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Las diferencias al interior del MAS (cada vez más subidas de tono), se deben resolver realizando elecciones primarias, donde los militantes decidan quiénes serán los candidatos en las elecciones generales para elegir al Presidente y Vicepresidente del Estado el 2025. Evo Morales y Luis Arce pelean la candidatura azul en las próximas elecciones, generando un menudo problema no solo en el MAS sino en todo el Estado porque se adelantará la campaña electoral.
Las elecciones permiten la democratización de la vida pública y hace más transparente la toma de decisiones colectivas. Al romper con la disciplina férrea que los partidos imponen a sus militantes, las primarias fomentan ideas nuevas, e incentivan el debate político, y aseguran mayor igualdad política. Al quebrar las prácticas oligárquicas que caracterizan a las organizaciones políticas, las elecciones permitirían desterrar toda suerte de corruptelas que se atribuye al sistema de selección interna imperante hasta hoy en día. Y como se afirma que los dirigentes políticos no se interesan por los problemas de la gente corriente, la democratización de las élites políticas contribuiría a fortalecer su identificación con y su participación en las instituciones.
Las primarias, constituyen un mecanismo valioso para resolver las diferencias internas por espacios de poder (el mercado de las prebendas), y permiten competir y practicar aquello que predican: La democracia en todos los niveles. En términos generales, estas elecciones se proyectan como un proceso de deliberación dirigido a establecer una alternativa política partidaria. Tendrá que haber debates y los candidatos convencer a los militantes sobre la bondad de sus propuestas y atributos personales.
Las elecciones internas ponen en competencia a candidatos y posiciones distintas, y mide la fuerza de los diferentes contendientes. Es precisamente la introducción de competencia la que permite hacer más transparentes (y más próximos a los ciudadanos) a los partidos políticos; sin embargo, se derivan varias consecuencias importantes, y no siempre ventajosas para el partido que las celebra.
Toda auténtica competencia exige de los candidatos la movilización del máximo número posible tanto de recursos, financieros y humanos, como de apoyos y adhesiones de militantes y dirigentes. La convocatoria de elecciones primarias plantea, por tanto, el primer dilema al partido político que las celebra. ¿Debe tener plena autonomía cada candidato para que forme el equipo de trabajo que desee y obtenga los fondos necesarios por su cuenta y riesgo o debe poner a disposición de cada candidato recursos materiales similares?
La primera estrategia es la que impera en las elecciones primarias norteamericanas desde que éstas se democratizaron parcialmente a principios del siglo XX y por completo desde finales de la década de los sesenta. Cada candidato mantiene una autonomía con respecto al aparato del partido, tanto en la elaboración de su programa político como en la obtención de apoyos financieros para sostener su campaña electoral, y con ello se derivan dos consecuencias fundamentales.
En primer lugar, los partidos políticos como organizaciones creadas para movilizar intereses, recaudar fondos y ganar elecciones, se debilitan sobremanera. Los candidatos elegidos en unas primarias puras dependen en escasa medida del aparato organizativo. Por el contrario, su fuerza proviene directamente de los electores o, si se quiere, de los simpatizantes a los que han logrado convencer, en la mayoría de las ocasiones, mediante su presencia directa en los medios de comunicación (sobre todo, la televisión).
El segundo efecto de unas elecciones primarias puras (es decir, plenamente competitivas con candidatos prácticamente autónomos) consiste en hacer emerger con toda claridad líderes y equipos contrapuestos y en cristalizar los conflictos y facciones subyacentes en el partido. Con esto no se pretende afirmar que no existan tensiones y toda suerte de fisuras en partidos que no celebran primarias. Las primarias, simplemente, fotografían esa conflictividad y la hacen pública. En cierta medida, y a menos que se suponga una naturaleza cuasi angélica de los candidatos o que exista una cierta colusión entre ellos, cabe imaginar que las primarias pueden llegar a agudizar tensiones ya preexistentes. Todo ello puede tener un efecto demoledor sobre el partido político en cuestión.
El MAS debe adelantar sus primarias y resolver sus diferencias o profundizarlas.