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Pactos democráticos

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Los principales candidatos presidenciales y vicepresidenciales tienen que pactar (antes o después del balotaje) un gran acuerdo nacional para buscar, en forma conjunta, cómo resolver la crisis económica y garantizar la gobernabilidad. Y como el oficialismo ha sido derrotado en las urnas, cualquier acuerdo debería facilitarse habida cuenta que sería entre “caras conocidas”, y son más las coincidencias que las divergencias. Pocas veces en la historia política contemporánea han existido programas de gobiernos que, con muy pocos ajustes, podrían convertirse en una sola agenda critica del nuevo gobernante.

Lo evidente es que ningún candidato, partido o alianza, tiene la musculatura suficiente para buscar imponerse, o pensar que hará oposición dentro de los actuales opositores. Los pactos democráticos no deben extrañar a nadie y lo deben suscribir las principales fuerzas políticas, con representación parlamentaria. Se trata de generar las condiciones y la confianza que tanto necesita la población boliviana. Los equipos económicos y políticos deberían estar, a tiempo completo, dedicados a compatibilizar y consensuar las nuevas medidas y procedimientos que sean necesarios para enfrentar la crisis y buscar soluciones.

Las aludidas condiciones son las mismas que las que había el año 1985 (salvo la escasez de combustible y divisas), y entonces se generaron una serie de acuerdos que fueron bautizados como la era de la democracia pactada. Todos estos acuerdos se fundamentaban en la necesidad de garantizar la transición política y la estabilidad macroeconómica. Tal como recuerda Exeni Rodríguez, se dieron cuatro partos sucesivos y diferenciados. Primero, la preservación del régimen político y es que para que haya “democracia pactada” era evidente que tenía que haber democracia representativa. Segundo, la elección congresal del presidente entre los tres candidatos más votados (no había segunda vuelta). Tercero, las condiciones económicas del régimen político. La difícil transición a la democracia había de converger con la costosa transición al neoliberalismo, incluida una agresiva reforma del Estado. Y cuarto, el Pacto por la Democracia. La democracia, con presidente electo y estabilidad económica, debía garantizar estabilidad política, lo que en limpio significaba evitar un gobierno minoritario o, mejor, mediante coaliciones políticas, asegurar que el ejecutivo contara con el respaldo mayoritario del legislativo.

El primer pacto fue por la Democracia entre MNR-ADN. El segundo fue el Acuerdo Patriótico entre ADN-MIR. Luego del gobierno de Víctor Paz Estenssoro (1985-1989) y en un escenario de estabilidad económica y fortalecida la autoridad estatal, en mayo de 1989 se celebran las elecciones, pero ninguno de los candidatos obtiene la mayoría absoluta y la designación presidencial se traslada al congreso donde habían tres candidatos con posibilidades de disputar la presidencia: Gonzalo Sánchez (MNR), ganador de las elecciones con el 23.1% de voto; Hugo Banzer Suárez (ADN) en segundo lugar con el 22.6%; y Jaime Paz Zamora (MIR), tercero en competencia con el 19.6% de los sufragios.

Aun cuando había una diferencia entre el primero y el tercero de 3,5 puntos porcentuales (equivalente a más de 50 mil votos), Oscar Eid Franco salió a proclamar el “triple empate”. Y luego de intensas negociaciones, mientras se discutía si Sánchez de Lozada (primera mayoría) obtenía el respaldo requerido para ser elegido presidente de la república en el congreso, en una inesperada gambeta política Hugo Banzer Suárez comprometió los votos parlamentarios de su partido en favor de Paz Zamora, dándole así la presidencia. Cabe recordar que “Goni” Sánchez fue implacable contra Hugo Banzer, factor determinante para que éste hiciera presidente al tercero en la preferencia ciudadana y de yapa así se olvidaba el río de sangre que los distanciaba. Hugo Banzer también se reivindicó con la democracia y ahí comenzó otro capítulo de la historia política boliviana.

La coyuntura actual en lo económico y político es tan parecida a la que se vivía después del 10 de octubre de 1982, cuando se reconquistó el sistema democrático. A lo largo de estos años de transición hubo acuerdos políticos interpartidarios, que buscaban y consiguieron garantizar la gobernabilidad y Bolivia se convirtió en un país estable en lo económico y político, sin presos, exilados ni perseguidos por pensar diferente. La reedición de la democracia pactada parece inevitable e impostergable en el nuevo escenario político nacional, y los candidatos y excandidatos tienen que comenzar a tender puentes…


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