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Santa Cruz ha sido clave en la historia reciente del país. Pero, ante los desafíos del siglo XXI, se impone una pausa reflexiva: ¿tenemos una base sólida para enfrentar los retos al 2050? Comprendamos que el mundo avanzará por más que Bolivia se detenga o retroceda.
Nos encontramos en un punto de inflexión crucial: o seguimos por la senda de un modelo exitoso hasta el presente, o damos un giro estratégico para orientarlo más hacia el futuro.
Para plantear usaré los retos del estudio “Latinoamérica 2050” editado en 2023 por UNIFRANZ que describe las tendencias que transformarán nuestra región. Estos cambios, lejos de ser amenazas, son oportunidades para redefinir roles y garantizar un futuro aún más próspero que el presente. A continuación, comento algunos puntos clave a considerar para Santa Cruz en su aniversario.
Revolución Demográfica y Educación para el Futuro: Para el 2050, Santa Cruz será más urbana y menos joven, lo que representa un reto. Sin un salto cualitativo en la educación —especialmente en tecnología, robótica e inteligencia artificial— corremos el riesgo de dejar a las nuevas generaciones mal preparadas para prosperar en un mundo crecientemente digital. El verdadero capital de Santa Cruz no está en sus recursos naturales, sino en su gente. Si queremos mantener el liderazgo, debemos invertir en la formación de las mentes que impulsarán el futuro.
Sostenibilidad y Manejo de Recursos: El sector primario ha sido el pilar de la prosperidad cruceña, pero debemos reconocer sus límites. El manejo adecuado de nuestros recursos naturales, en particular el agua, será determinante. La creciente imprevisibilidad de los fenómenos climáticos expone nuestra vulnerabilidad ante la dependencia del ciclo de lluvias. No consiste en abandonar la producción agrícola, sino en seguir transformándola mediante la adopción de prácticas sostenibles que preserven nuestra tierra.
Inclusión Social como un Imperativo para la Estabilidad: El crecimiento económico sin bienestar compartido genera tensiones sociales. La inclusión no debe ser vista como un acto de caridad, sino como una estrategia pragmática para fortalecer nuestra cohesión social y garantizar la estabilidad a largo plazo. Una Santa Cruz más inclusiva será, sin duda, una región más fuerte y resiliente.
Energías Renovables y Globalización: La transición hacia energías limpias es irreversible, y Santa Cruz tiene el potencial de liderar este cambio en Bolivia. Con abundante sol y viento, podríamos estar al frente de una nueva matriz energética para el país. Esta es una oportunidad única para diversificar nuestra economía y posicionarnos como protagonistas en los mercados globales del futuro.
Empoderamiento Femenino y Salud: El futuro de Santa Cruz será imposible sin el pleno aprovechamiento del potencial de las mujeres. Invertir en su educación, salud y participación económica es una vía para catalizar el crecimiento económico. Además, la reciente pandemia nos recordó la fragilidad de nuestros sistemas de salud. Fortalecer la infraestructura sanitaria no es un gasto, sino una inversión.
Fortalecimiento Institucional y Transparencia: El desarrollo requiere instituciones sólidas y confiables que se adecúen al siglo XXI. Para asegurar cualquier transformación, debemos repensar nuestra institucionalidad.
Por tanto, pensar en el futuro no implica renegar de nuestro pasado o presente. Se trata de honrar nuestros logros y prepararnos para los nuevos retos que, sin duda, llegarán. Santa Cruz posee todas las cualidades para ser una región modelo no solo en Bolivia, sino en toda Latinoamérica. Sin embargo, el éxito futuro dependerá de nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios, en lugar de simplemente reaccionar a ellos.
La verdadera interrogante no es si contamos con los recursos o capacidades necesarias, sino si estamos dispuestos a realizar los cambios y adaptaciones que aseguren que dichos recursos y capacidades sigan siendo relevantes en 2050.
Lo sabremos en 26 años.