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¿Qué tan cerca está Luis Arce de sufrir una «caída presidencial»?

Apoyándose en la ciencia política, un matemático diría que dos de tres presidentes no salen de ésta.

Guillermo Bretel

Politólogo y Sociólogo de la Julius-Maximilians-Universität Würzburg

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El presidente Luis Arce está pasando por un momento muy difícil. Quizás el más difícil de su turbulenta presidencia. Estando habituados a gobernantes abandonando la silla presidencial antes de cumplir su mandato, cabe preguntarse qué criterios, que suelen aumentar la probabilidad de una caída presidencial, están cumpliéndose.

Una caída presidencial es lo que ocurre, según la ciencia política, cuando un presidente es desafiado por esfuerzos tangibles de persuadirlo a renunciar o forzar prematuramente el abandono de sus funciones. Los causantes de una caída presidencial son siempre y únicamente actores civiles, ya sea de la política o la sociedad, lo que deja dos métodos en el marco de lo posible: el juicio político, realizado por el Legislativo, y la dimisión, motivada por la presión política y social. De identificarse la presencia de otros actores o métodos, se trata normalmente de un golpe de Estado o una revolución.

La caída presidencial es la forma que encontraron los presidencialismos para deshacerse de jefes de Estado impopulares sin suspender la democracia. Debido a su «descubrimiento», en estos sistemas suceden cada vez menos golpes de Estado y revoluciones. De la inestabilidad democrática pasamos a la inestabilidad política. Sirve.

Evidentemente, cada caso tiene un contexto y unas causas específicas. No obstante, la ciencia política ha sabido identificar seis comunes denominadores a las caídas presidenciales: inflación elevada, reformas orientadas a la liberalización económica, escándalos de corrupción o morales, minoría legislativa, acciones del Ejecutivo que pretendan debilitar o interrumpir la democracia y protestas masivas. Estas últimas suelen ser decisivas, particularmente cuando las fuerzas de seguridad son rebasadas o se niegan a reprimirlas.

 

«Si Luis Arce llega a sufrir una caída presidencial, la intensidad y duración de las protestas, la capacidad y voluntad de represión de la policía y el tiempo que más aguante la economía sin la liberalización de precios claves ¾como el de los combustibles¾ serán decisivos».

 

Si Luis Arce sufrirá el mismo revés del que Gonzalo Sánchez de Lozada, Carlos Mesa o Evo Morales, habrá que esperar, a menos que se posea una bola de cristal. Sin embargo, está claro que la inflación está subiendo y empezando a causar malestar en los más distintos sectores sociales. El presidente perdió su mayoría legislativa por su disputa con Evo Morales, paralizando proyectos de ley para él esenciales, como la aprobación de créditos, lo que a su vez no le permite tomar un poco de aire cortoplacista frente a los problemas económicos del país.

Asimismo, desde el inicio de su administración, Luis Arce ha puesto todos sus esfuerzos en agrandar el Ejecutivo, usurpando competencias y sometiendo al Judicial; en otras palabras, debilitando progresivamente la democracia. Y aunque en diversas ocasiones durante su mandato experimentó protestas masivas, a las que mandó a reprimir sin reparos, ahora se unen a ellas quienes otrora fueron sus aliados en la sociedad civil organizada. Pero lo que es incluso más alarmante: luego de su estratagema de golpe de Estado, el ejército no parece estar muy contento. Luis Arce debe estar rezando para que las protestas no rebasen a las fuerzas policiales.

Las excepciones (y a medias): Pese a que su entorno no está exento, Luis Arce ha sabido protegerse de escándalos morales o de corrupción colosales que lo pongan contra las cuerdas. Ya si no se atreve a hacer reformas de liberalización económica, es precisamente porque está bien informado sobre sus riesgos. Aun así: cuatro de seis, presidente. Nada mal.

Un matemático diría que dos de tres presidentes no salen de ésta. Pero como la presencia de condicionantes sociales no dice mucho sobre su robustez, si Luis Arce llega a sufrir una caída presidencial, la intensidad y duración de las protestas, la capacidad y voluntad de represión de la policía y el tiempo que más aguante la economía sin la liberalización de precios claves ¾como el de los combustibles¾ serán decisivos.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Guillermo Bretel

Politólogo y Sociólogo de la Julius-Maximilians-Universität Würzburg

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