Las Flores y las Choque
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Madre y hermana en ambos casos. Madre y hermana, cómplices de las atrocidades del violador y asesino serial, por un lado. Madre y hermana, víctimas de Richard Choque Flores y de la justicia corrupta, por el otro. Las Flores y las Choque expresan con su situación particular lo que sucede en la sociedad boliviana a nivel general.
Elizabeth Flores y Ely Choque, madre y hermana de Richard Choque Flores, preso nuevamente en Chonchocoro, guardan detención preventiva en las cárceles de Miraflores y Obrajes de La Paz acusadas de complicidad en el delito de trata y tráfico de personas.
Ambas ayudaron, según los fiscales, a atraer posibles víctimas mediante el falso perfil del asesino serial en Facebook, red social en la que fingía ser Mitzi Flores, una joven y audaz mujer que ofrecía ganar dinero fácil con servicios sexuales o de mensajería.
Se presume que las Flores sabían que las muchachas Iris y Lucy fueron enterradas en la vivienda habitada por los tres en la zona Ballivián, que ha comenzado a ser demolida en busca de más cuerpos, después de haber sido violadas y asesinadas.
También que Fidel Lecón Choque, sobrino de Elizabeth Flores y primo hermano de Richard y Ely Choque Florees, habría sido enterrado en la casa de la familia materna en el barrio San Martín de la ciudad de El Alto después de un cruel asesinato.
No se conoce la voz de las Flores. Cubren sus rostros con gorras deportivas, capuchas y barbijos, y evitan cualquier contacto con los medios. Empujaron los micrófonos cuando los periodistas quisieron arrancarles alguna declaración sobre los crímenes cometidos por su hijo y su hermano.
En el otro lado de la medalla, la madre y hermana de Fidel Lecón Choque, asesinado hace 11 años por su propio primo, contaron el calvario que vivieron en los últimos seis años y que la familia paterna se alejó de las Flores por el temor que infunden.
En 2015 se armaron de valor y fueron a Chonchocoro, cuando Richard Choque Flores empezaba a cumplir una condena de 30 años de prisión sin derecho a indulto por el feminicidio de una joven en La Paz, para suplicarle que diga qué había pasado con Fidel, un muchacho de 18 años que quería ser militar.
La respuesta fue una amenaza que se materializó luego de que lo denunciaron ante la Fiscalía que paradójicamente descartó la misma. Contaron a los medios que fueron atropelladas por un vehículo que desapareció raudamente después del intento de homicidio.
11 años después pueden sepultar como se debe a Fidel Lecón Choque, aunque siguen viviendo atemorizadas. María Eugenia Choque, expresidenta del Tribunal Supremo Electoral, tía de Fidel y Richard, ha decidido callar en el caso que conmocionó al país, tal vez por temor a represalias.
Así vive también la mayoría de Bolivia, atemorizada e impotente ante sádicos que violan, asesinan y descuartizan, ejecutan ajustes de cuentas acribillando a tiros, matan en las calles por un celular o atracan viviendas y negocios a punta de armas de fuego sin que nadie pare la escalada de inseguridad ciudadana y, por supuesto, haga justicia.
La sociedad boliviana también está impactada por graves delitos de cuello blanco cometidos por autoridades públicas que se enriquecieron con ítems municipales fantasmas, que le robaron a su departamento con ambulancias fantasmas o que cometieron escandalosos casos de corrupción en los últimos tres gobiernos nacionales.
Un país indignado, pero al mismo tiempo inerme, ante un sistema judicial corrupto e insensible que libera o beneficia a delincuentes de toda laya, tiene consorcios mafiosos con operadores de justicia y se presta a la persecución política del gobierno de turno.
A nivel macro, las Flores o criminales desalmados, jueces corruptos y políticos promotores del descalabro tienen secuestrada a la mayoría de la sociedad y se sienten impunes por la protección que reciben desde el poder.
La indignación del país no puede quedarse solo en la lamentación. Debe dar un salto a la movilización generalizada por una verdadera reforma judicial que vaya más allá de cumbres inútiles, de comisiones oficialistas que indagan a jueces y fiscales oficialistas, y de evaluaciones que buscan cambiar operadores manteniendo el sistema podrido hasta el tuétano.
Como van las cosas, a las Choque o la mayoría del país solo les queda reaccionar, superar cualquier temor que venga de los criminales o de los poderosos para jugarse por una urgente revolución moral y judicial.