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Jueves 24 de febrero de 2022. Vladimir Putin, presidente de Rusia, en un mensaje emitido por todos los canales estatales rusos, anunció una “operación militar especial” en el Donbás que, según él, no pretendía ocupar territorio ucraniano, pese a que meses antes más de 150.000 soldados fueron desplazados a la frontera con Ucrania.
Minutos después comenzó la invasión. Se registraron explosiones en varios puntos del este de Ucrania, incluso en Kiev, la capital. Las fuerzas rusas comenzaron a atacar desde el norte, este y el sur. En una fase de negación, parte de la población ucraniana intentó realizar sus actividades cotidianas, pero pronto cayó en la realidad.
Ha transcurrido un mes. En este tiempo Rusia disparó más de 1.200 misiles, incluidos los hipersónicos, aquellos que no pueden ser detectados por las defensas antiaéreas. Han impactado sobre objetivos militares, pero también han destruido edificios de departamentos, escuelas, hospitales, centros comerciales, aeropuertos, teatros, plantas nucleares y monumentos históricos.
Putin y las autoridades rusas prometieron no atacar a la población civil, pero las tropas rusas han disparado sus armas contra personas que hacían cola por pan, por ejemplo, y bombardearon una maternidad y un teatro donde se escondían cientos de ucranianos.
3.500.000 personas han escapado de Ucrania ante la dura ofensiva militar. Es el éxodo más rápido después de la Segunda Guerra Mundial. La Organización de Naciones Unidas estableció que el 90% de los refugiados en Polonia y otros países limítrofes son mujeres y niños, y Unicef estimó que los menores llegan a 1,5 millones.
Varones y mujeres en edad de defender a su país, se quedaron o retornaron a sus ciudades de origen para sumarse a la resistencia, entre ellos reconocidos deportistas, modelos, científicos y personalidades. Todos motivados por la decisión del presidente Volodímir Zelenski de permanecer en Ucrania para plantar cara a la invasión rusa.
Está claro que la resistencia es el principal factor en la respuesta a la agresión militar y ha impedido que Moscú cumpla su objetivo de tomar el control pleno de las principales ciudades de Ucrania, derrocar al gobierno de Zelenski, expandir más el territorio de la Federación Rusa y consumar el delirio imperial de Putin.
Sin la presencia de tropas estadounidenses y europeas en el teatro de operaciones porque Ucrania no pertenece a la OTAN y sin posibilidades de que se establezca una zona de exclusión aérea, los militares y los civiles ucranianos entrenados en cuestión de horas se han dado modos para mantener a raya a las fuerzas invasoras.
La resistencia del pueblo ucraniano ha sido apuntalada en este mes por las sanciones económicas y financieras aplicadas por Europa y Estados Unidos que buscan convertir a Putin en un paria y a Rusia en un país aislado del mundo, y la millonaria asistencia militar aprobada por la Unión Europea y el Congreso estadounidense.
El veto al petróleo ruso, el retiro de marcas globales, la desconexión de los principales bancos de Moscú del sistema global Swift y la confiscación de lujosas propiedades a los denominados oligarcas rusos han provocado consecuencias en la economía de Rusia y en el ánimo de la población de esa potencia.
Dos hechos recientes muestran que los ucranianos no piensan en rendirse. Familias refugiadas en Polonia comenzaron a retornar a sus hogares para defenderlos y una protesta de civiles en la ciudad ocupada de Jersón fue disuelta por tropas rusas con disparos de bala y granadas de aturdimiento.
La resistencia también se expresó en la mesa de negociaciones diplomáticas, fallidas por cierto, ante los condicionamientos del Kremlin de que Kiev reconozca como territorios independientes a la península de Crimea y a las ciudades de Donetsk y Luhansk, en la región del Donbás. Putin no ha podido doblar el brazo a Ucrania y ha estado eludiendo nuevas mediaciones.
Consolidar la resistencia parece ser el objetivo de Zelenski y su gobierno cruzando el primer mes de la invasión rusa, tratando de mostrar que la operación militar ordenada por Putin solamente ha causado un número indeterminado de muertos y heridos en ambos bandos, y la destrucción de ciudades enteras en el lado ucraniano.
Si la resistencia se fortalece y logra que las fuerzas invasoras retrocedan a la frontera, el retorno a las negociaciones, pero serias, ofrecerá mayores posibilidades a Kiev y Moscú puede quedar al borde de una derrota sin precedentes. El Jefe del Kremlin está consciente de esa probabilidad y tratará de evitarla con una mayor agresión militar.
Ha transcurrido un mes de la invasión rusa y nadie sabe a ciencia cierta lo que ocurrirá después del 24 de marzo de 2022. Lo que sí está claro es que la resistencia del pueblo ucraniano puede ser la clave que frene el intento geopolítico de Putin de que surja un nuevo orden mundial sobre la base de su estrategia imperial.
