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Como bien sabemos existen múltiples estrategias de manipulación, como ser el uso del miedo; la victimización; la distracción (los reality show mediáticos); el inventarse o provocar problemas buscando una reacción para dar luego una supuesta solución (adviértase, el político maniobrero, siempre se muestra, ridículamente, como si fuese imprescindible en la vida de las personas y para toda la humanidad. Es aquel, que en periodo de elecciones tiene “soluciones” para todo y cuando está en el gobierno, tiene “problemas” para ofrecer a todos).
Otras estrategias de manipulación son: a) la gradualidad de las reformas malintencionadas que se van imponiendo en el tiempo para que la gente vaya aceptándolas como normales o comunes; b) diferir en el tiempo lo que es realmente importante y urgente (esto es, bajar el déficit fiscal, resolver el problema del déficit fiscal, dejar de gastar más de lo que ingresa, cambiar los hábitos, disminuir el gasto público, achicar el tamaño del Estado el cual genera demasiado gasto astronómico, etc.), nada de eso se hace, bajo el engaño de que con ellos, se vienen días mejores, un mejor futuro, como si la palabra “futuro” sea automáticamente sinónimo de bueno, mejor y esperanzador; c) el uso de mensajes básicos, sencillos y elementales que sean capaces de hurgar el ego y la codicia de la gente; d) buscar que la gente se mueva más por emociones que por reflexión; e) no invertir en educación de calidad (en la cultura y en la custodia de la salud; sino todo lo contrario, confundir buena lectura, con estar distraídos en el teléfono celular, frente al televisor o pasando horas mirando las redes sociales), manteniendo a la gente con una mentalidad elemental, básica, vulgar y mediocre, preocupada única y exclusivamente en hacer dinero como sea (de forma totalmente desvergonzada, enriqueciéndose con la mentira, el engaño, el narcotráfico, contrabando, corrupción, etc.), sin incentivar el pensamiento analítico, crítico y reflexivo, consiguiendo de esa manera, más adeptos al emprendimiento amañado, al empresario prebendario, al lavado del dinero procedente de ilicitudes, entre otras modalidades más; f) la autoculpabilidad: buscar que la gente se culpe a sí misma (que aduzca que es una persona incapaz, pesimista o reclame al otro, de ser una persona insuficiente, floja, inestable, etc.) sin culpar ni quejarse del propio sistema mediocre, corrupto y clientelar, donde todo se mueve mediante alijo, competencia desleal, facilismo disoluto mediante “contactos”, cohecho, extorsión, prebendalismo, donde más valen los fundamentos del soborno que los argumentos legales y veraces, etc.; g) la utilización de tecnología al servicio del seguimiento, control y la manipulación, como ser el mal uso de la inteligencia artificial, fake news en las redes sociales, apagones informáticos o silencios informáticos, etc.; y, así muchos otros modelos sofisticados de manipulación.
En la estrategia de la politiquería manipuladora, el miedo es uno de los elementos más utilizados para persuadir y manipular a las sociedades, por ejemplo, cuando se difunde de forma aparentemente discreta, expresiones como: ¡algo “grande” va suceder!; y, luego eso se va anunciando de manera generalizada, muchas veces es porque en realidad, ya todo está cocinado desde hace mucho tiempo atrás, es decir, es parte del espectáculo, y lo que se busca, es que la gente se distraiga con todo ese reality show armado (el cual usualmente es concertado entre los mismos responsables de la ruina), politizando totalmente la vida de las personas con el riesgo de que éstas sean arrastradas e instrumentalizadas para luego justificar ese supuesto “algo grande” que se viene, responsabilizando a los ingenuos o incautos usados; y, no así a los propios responsables de aquellas grandes crisis, logrando de esta manera, no solo impunidad sino empernarse en el poder político, mediante el “gatopardismo”, esto es, hablar de cambio sin cambiar nada, permaneciendo intacta la posición de poder dentro del diseño institucional relevante para obtener beneficios ilegítimos con una misma estructura estatal con gente afín a sus propósitos, los cuales llevan décadas en los cargos (con o sin el uso de puertas giratorias en la función pública) y operan a través de redes de poder (entre lo lícito y lo ilícito), cuya principal función es proteger y mantener en la impunidad la corrupción funcional a su grupo allegado.
Para mitigar toda esa manipulación es evitando perder el sentido común, y uno de los principales síntomas de pérdida de sentido común es caer en el fanatismo (ser fanático), lo cual se exterioriza en persistir en un área que la persona cree que domina, cuando en realidad, amerita que sea interdisciplinario para ver el grafico más completo y no solo centrase en un píxel de la imagen, se debe ver el panorama, todo el entorno; por ende, el fanatismo se manifiesta cuando la persona no puede cambiar de opinión y tampoco quieren cambiar de tema, solo desean escuchar lo que desean escuchar y/o consideran que saben mucho al respecto.
