OpiniónInternacional

Milei: Un final de época

Renzo Abruzzese

Sociólogo

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La Argentina ha recibido a Milei como un verdadero final de época. La sensación de que con el nuevo líder se cerró un momento en que los valores básicos de la democracia se restituyeron se apoderó de los ciudadanos sin distinciones de ningún tipo, y un sentimiento de libertad inundó todos los ámbitos de la vida social y política argentina. Una ciudadana de 83 años le confesó a la reportera de TN que sentía lo mismo que hace 40 años cuando los militares entregaron el poder a Alfonsín, el momento en que los argentinos recuperaron la democracia después de padecer la más brutal y sanguinaria dictadura en América Latina. Asi de intensa era la percepción de que había terminado una “noche negra” como la calificó el nuevo presidente.

Como por obra de magia la ciudadanía percibió la diferencia entre un régimen autoritario con ropaje democrático y maquillaje popular, y lo que es en realidad una democracia en la que se respira libertad. En un comportamiento insólito, la ciudadanía se dio a la tarea de limpiar todos los espacios ocupados por la multitud desde la mañana mientras esperaba el paso del presidente Milei, calles, plazas y pasajes quedaron totalmente limpios, un acto cuyo mensaje traducía no solo la conciencia de un momento social de transparencia y pulcritud frente a la podredumbre y corrupción del régimen peronista, sino, además, esa disposición tan humana que festeja la libertad a pesar de las grandes dificultades.

Seguramente los que se beneficiaron del populismo peronista utilizarán todas las etiquetas posibles para denostar a Milei; no creo que afecte su imagen y menos su gestión. Sus detractores lo tachan de derechista, fascista, populista, y todo lo que es posible, el prefiere definirse como liberal libertario, lo cierto es que, frente a la fortaleza del discurso de Milei, esos argumentos resultan absolutamente obsoletos, al punto que la perspectiva que imprime en la lectura de la Argentina que deja el populismo ha logrado demarcar la línea que separa lo obsoleto de lo nuevo. Se trata, empero, de un cambio de paradigmas, una superación de los esquemas clásicos, y un momento en gran medida fundacional para la historia política argentina.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Renzo Abruzzese

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