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Los emprendedores de Bolivia han logrado salir adelante a pesar de que la crisis económica generada por el Covid-19 y muy a pesar de las cuantiosas pérdidas y en muchos casos la quiebra. Esto, como consecuencia de las políticas de distanciamiento social y las restricciones comerciales y de movilidad durante los periodos de cuarentenas rígidas y flexibles.
Resulta muy ilustrativo considerar para el análisis un estudio realizado por el BID que se basó en la recolección de información obtenida a partir de encuestas que indagaron sobre los impactos, las respuestas y las demandas de apoyo ante la situación actual por parte de emprendedores y organizaciones de los ecosistemas de emprendimiento en América Latina y el Caribe.
La encuesta a emprendedores tuvo un total de 2.232 respuestas de 19 países. De este grupo, poco más de la mitad (58%) abarca emprendimientos en gestación y de menos de 3 años de vida, mientras que el restante 42% comprende empresas jóvenes (de 3 a 15 años).
El impacto en los emprendimientos y las empresas jóvenes es notable. La mitad de los emprendedores encuestados que aún no habían puesto en marcha su emprendimiento interrumpieron el proceso. Y un 53% de los que ya vendían, dejaron de hacerlo. Si a ello se suman los que han sufrido caídas importantes de sus ventas, es posible constatar que ocho de cada 10 están siendo fuertemente afectados por la crisis. Asimismo, un 84% ha visto muy deteriorado su flujo de fondos y un 75% redujo su actividad productiva (la mitad ha tenido que detenerla).
Los impactos también trascienden los indicadores de gestión. Por ejemplo, dos de cada tres emprendimientos han visto decaer significativamente el ánimo del equipo emprendedor. Esta situación también alcanza a sus empleados, inclusive de forma más pronunciada (71%).
Por su parte, los emprendimientos del sector tecnológico y las empresas jóvenes más dinámicas estarían recibiendo el impacto en términos menos pronunciados, hasta ahora. En efecto, el 29% de las tecnológicas dejó de facturar, un porcentaje muy inferior al de sus pares del turismo y el entretenimiento (88%), así como al del promedio general (53%). Otro tanto ocurre con las empresas jóvenes dinámicas, esto es: aquellas que habían alcanzado cierto tamaño en su trayectoria previa a la crisis. Solo un tercio de las mismas había dejado de vender.
En resumen, la crisis afectó a todos, pero los indicadores más preocupantes, como los del cese de ventas, estarían impactando un poco menos a los emprendimientos que cuentan con cierta trayectoria, dinamismo y/o que operan en sectores tecnológicos. Es muy posible que la existencia de una cierta base mayor de experiencias y aprendizajes previos, sumada al dinamismo, las escalas mínimas y/o la tecnología, les permitan a estas empresas jóvenes tener una mayor resiliencia relativa en momentos como los actuales. Este resultado es muy relevante para las políticas públicas de alivio y también de impulso para la reconstrucción a la salida de la crisis.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo