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Lección 4 para mañana: Del Buen Gobierno

Lo que pienso

José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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Una vez más tengo que empezar con «Mañana es el tan esperado…» pero mañana no es el día de ningún debate, ni de paneles, ni de discursos: Mañana es la conclusión de ¡trece meses de continuos anuncios electorales!, desde las primeras precandidaturas —incluidos los intentos continuos y forzados de Morales para poder postular, rechazados socialmente— en inicios de septiembre del 2024 hasta el ejercicio mañana del derecho a elegir presidente (y vice, que de yapa casi pegatina pasó a ser personaje imprevisto de candelero). Veintitantos precandidatos de todos los tonos del panorama (aclaro que me refiero a política, no a género, raza ni preferencia); una Unidad Des-Unida con unas “primarias sotto voce” de las que no conozco a nadie que votara; un montón de encuestas (las de Claure primero; por suerte para algún que otro candidato no habló más), de las que las últimas de julio-agosto dejaron ansias insatisfechas; diez candidatos que se convirtieron en ocho y acabaron en dos; un cuarto que desplaza al primero hasta el tercero (¿o el cuarto? si creyéramos “las matemáticas nulas” de Morales y sus tan condescendientes cálculos con él mismo); un vice que se convierte en el súperjefe; dos partidos que mueren y dos candidatos que también tienen que guardar los cachos; un partido hegemónico (partido ya partido) al que no lo salvó dos insuflaciones de sangre joven en la cara ni otras comidillas. En fin, dos candidaturas que —vez primera en Bolivia, invento de la Constitución del 2009— irán a una segunda vuelta electoral “de estreno”: léase, con segundas campañas, segundos baños de multitud en cierres de campaña y segundo ejercicio democrático, aunque ya el Legislativo está cuadriculado (con mayorías simples pero sin mayorías absolutas sino se llega a un Gran Pacto, con todo lo de malapalabra que a pacto le asignan algunos fracasados).

Pero la Bolivia de 2025 no es la de 2009, a pesar de que el viejo tango diga lo contrario: En 2009 había una “alebrestía” (permítaseme el neologismo barbárico) de socialismo 21 en Latinoamérica (petrodólares por medio) y la Constitución boliviana —como antes la venezolana y después la ecuatoriana— fue digitada por los neomarxistas valencianos de CEPS (luego devenidos en podemitas, como años más fracasó estrepitosamente por el pueblo el proyecto in-constitucional de la borrachera woke chilena, a pesar de la complicidad del centro y de la dizque “democracia cristiana”).

Como muchos opinadores, he repetido que mañana no se enfrentan dos candidaturas sino dos modelos de enfrentar la crisis: el del gradualismo (como el del macrismo años atrás en el vecino del sur) y el de la cirugía radical. Los dos tienen similares diagnósticos de esa crisis (multipolar, que a ésta sí “le pega” realmente lo de multi); hay algunas soluciones anunciadas parecidas pero, en el fondo, son radicalmente diferentes las visiones estratégicas: se enfrentarán mañana el liberalismo con el populismo socialdemócrata de izquierda.

¿Quién ganará? Lo sabremos mañana domingo en la noche, magia del SIREPRE que, a diferencia del TREP de 2019, tiene muchos ojos sobre él y más auditaciones que su anterior para que sepamos quién ganó en democracia.

Pero gane quién gane tendrá que aplicar su plan (como tal o modificarlo según sea la realidad con la que se enfrente, como acá hizo Paz Estenssoro en 1985 o Fujimori en 1990 en Perú) y atenerse a frenar consecuencias: Un plan radical conllevará prontas oposiciones y protestas; un plan gradual demorará el hervidero popular pero la potencial falta de soluciones ciertas llevará a la explosión de ese hervidero a la vuelta de la esquina. Quizás la radicalidad de la intervención sobre la crisis pueda dar soluciones más antes que la gradualidad; el fracaso de cualquiera de ellas es no lograr soluciones.

Una de las propuestas, bastantes similares en ambos candidatos, que se ha repetido aunque con diferencias y en algún caso sin mucha profundización, es la que retoma —sin copyright— el concepto de capitalismo popular que el economista y político peruano Hernando de Soto presentó en su libro El otro Sendero y que marcó un hito en su país desde la década de los años 80, propuesta que describía la potencialidad exitosa de una economía de pequeños propietarios y cuentapropistas a partir de la integración de la informalidad y la economía sumergida a la bancarización y el derecho propietario. (No hace falta ser muy astuto para comparar la flotabilidad actual de la economía del Perú a pesar de que sólo dos presidentes —Paniagua Corazao y Sagasti Hochhausler— de los diez mandatarios después de la huida de Fujimori se hayan librado de la justicia).

En Bolivia el voto es obligatorio. Mañana lo es doblemente: Es un voto por el futuro de todos nosotros.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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