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Las medidas antimonopolio contra Google castigarían a los consumidores, no los protegerían

Jennifer Huddleston dice que forzar la venta de Chrome o prohibir los acuerdos por defecto no fomentaría la competencia, sino que frenaría la innovación, perjudicaría a los operadores más pequeños y dejaría a los usuarios con productos inferiores.

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Por Jennifer Huddleston

En 2024, el juez de distrito de Estados Unidos Amit Mehta determinó que los acuerdos de Google con Apple y otras empresas para ser el motor de búsqueda predeterminado en varios teléfonos inteligentes y tabletas violaban las leyes antimonopolio. Este caso se encuentra ahora en su fase de recursos, lo que significa que un tribunal está considerando varias propuestas de ambas partes sobre los cambios necesarios para responder a las violaciones.

Pero si el gobierno se sale con la suya, los consumidores serán los que saldrán perdiendo y el gobierno estará mucho más implicado en dictar el mercado. Por decirlo sin rodeos, el castigo propuesto no se ajusta al delito.

En primer lugar, rara vez es posible predecir cuándo y cómo se producirá una verdadera perturbación. Sólo en los meses transcurridos desde el juicio, la IA y los productos de búsqueda relacionados con ella se están incorporando a productos como la próxima generación de iPhones, lo que plantea dudas sobre la declaración de Mehta de que no eran verdaderos competidores en el mismo mercado. La búsqueda del “próximo Google” puede pasar por alto los verdaderos cambios en la forma en que los consumidores experimentan la tecnología, y la innovación es a menudo nuestra mejor política de competencia.

Aunque la decisión de este caso puede haber dado lugar a titulares que digan que Google fue declarado monopolio, la decisión en torno a la defensa de la competencia no se refiere a la situación de la empresa en su conjunto, sino a un tipo concreto de acuerdo comercial que la empresa suscribió. El tribunal no declaró a Google un monopolio global. No obstante, las dramáticas propuestas del Departamento de Justicia incluyen una posible disolución de Google, obligándola a vender Chrome. Esto es más o menos como si el gobierno propusiera que si una tienda viola una ley con un acuerdo con un vendedor sobre camisetas, debe vender su filial que vende zapatillas como castigo. Puede que a uno no le guste el tamaño de la empresa o sus acciones, pero ambos elementos no están relacionados. En el mejor de los casos, el castigo parece ilógico y, en el peor, injusto.

Obligar a Google a vender Chrome reduciría potencialmente el mercado de un elemento de los motores de navegación y dificultaría la competencia de los actores más pequeños, al tiempo que fortalecería aún más a los gigantes existentes. Como Mozilla, un competidor de navegadores más pequeño, explicó en su oposición a los remedios, “Al poner en peligro los flujos de ingresos de los competidores de navegadores críticos, estos remedios corren el riesgo de fortalecer involuntariamente las posiciones de un puñado de jugadores poderosos, y hacerlo sin aportar mejoras significativas a la competencia de búsqueda”.

Estos mercados son ecosistemas complicados, y mover la palanca sobre elementos no relacionados no sólo no respondería a las presuntas infracciones, sino que dificultaría aún más la competencia a los actores más pequeños.

Se supone que la legislación antimonopoliose centra en el bienestar de los consumidores, pero ahora parece que los remedios podrían ser un castigo por el hecho de que una empresa sea popular entre los consumidores. En los casos en que se modificaron los valores por defecto, como el cambio de Mozilla a Yahoo o las pantallas de elección exigidas por la legislación europea, los consumidores encontraron en gran medida que las alternativas eran inferiores. Siguieron eligiendo Google porque preferían su producto.

Obligar a empresas como Apple a dar a sus clientes un producto inferior por el caso de Google perjudicaría la percepción pública de esas empresas y, por tanto, dañaría sus negocios. Los remedios en cuestión significan que los consumidores se enfrentarán a más fricciones o se verán atrapados con productos inferiores porque la legislación antimonopolio favorece el bienestar de los competidores sobre el de los consumidores.

La innovación y la tecnología se mueven con rapidez, mientras que los casos y las soluciones antimonopolio se mueven con lentitud y muy a menudo son miopes y no se ajustan a la presunta infracción. Las soluciones propuestas no sólo castigarían a Google, sino también a los consumidores.

*Artículo publicado en elcato.org el 02 de junio de 2025

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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