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¿Podría Bitcoin tener valor a largo plazo? 

Alex Ayguavives Monserrat

Máster en Banca y Regulación en Financiera

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En un artículo anterior, analicé la teoría del valor subjetivo expuesta en la obra de Carl Menger hace 150 años. Las cosas tienen valor en tanto las personas creen subjetivamente que un determinado bien permitirá satisfacer sus necesidades. Un bien económico debe ser, por definición, un bien escaso. La competencia en un entorno de escasez llevará a los agentes a pujar por obtener la propiedad de los mismos. Esto explica por qué no ponemos precio a bienes abundantes como el aire ¿Sería su precio cero para un submarinista bajo el mar sin provisiones de oxígeno? No lo creo. 

Sin embargo, la escasez de un bien no es condición suficiente para tener valor. Debe existir una demanda como contrapartida. Esta demanda siempre estará sujeta a fluctuaciones, ya que la percepción de los agentes es subjetiva y dinámica. Como indicó Heráclito: “No puedes bañarte dos veces en el mismo río”, ya que no solo el agua que corre por él ha cambiado sino también la persona. Las propiedades objetivas de un bien pueden hacer que sea idóneo para satisfacer determinadas funciones si así lo reconocen los agentes subjetivamente. Por lo tanto, si pretendemos analizar el valor de Bitcoin (BTC), en primer lugar, debemos entender qué función cumple y valorar si es algo que el mercado podría demandar. Debemos reconocer también que cada persona puede tener necesidades distintas y, efectivamente, perseguirá dichos fines especulando con métodos que considere adecuados. Sin embargo, BTC es un activo extremadamente difícil de comprender, ya que requiere una amplia formación multidisciplinar, lejos del ruido mediático que se centra en su precio día a día. De ahí que se hable tan frecuentemente del famoso BTC rabbit hole, entendido como su continuo proceso de aprendizaje. En este artículo pretendo analizar qué es sin centrarme en sus propiedades más técnicas. 

En mi humilde opinión, BTC es en esencia un conjunto de unidades finitas con características idóneas para preservar valor a largo plazo minimizando la necesidad de confiar en terceros. La tecnología que da soporte es interesante e ingeniosa pero no determinante. Su función es garantizar la inmutabilidad de las propiedades de BTC. Sin embargo, podría ser modificada y mejorada si los usuarios (nodos) lo consideran oportuno. BTC es un activo difícil de clasificar. Principalmente, podemos hablar de dos grandes tipos de activos: financieros y reales. Los activos financieros son el pasivo de otro agente. Estos pueden ser regulares (hipotecas, bonos, letras de cambio…) o irregulares (moneda fiat) en función de si dan derecho a algo concreto o no, como explica Carlos Bondone. Pregúntese qué pasaría con estos activos si el emisor quiebra o decide no aceptar su propio pasivo para saldar deudas. Seguramente, su valor se hundiría. Por el contrario, los activos reales simplemente son, no tienen riesgo de contraparte. Su valor es mucho más complicado de estimar, ya que no reportan flujos de caja por sí mismos. En este grupo podemos incluir inmuebles, arte, metales preciosos, trigo… etc. ¿Acaso el valor de su inmueble se desplomaría si el promotor inmobiliario entrase en quiebra años después de construir la vivienda? Seguramente no. BTC no da derecho a nada y no es el pasivo de ningún agente, por lo tanto, debe ser un activo real. Por supuesto, no se debe confundir custodiar las claves con poseer promesas de pago (IOUs) redimibles en BTC, como sería un saldo custodiado por un exchange. En ese caso hablaríamos de activos financieros. Algunos críticos consideran que no puede tener valor por ser intangible y no “hacer nada”. ¿Acaso los archivos almacenados en su ordenador no tienen valor? ¿Considera usted que la red de

Facebook de más de 2,000 millones de usuarios no tiene valor alguno? Además, ser intangible reduce costes de custodia. 

La mayoría de activos financieros son intangibles y los reales son tangibles. BTC es el primer activo real intangible debido a su escasez programada en código. Hasta el momento, la escasez venía dada por fenómenos físicos. En el caso de BTC, la escasez es matemáticamente demostrable, algo revolucionario en el ciberespacio solucionando el problema del doble gasto. La descentralización forma parte del ADN de BTC ya que la confianza en un tercero puede ser un punto de ataque como explica Nick Szabo. Para ello es esencial que el código sea abierto y verificable por todos sus usuarios limitando el tamaño de los bloques. Además de ser un protocolo neutro que no entiende de fronteras, BTC no requiere de un sistema legal para preservar la propiedad privada. Funciona en la más perfecta anarquía basada en relaciones consensuadas, sin el permiso explícito de un tercero, lo cual implica responsabilidad individual. La función de transmitir riqueza en el tiempo ha preocupado a civilizaciones desde el principio de la humanidad. La riqueza en BTC, atesorada a muy bajo coste de conservación, no puede ser diluida ni confiscada lo cual resulta una interesante herramienta de empoderamiento para individuos soberanos que deseen acumular un patrimonio. Sus propiedades lo hacen un excelente candidato para convertirse en un buen vehículo de ahorro a largo plazo, pero eso lo terminará determinando el mercado. Actualmente, el mercado está estudiando y poniendo a prueba sus características. La volatilidad es un simple reflejo de la incertidumbre y el fascinante proceso de descubrimiento. La oferta es transparente y conocida, la gran duda es si existirá una demanda robusta por atesorar BTC que probablemente haría su precio más estable. No obstante, si no fuese tan volátil, probablemente nadie conocería de su existencia. Sin duda, es una bendición y una maldición. 

Opino que el éxito de BTC no se debe medir en función de cuántos cafés te permite pagar. La capa base está pensada como un registro seguro, inmutable y descentralizado. Lo cual lo convierte en un proceso lento y costoso. Incrementar el tamaño de los bloques para permitir más transacciones podría comprometer la posibilidad de que cualquier nodo verifique. Los medios de pago actuales funcionan bien. La función de depósito de valor a largo plazo no es algo trivial. En mi opinión, BTC puede competir con los activos de reserva de valor actuales: el oro, el real estate, la deuda pública o incluso las acciones de empresas consolidadas. Nadie paga cafés con su vivienda, pero sí que valoramos la posibilidad de preservar riqueza en largos intervalos de tiempo en un bien con oferta escasa al margen de cualquier devaluación monetaria. La función de medio de cambio generalmente aceptado (o dinero) podría llegar más tarde mediante soluciones de segunda capa, si es que tiene que llegar. 

En resumen, BTC es un activo que merece ser estudiado en profundidad. Para más detalle, recomiendo encarecidamente leer las publicaciones de Manuel Polavieja, que me han inspirado para escribir este breve artículo. Nadie debería tomar este artículo como consejo de inversión, más bien como motivación para estudiar BTC a fondo. ¡Lo cual es, a mi parecer, mucho más interesante!

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Alex Ayguavives Monserrat

Máster en Banca y Regulación en Financiera

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