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Iba a comenzar este articulo calculando la cantidad de horas perdidas este año en nuestra ciudad de Santa Cruz por decisiones del liderazgo político, sin embargo me di cuenta que solamente lograría alcanzar una precisión absurda. Al menos el 20% del mes de enero, por restricciones que han demostrado no servir para nada, y un día completo en el mes de marzo, por un paro cívico anacrónico en todo sentido. A ojímetro, puedo hablar, sin temor a equivocarme, de que las decisiones del liderazgo han tenido un costo aproximado de horas de productividad que impactan en la economía en alrededor de un 5%.
Muchos dirán que es poco, otros dirán que la lucha lo vale, pero es en el criterio costo beneficio donde se encuentran las principales respuestas. Vivimos en un mundo en crisis, con altas tasas de desempleo, inflaciones crecientes en todo el mundo y la consecuente pérdida de valor del dinero, guerras y sanciones económicas a una de las potencias del mundo y una pandemia que no termina de irse. Un mundo digno de las profecías de Nostradamus. Vivimos en una América Latina que cae nuevamente en la zozobra de los autoritarismos, Venezuela continúa su crisis, con mucha tristeza recibí la noticia de que un colosal profesor mío, el Dr. Arturo Cruz, aspirante a la Presidencia de Nicaragua, fue condenado, junto con otros perseguidos políticos, a 8 años de cárcel por el delito absurdo de “menoscabo a la integridad nacional”. Y así podría continuar indicando el contexto global, regional y nacional, sin embargo, no es ninguna novedad, estamos en crisis y nuestros gobernantes solo piensan en ellos mismos y en sus seguidores, punto final.
Ante esta situación de conflicto, fuera de las lógicas comunes de tensión, acumulación y negociación debe entenderse que las familias cruceñas enfrentan cada día la dureza de no saber si podrán llevar el sustento diario a sus hogares. Es importante entender el concepto de reducción de daños, porque todo lo que está pasando a nuestro alrededor impacta directamente en las vidas de los mas necesitados. Reducir daños es un concepto en el cual se entiende que maximizar beneficios no es posible, porque todo lo que circunda la situación la complejiza y tiende a empeorarla, no podemos visualizar claramente la eficiencia, mucho menos la eficacia de una medida, por tanto, es preferible buscar que la forma de actuar evite causar mas daño. Se cambia la idea de inversión por la idea de costo y perdida. ¿Estamos dispuestos a enfrentar la perdida? ¿Podemos enfrentarla? ¿Podemos destinar 5% de los ingresos de una economía golpeada ante un enemigo invisible como el Covid o ante un autoritarismo extremo que utiliza al aparato judicial como control político? Para mi la respuesta es clara y meridiana; no, no podemos.
Necesitamos cambiar la mentalidad de nuestra clase política y del liderazgo, más aun, necesitamos que sus asesores dejen de ser sus amigotes y comiencen a comprender criterios básicos de economía, no algo tan profundo como economía política, sino simplemente de economía básica. Finalmente, el rol de liderazgo que se les ha dado responde a una expectativa de resolución de problemáticas desde cotidianas como la alimentación de las familias, así como estructurales como el destierro definitivo del autoritarismo del gobierno nacional.
Necesitamos comprender el orden de prioridades de los tiempos actuales, crisis de salud, crisis internacional, guerra, hambre, desempleo y crisis económica son problemas que no se resuelven de la noche a la mañana, tardan meses e incluso años, pero la gestión pública y el liderazgo pueden y deben activarse para reducir los daños que se generan, no para resolver los problemas, sino, simplemente, para aligerar la carga de los más necesitados. Obligarlos a prescindir por siquiera 1 minuto de sus fuentes de ingresos es un crimen imperdonable.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo