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Dedicado a dos queridas amigas: Susana Seleme Antelo —lamentablemente desaparecida— y Paula Peña Hasbún, quienes me motivaron a amar más el valor histórico y la resiliencia de todo Santa Cruz y apropiarme mejor del amor cruceño a la libertad.
Esta semana que pasó, mi amigo Carlos Valverde Bravo —tenaz analista político (de estilo a veces con sano deslengüe) e incansable investigador— habló de “Las Patrias” (“Bicentenarios: las patrias y la república. ¡A revisarlo todo!”, Publico.bo, 12/01/2025) refiriéndose a Cochabamba, Chuquisaca, La Paz, Potosí y Santa Cruz, provincias independientes antes de agosto de 1825: el 10 de julio de ese año inició la Asamblea General Deliberante del Alto Perú (devenida luego en Asamblea Constituyente o Congreso Jeneral Constituyente [sic]). Vale pertinente acá recordar el concepto de Patria que recientemente reafirmó Manual Suárez Ávila en su ensayo “El MAS y la cuestión estatal en Bolivia” (Ideas&Debate N° 15, noviembre 2024): «Con el nacionalismo [surgido después de la Guerra del Chaco], la lucha política dejó de ser la batalla por la “patria” —el hogar patriarcal— y [sólo entonces] pasó a ser la batalla por la Nación: es decir, pasó a ser la batalla por el proyecto político de la soberanía nacional»; con esa definición clara, vale entender que en 1825 fueron a La Plata a la Asamblea Deliberante las cinco Patrias independizadas per se —Las Bolivias— y sólo tras la segunda ley constitucional (Constitución Política de Bolivia de 1826 o Constitución Bolivariana del 19 de noviembre de 1826, artículos 1° y 3°, ahora con Oruro más [en el artículo 5° los identifica como “Estados”]) es que las cinco Provincias —o Gobernaciones— quedan incorporadas a ella (en la primera ley constitucional: Ley de División de Poderes de la República Representativa de Bolívar del 13 de agosto de 1825 no aparecen).
(Nota: Si el amable lector se interesa por las referencias de los documentos citados, le sugiero visitar mi blog https://joserafaelvilar-loquepienso.blogspot.com/, en cuya inserción aparecen todas las referencias citadas).
Tras este reconocimiento al sentido de Patrias de Las Bolivias, debo valorar como otros analistas destacados y líderes de opinión actuales a Cecilia Bellido Ávila, Maggy Talavera Román y Tuffí Aré Vásquez, además de Agustín Zambrana Arze, también un activo actor político. Pasemos al tema que intitula esta columna.
Pocos días atrás leí “No al estatismo, sí al Estado fuerte” del economista y escritor Iván Finot Pabón. Coincido completamente con su rechazo al Estado Empresario que, argumentadamente, rechaza Finot Pabón, como vía de graves corruptelas, desaciertos y clientelismo populista. Pero su defensa de la socialdemocracia —aclara que no se refiere al socialismo marxista, aunque la socialdemocracia surge históricamente del socialismo de Marx con el revisionismo de los teóricos marxistas Eduard Bernstein y, menos directo, de Karl Kautsky— lo lleva a alabar Dinamarca (que no un ejemplo de socialdemocracia “clásica”) y olvida los fracasos socialdemócratas en el Reino Unido y Suecia (por citar sólo dos), hoy aún visibles a pesar de los cambios realizados.
Sin embargo, concuerdo en que puedo coincidir en aspectos de su descripción de “Estado Fuerte” como «una burocracia integrada por un número limitado de profesionales de alto nivel y de carrera»; la diferencia está en que yo, desde una visión liberal y no de la socialdemocracia fracasada (Bolivia fue ejemplo), entiendo como Estado Eficiente un Estado chico; es decir, lo que Milei —autoconceptuado como liberal libertario pero acompañado por tecnócratas liberales que, junto a él, aplican en Argentina una política liberal austriaca de apertura de mercado y de Estado mínimo con resultados realmente exitosos (hasta ahora y previsiblemente mucho más). Espero que nuestra diferencia sea más nomenclatura —no nomenklatura filosoviética— que rígido concepto.
Aprovecho para cerrar precisamente con Argentina hoy.
En Argentina hubo muchos detractores (economistas, políticos, mediáticos) que antelaron el fracaso de la candidatura —primero— y del gobierno —después— de Javier Milei Luján; los defensores —entonces los menos— fueron muchas veces vilipendiados. Los primeros meses de Gobierno parecieron darle la razón: con datos oficiales (INDEC) la inflación parecía incontrolable (del 12,8 % en noviembre 2023, último mes completo K, al 25,5 % en diciembre y al 20,6 % en enero 2024; sin embargo, en diciembre fue del 2,7 % —el 2,4 % en noviembre 2024— y el interanual cerró en diciembre con el 117,8 % contra el 211,4 % en diciembre 2023) y con el achicamiento del Estado (cribando el clientelismo inútil de los períodos anteriores) la pobreza creció abruptamente (del 41,7 % al final del segundo semestre 2023 al 52,9 % al final del primes semestre 2024) pero a final del tercer trimestre 2024 estaba en el 38,9 % según Capital Humano —aunque otros la ubican en 36,8 % (Perfil)— (no hay datos aún del segundo semestre). Sobre el PIB, en 2023 (antes de Milei) se contrajo el 1,6 % y en 2024 se pronosticó un -3,5 % (todos datos BM) pero ya en el tercer trimestre había crecido el 3,9 % (UFM-Reform Watch) y el BM augura un crecimiento del 5 % en 2025; el riesgo país cayó desde 2.543 en diciembre 2023 a 622 el 17/01/2024 luego de caer a 561 el 07/01; además, se logró un superávit financiero en torno del 0,3% del PIB para el total del año 2024, consistente con un resultado primario de 1,9% del PIB (BM y ME-RA).
En contraparte, sería bueno mencionar el apoyo ciudadano: en las PASO (13/08/2023), la candidatura de Milei fue la más votada y recibió 7.352.244 votos (el 29,86 %); en la primera vuelta electoral (22/10) fue la segunda más votada con 8.034.990 sufragios (el 29,99 %) mientras que ganó la segunda vuelta con 14.554.560 —creciendo el 81,1 %—: su 55,65 % ha sido el porcentaje más alto logrado por un presidenciable en Argentina después del 61,86 % de las de septiembre 1976 para Juan Domingo Perón Sosa tras su regreso del exilio (ganó las de 1946 con el 53,71 % y las de 1951 —en plena “democracia populista”— con el 63,51 %). Hoy, Milei tiene un 54 % positivo (Isasi-Burdman, dic 2024); el 55 % (D’Alessio Irol – Berensztein, dic 2024), y el 50,4 % (Giacobbe y Asociados ene 2025); el ranking de argentinos influyentes entre los líderes de opinión de Poliarquìa lo lidera Milei nuevamente (el Papa Francisco bajó cinco lugares, al 10°) y La Libertad Avanza está entre el 32,6 % y el 46 % de intenciones de votos en las encuestas de diciembre 2024 (promedio del 38,9 %).
Por eso, discrepo con Finot Pabón en lo que respecta al Estado y, sobre la Revolución Milei, con muchos economistas conocidos —no pocos amigos— que siguen augurando el desastre en Argentina. ¿O será por mea culpa disculpante?
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo