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Carlos Delius

Ex presidente de la Cámara Boliviana de Hidrocarburos y Energía (CBHE)

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