Los corredores de ron
Gabriela Calderón de Burgos dice que durante la era de la Prohibición el gobierno de Estados Unidos nunca logró detener la oferta de alcohol en el mercado nacional, conforme en el intento de hacerlo sí generó mucha violencia y corrupción.
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Por Gabriela Calderón de Burgos1
El experimento fallido con la prohibición del alcohol en Estados Unidos (1920-1933) es conocido y suele ser analizado desde el punto de vista de la violencia relacionada al tráfico ilegal del alcohol que se dio en ciudades de ese país. Lo que suele ser menos conocido es la reacción a esta política de los Estados Unidos por parte de otros países que continuaron produciendo y comercializando a través de las fronteras el alcohol. Lejos de adoptar el prohibicionismo, muchos gobiernos se hicieron de la vista gorda con la criminalización del alcohol que pretendía internacionalizar el gobierno de Estados Unidos.
En el libro Smuggler Nation: How Illicit Trade Made America, Peter Andreas recuenta la historia del “Rum Row” o corredor del ron. Andreas señala que gran parte del alcohol contrabandeado a los Estados Unidos ingresó por la costa del Atlántico y la frontera con Canadá en el norte. A pesar del nombre, gran parte del alcohol contrabandeado no era ron, sino más bien whisky y gran parte de la oferta de este licor provino de destiladores británicos. [1] Cuando el cónsul de Estados Unidos en Nassau, Bahamas, comunicó las exigencias de su gobierno para que el gobierno británico tomase medidas enérgicas para combatir el floreciente tráfico de alcohol en sus colonias caribeñas, la Oficina Colonial respondió: “Hacemos todo lo que podemos por ustedes, pero no se puede esperar que vulneremos las prerrogativas de nuestro propio pueblo para ayudarles a hacer cumplir una de sus leyes absurdas”.[2] Winston Churchill, Secretario de Estado para las Colonias desde febrero de 1921, adoptó una postura similar diciendo que “Un Estado sólo es responsable de la aplicación de sus propias leyes”.[3]
Andreas explica que “el propio éxito de la prohibición en el aumento de los precios fue también la fuente de su propia perdición. Las elevadas apuestas financieras son también lo que hizo que el tráfico ilícito fuera tan violento”.
Pero conforme los poderes policiales del gobierno federal de Estados Unidos aumentaron capacidades para combatir a los corredores del ron, cobró mucha más importancia el tráfico ilícito a través de la frontera al norte con Canadá. El principal punto de entrada era el Río de Detroit. Los botes con motor podían transportar cargamentos de whisky hacia territorio estadounidense en menos de cinco minutos. La ciudad de Detroit se convirtió en un centro logístico para procesamiento y distribución del alcohol, llegando a ser el comercio de licores la segunda industria detrás de la automotriz. En 1929, la recaudación por el impuesto sobre las exportaciones de alcohol en Canadá duplicaba aquella por el impuesto sobre la renta. También aumentó por un factor de casi 6 entre 1918 y 1922 la recaudación por el impuesto sobre las importaciones de whisky provenientes de Gran Bretaña. Los franceses también ingresaban al mercado estadounidense vía Canadá, habiendo aumentado, por ejemplo, las exportaciones de Moet et Chandon por un factor de más de diez entre 1922 y 1929.
Durante la era de la Prohibición las autoridades nunca lograron detener la oferta de alcohol en el mercado estadounidense, conforme el intento fútil de detenerlo sí generó mucha violencia y corrupción en determinadas ciudades donde se concentró el tráfico ilícito.
Referencias:
[1] Peter Andreas, Smuggler Nation: How Illicit Trade Made America (Oxford University Press, 2013). Edición Kindle.
[2] Daniel Okrent, Last Call: The Rise and Fall of Prohibition (Scribner, 2010). Edición Kindle, capítulo 11.
[3] Daniel Okrent, Last Call: The Rise and Fall of Prohibition (Scribner, 2010). Edición Kindle, capítulo 11.
1es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).