OpiniónEconomía

La triste endemia de ignorancia que vivimos

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

Escucha la noticia

La pandemia tuvo resultados desastrosos en términos educativos. Esta semana salieron los resultados 2022 del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos o PISA por sus iniciales en inglés.​

El año pasado 690 mil estudiantes de todo el mundo tomaron las pruebas estándar sobre matemáticas, lectura y ciencia en 81 países, con una representatividad de 29 millones de jóvenes de 15 años.

Esta prueba se hace desde 1990 con el apoyo de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico. Su objetivo ha sido medir la “calidad” de la educación, porque la cantidad no nos dice qué tan bien aprovechan los alumnos los conocimientos y experiencias impartidas en el aula. Su fin no declarado es medir las habilidades de pensamiento crítico, indispensables en esta época.

A modo de ejemplo, los años de educación promedio en Bolivia y Tailandia son similares. Menciono esta nula diferencia entre ambos países porque han tenido una transformación estructural en los últimos 70 años. En 1950 el país asiático tenía la mitad del ingreso que Bolivia; al presente, nuestro país tiene la mitad de ingreso que Tailandia.

Por eso es más útil medir los cambios en la calidad de educación evaluando directamente la habilidad que tienen los estudiantes para resolver problemas matemáticos relevantes, comprender (no sólo leer) textos y entender las bases de la ciencia o conocimiento de las cosas por sus causas.

Según la medición más reciente Singapur encabeza los países con mejor conocimiento matemático, seguido por China, Japón y Corea del Sur. En Latinoamérica los países mejor evaluados son Chile, Uruguay y, más abajo, Perú. Las diferencias son pasmosas: un estudiante de Singapur tiene una capacidad 40% más alta de resolver problemas matemáticos que uno de Chile y 70% más que otro de Paraguay.

En lectura las diferencias son grandes, pero como las de matemáticas. Un muchacho de Singapur puede aprovechar 21% mejor que uno de Chile y 45% más que otro de Paraguay. En el resto de los países la mayor parte de los estudiantes leen, pero no comprenden lo que han leído.

Y en ciencia las diferencias también son importantes: un estudiante de Singapur tiene un rendimiento 26% más alto que uno de Chile y 52% mayor que alguien de Paraguay.

Más allá del ranking, el último reporte de PISA muestra que la pandemia afectó negativamente los puntajes promedio en el mundo por la baja adaptabilidad de profesores y estudiantes de entrar a un sistema virtual de educación. Los puntajes cayeron 4% en matemáticas y lectura y 2% en ciencia.

El “apagón educativo” fue nefasto con la educación, porque se perdió al menos un año de educación, con todo lo que implica.

En nuestro país se tomó la (desacertada) medida de clausurar el año escolar. En lo particular no me parece que fue pertinente porque fue rendirse en medio de la batalla y demostró que el sistema educativo tiene baja adaptabilidad y casi nula resiliencia.

Desafortunadamente, no conocemos qué efecto tuvo en la calidad de educación. Es más, no conocemos con algún grado de certeza cómo está la educación. Como país hemos optado por no usar herramientas uniformes y comparables para la medición. Nos gusta compararnos en términos de PIB, pero no de calidad educativa.

Una excusa es que se trata de un instrumento “colonial”. No creo que sumar, restar, derivar o integrar orienten de una u otra manera el conocimiento.

Es curioso que esa sea la excusa porque, por ejemplo, al final de su vida Carlos Marx hizo el serio intento de comprender mejor la matemática de su teoría del valor y capital, como lo revelan unos escritos al respecto.

Ni qué decir de la comprensión de lectura que es fundamental para que las personas aprendan nuevos conocimientos. Y la ciencia es clave para el buen razonamiento.

Otros países tuvieron pandemia de mala educación. Nosotros tenemos endemia porque no queremos “ir al médico” y peor aún, tomar medidas significativas para mejorarla. Más bien existen herramientas gratuitas para quienes desean adquirirla.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


Cuentanos si te gustó la nota

100% LikesVS
0% Dislikes

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

Publicaciones relacionadas

Abrir chat
¿Quieres unirte al grupo de Whatsapp?
Hola 👋
Te invitamos a unirte a nuestro grupo de Whatsapp