Ahora bien, dado que el dinero es importante como medio de intercambio y de allí que las personas enfocan toda su vida y casi todos sus esfuerzos en obtenerlo; y, muchas veces hasta pierden el sentido de vida por acumularlo, conlleva a que fácilmente sean manipulables por el miedo a perderlo (perder dinero) y porque no desean verse afectados en su burbuja vanidosa del supuesto estatus social, la fama, el prestigio, la gloria, los privilegios, basando absurdamente su autoestima en tener cosas, viviendo su tiempo asignado en este mundo, en permanentes frustraciones por ellas.
En temas económicos financieros, existen gobiernos que se aventuran pretendiendo controlar, al mismo tiempo, tanto precio como cantidad, colocando un precio máximo a algo, lo cual ocasiona, que luego eso deja de tenerlo (Ej: Argentina con la nafta). Es decir, no se puede controlar al mismo tiempo, precio y cantidad, porque simplemente nadie quiere vender por debajo del valor de reposición o del valor que sospecha es la reposición.
Asimismo, para cualquier Estado, lo peor de todo, es el déficit fiscal, esa es la enfermedad de los Estados, donde muchos gobiernos se aplazan, pues si el déficit fiscal se financia con reservas internacionales hasta el punto negativo de estar en números rojos, obviamente, esto se relaciona con el dólar y éste empieza a escasear. Si el déficit fiscal se financia con deuda, obviamente, se eleva la tasa de interés; y, si bien podrán cambiar o aumentar de acreedores (Ej.: países como China) pero eso en nada resuelve el problema, más por el contrario, los agrava, ya que se suma también el déficit comercial; y, eso conlleva a embargos, asumir más obligaciones en peores condiciones (Ej.: te presta el acreedor con la constricción de que importes más de sus productos, etc.), y si a ello, se agrega, los dogmatismos y fanatismos hacia bandos de potencias acreedoras, acaban dichos gobiernos siendo títeres a los intereses de dicho bando e incluso llevando a sus pueblos hacia la desgracia de contiendas bélicas absurdas y perversas.
A la par, de la necesidad, de resolver el déficit fiscal, la inversión es sustancial, pues si ésta va acompañada de infraestructura otorga competitividad y crecimiento, pero para que exista y/o se atraiga, inversión, es naturalmente inevitable que deba existir verdaderamente: seguridad jurídica, certidumbre jurídica y seguridad física, pues sin ellas, nadie invierte, por cuanto, lo incierto paraliza a las personas, por lo tanto, es peor que lo malo.
Como vemos, en todo país, no se trata de que la gente tenga que emigrar, creyendo que, con eso, van a estar bien (sin antes cambiar verdaderamente de mentalidad), pues el verdadero protagonista, en realidad, es quien invierte con integridad, el que produce y puede realmente generar y dar empleos, no es pues, única y exclusivamente, el político. Es cierto, que especialmente en Latinoamérica, las personas son más manipuladas por emociones, afectando enormemente lo político en sus vidas, pero la gente debe ser más inteligente, no tiene que ser siempre así, no debe meterse ni fanatizarse de ese show que muchas veces, fabrican o provocan, debido a los dogmatismos e insensatos apasionamientos.
Es notable, quien invierte con ética. Es decir, estamos hablando de la importancia, de aquel que produce en serio, sin ser prebendario, es quien debiera ser el protagonista en todo país, debiéndosele alentar y proteger la libre empresa, propiedad privada, entre otros, así como también, exigir ética en los negocios y competencia leal.
Se les debe quitar el pie, de las perniciosas cargas abusivas que pesan sobre los particulares y son más bien a los políticos, a quienes, ante todo, también se les debieran exigir más responsabilidad (mayor control social contra la corrupción y que las instituciones cumplan verdaderamente sus roles, como ser: rendir cuentas, hacerles seguimientos de conducta y recuperación de los recursos del erario público sonsacados en todos los niveles estatales), sin llegar a fanatizarse con ellos; y, como sociedad, no politizar sus propias vidas individuales.
Y, si éstos (los políticos maniobreros) desean pasársela todo el tiempo, distrayendo a la gente, haciendo reality show entre ellos mismos, acompañados, con los medios (quienes buscan intereses económicos por la publicidad mediática), desde la perspectiva de los administrados electores (quienes elegimos), no se debe ingresar en ese su juego de manipulación, que sean ellos mismos quienes se las arreglen solos (no manipular ni dejarse manipular), pero eso sí, estar siempre alertas, en no ser vulnerados los derechos, las libertades individuales y exigirles que hagan sus tareas, como ser: resolver el déficit fiscal, que quiten las trabas tanto al inversor como al emprendedor ético, que brinden seguridad jurídica y física a su sociedad, libre empresa, locomoción, fiscalizar, investigar y sancionar a los delincuentes, no impunidad, entre otras obligaciones más.
Que cada persona, haga de manera libre y ética, conforme a los talentos que tenga y despliegue durante su existencia, controlando sus emociones sin acabar siendo víctima del entorno manipulador; que disfrute, su tiempo de vida y el estar vivo, acrecentando sus habilidades de forma honesta, en esa jornada continua hacia alcanzar sus metas predeterminadas acordes con sus dones, entendiendo que en términos de independencia financiera, no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita y realmente comprende, el valor de lo suficiente y lo necesario. Como diría Walt Whitman: “A mí juicio, el mejor gobierno es el que deja a la gente más tiempo en paz”.