OpiniónEconomía

Mejor no hablar de ciertas cosas

Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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Recuerdo la Semana Santa de 1987 cuando vivía en Salta en el norte argentino: estaba en el departamento de un compañero de colegio cuando la noticia me estremeció. Un grupo de militares, con las caras pintadas de betún, había puesto a prueba la frágil democracia recuperada apenas cuatro años antes.
El miedo no era casual. Días antes había visto La noche de los lápices, una película que retrataba con crudeza cómo un régimen militar convirtió la demanda estudiantil por un simple boleto en una condena al tormento y la desaparición.

Y si el cine podía abrir los ojos, la música se encargaba de recordar la herida: en 1985, la banda Sumo lanzó “Mejor no hablar de ciertas cosas”, una canción nacida de la pluma del Indio Solari que, en apenas tres minutos, condensaba la atmósfera de censura y miedo de una sociedad obligada a callar bajo el lema oficial de la dictadura: el silencio es salud.

Comento lo anterior porque frente a la actual discusión mediática sobre el racismo, lo mejor sería “no hablar de ciertas cosas”, como dice el título la canción. Pero debemos encarar un tema que, desde una perspectiva societal, es relevante y no debe ser tomada a la ligera como hoy.
La discriminación en el ámbito económico existe y es claramente reconocida en estudios al respecto en el mundo, Latinoamérica y Bolivia. En el texto de introducción a la economía del premio Nobel Paul Samuelson se lo denominaba “diferencias salariales no compensatorias”: personas con similares características excepto género o raza perciben menores ingresos.

Una obra de referencia al respecto es “Discriminación en América Latina: Una perspectiva económica” editado por los reconocidos profesionales peruanos Hugo Ñopo y Alberto Chong, actualmente en el Banco Mundial, el primero, y en la reconocida Universidad del Pacífico del Perú, el segundo.
El libro muestra cómo el color de piel, el género, el origen indígena o afrodescendiente, e incluso el lugar de residencia condicionan las oportunidades de las personas. Estos factores invisibles en las estadísticas tradicionales terminan reproduciendo un círculo de exclusión que limita la movilidad social y frena el desarrollo económico de la región.

El análisis se nutre de evidencia empírica y estudios de caso que revelan la persistencia de estas brechas en el mercado laboral, en el acceso a la educación y en la representación política. Los autores del libro destacan que la discriminación no solo es una cuestión moral o de derechos humanos, sino que tiene un costo económico enorme: desperdicia talento, reduce productividad y mina la cohesión social. En otras palabras, la discriminación es también una ineficiencia económica que erosiona la competitividad latinoamericana frente a otras regiones del mundo.

Finalmente, la obra plantea la necesidad de políticas públicas integrales que vayan más allá de la retórica de la igualdad. Sugiere invertir en educación inclusiva, fortalecer marcos legales contra la discriminación, promover oportunidades en el empleo y generar datos más precisos para medir estas brechas. Al hacerlo, la región no solo avanzaría en justicia social, sino también en eficiencia económica y sostenibilidad democrática. El mensaje central es claro: la igualdad de oportunidades es indispensable para crecer y desarrollarse plenamente como sociedad.

En lo personal, redacté un artículo académico titulado “Años perdidos: informalidad y los retornos a la educación en Bolivia”. En el mismo pude encontrar, usando métodos econométricos, que el origen étnico implica menos años de educación y, además, menos provecho o utilidad por año adicional de estudio.
Creo que la discusión actual no debe usar el racismo solo con fines electorales como en las décadas previas. Es imprescindible que la sociedad civil, en especial los políticos, discutan con altura un tema que ha sido banalizado y reducido a una dimensión de espacios de poder, sin ver los elementos económicos y sociales respectivos.

Es mejor SÍ hablar de ciertas cosas, pero correctamente.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Pablo Mendieta Ossio

Economista en el campo de políticas públicas

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