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El anuncio del Premio Nobel de Economía ha puesto de relieve una cuestión crucial para el desarrollo global: la importancia de las instituciones inclusivas en el progreso de los países.
Los galardonados Daron Acemoglu (DA), Simon Johnson (SJ) y James Robinson (JR) han contribuido significativamente a entender por qué algunos países prosperan, la pregunta que motivó la creación de la ciencia económica en 1776 por Adam Smith.
Según ellos, el tipo de instituciones que tiene un país es decisivo en su éxito económico. Las instituciones inclusivas, aquellas que permiten la participación amplia de la sociedad en las decisiones económicas y políticas, fomentan el crecimiento. En cambio, las instituciones extractivas, que concentran el poder en unos pocos, tienden a frenar el desarrollo.
La contribución en 2001 de los tres autores fue demostrar que, en aquellas regiones colonizadas para extraer, y no para emprender, las instituciones extractivas impuestas han frenado su desarrollo.
Los libros de estos autores son clave para comprender su pensamiento. En “Por qué fracasan los países” (DA y JR, 2012), explican cómo las diferencias en las instituciones políticas y económicas son responsables de las disparidades globales. El éxito no depende de factores geográficos o culturales, sino del tipo de instituciones que se construyan y promuevan.
Otra obra destacada es “El pasillo estrecho” (DA y JR, 2019), donde argumentan que el desarrollo es posible solo si se equilibran la sociedad con Estado. Si el Estado es débil, la sociedad cae en el caos; pero si es demasiado fuerte, el riesgo es la tiranía. El desafío es encontrar ese “pasillo estrecho” que permita la convivencia armónica entre ambas fuerzas.
Finalmente, en “Poder y progreso” (DA y SJ, 2023) exploran el impacto de la tecnología en el desarrollo económico. Indican que el progreso tecnológico no garantiza el bienestar compartido, que la automatización podría generar conflictos e incluso convertirse en una herramienta de control.
JR no es extraño a nuestro país: vino como expositor a la conferencia anual de la Sociedad de Economistas (SEBOL) en 2011, al Foro Económico CAINCO en 2014 y nuevamente a SEBOL en 2020. En la última, expuso una investigación rigurosa titulada “El retorno de la Pachamama”.
En esa oportunidad demostró que la situación política actual es resultado del enfrentamiento entre las instituciones extractivas y no inclusivas (como la mita de la Colonia) y de las instituciones tradicionales como el ayllu. El último grupo ganó la disputa generando una ruptura del contrato social previo y un efecto de empoderamiento cultural en los indígenas.
Frente a una pregunta mía sobre el futuro político del país, comentó que la inclusión alcanzada fue erosionada con los intentos no democráticos en 2019. Además, afirmó textualmente “el poder corrompe; y el poder absoluto corrompe absolutamente”; y, según él, los líderes bolivianos han caído en esa trampa.
Nuestro país ha estado entrampado por décadas, aunque Santa Cruz parece la excepción. Uno de los puntos fuertes ha sido su capacidad para generar un entorno inclusivo en ciertos sectores, donde cooperativas, empresas y otros actores han trabajado juntos para fomentar el emprendimiento. Sin embargo, la dependencia de recursos naturales presenta un desafío claro. La diversificación económica y una creciente inclusión en sus instituciones formales e informales es necesaria para asegurar su desarrollo.
Para que Santa Cruz avance hacia estándares internacionales es crucial: a) el fomento de instituciones inclusivas modernas; b) la diversificación económica, donde la tecnología y la innovación deben ser incentivadas y promovidas para contrapesar el menor peso relativo de las actividades basadas en recursos naturales y servicios; y c) el fortalecimiento de la democracia como clave para un clima favorable a la inversión y el progreso, como lo demostraron DA y JR en un documento de 2019.
Eso dice la ciencia. De nosotros depende aplicarla.