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Los reprobados de la historia

Renzo Abruzzese

Sociólogo

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Estas elecciones dejan al descubierto algunos elementos que hacía 20 años no veíamos. En principio por referencia la naturaleza de los bloques enfrentados; una “izquierda” indigenista de filiación neomarxista y una “derecha” liberal” de filiación capitalista. Como consecuencia de esta configuración los binomios electorales de la oposición democrática no incluyen figuras propiamente indígenas, todos los candidatos de la oposición  son de clase media mestiza y con seguridad ninguno de ellos se identificaría como parte de las huestes que forman el llamado “bloque popular-nacional”, que no es otra cosa que la articulación de los resabios del masismo evista conformado por una fracción de lo que conocemos como “militancia dura”, de indígenas-campesinos y algunas organizaciones de orden prebendal que maneja Evo Morales desde el Chapare.

Esto que parecería un dato más del proceso que vivimos da cuenta no solo de la clara división antagónica de la sociedad boliviana, sino de una redimensión de las fuerzas políticas actuantes, que permite sin duda hablar de un resurgimiento importante de las clases medias y un repliegue también importante de los sectores tipificados en la vieja jerga marxista como “populares”. Si las relaciones sociales se organizan de esa manera, (clases medias mestizas vs sectores populares) habría que concluir que “lo popular” está en proceso de retirada, y lo mestizo, propio de las clases medias está en ascenso, lo que explica por qué todos los candidatos del bloque democrático no pueden inscribirse en lo popular, e inversamente, todos los grupos de lo popular no pueden inscribirse en lo democrático; resulta entonces evidente que la contienda de agosto contrapone una lectura de izquierda indigenista y trasnochada, frente a una derecha liberal y moderna.

Notemos además que la izquierda acantonada en al MAS con su fuerte componente indígena ha fracasado en la administración del Estado. Se aplazó no solo por una deficiencia asombrosa en el manejo de la cosa pública y las finanzas, sino por niveles de corrupción inéditos en toda la historia nacional, a lo que debe sumarse la mediocridad generalizada de sus operadores. Es decir, entre los daños que el MAS le ha hecho a este país hay que incorporar el daño que le hizo a los sectores indígenas originario-campesinos, habida cuenta de que en sus filas hubo y hay gente enormemente preparada, empero, la naturaleza caudillista y egocéntrica de Evo Morales se especializó en seleccionar lo peor para poder manejarlos mejor. Ese esquema solo fue posible como mediocridad más corrupción.

Intentar forzar el desarrollo de la sociedad nacional bajo una óptica unipolar y además racista, haciendo hegemónica una visión antropocéntrica-indigenista en una sociedad que, el 2022 (según un estudio del Banco Mundial) el 60.1% de la población era de clase media, a lo que habría que añadir que, el INE el 2020 hizo público un informe que sostenía que, desde el 2006 se había reducido la pobreza en 59.9%. En un país en que miles de millones de dólares ingresaron imprimiendo una dinámica social y de clases nunca antes vista, pretender que las narrativas “populares” sirvan de guía en el manejo de una comunidad nacional con franco desarrollo de clases medias (como en todo el mundo capitalista de occidente) es casi suicida, no solo porque la estructura económica de la población se ha transformado, sino porque la mentalidad nacional ha dejado de inscribirse en lo que alguna vez Evo Morales llamó “el lamento boliviano”.

también los relatos han cambiado. Hoy proclamarse liberal se ha transformado en un buen indicador de inteligencia individual y colectiva, y proclamarse de izquierda revolucionaria en un buen indicador de ostracismo retrógrado, ni que se diga si me declaro indigenista de izquierda, la imagen que esta denominación brinda es la de un ciudadano anclado en el siglo XVIII.

El fin del ciclo no solo masista, sino del ciclo histórico que hizo posible el masismo, es decir el ciclo del nacionalismo revolucionario iniciado en 1952 empieza a mostrar sus verdaderos vértices, y empieza a mostrar la verdadera Bolivia. Hoy la “Bolivia profunda” está entre los emprendedores, los comerciantes hábiles, los “cuenta propias” ávidos del desarrollo del capital, esos sectores altamente dinámicos han superado los viejos paradigmas que una izquierda históricamente aplazada instaló por décadas completas en nuestro país bajo la rótula de “lo popular”

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Renzo Abruzzese

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