Secuenciar genes
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Usted y cualquier otro ser vivo, tienen escrita toda la información en genes, más precisamente en 4 letras que conocemos como Adenina, Guanina, Citosina y Timina.
Hasta hace unos años, el problema era cómo leer toda esa información escrita en varios genes conformados por esas 4 letras. A la fecha se han hecho grandes avances y existen hasta máquinas portátiles para secuenciar genes.
Secuenciar el ADN o la información genética, significa determinar el orden de los cuatro componentes básicos químicos, llamados “bases” (adenina, guanina, citosina y timina) que forman la molécula de ADN. La secuencia da a conocer sobre la clase de información genética que se transporta en un segmento específico de ADN. Los investigadores pueden usar la información de las secuencias para determinar qué tramos de ADN contienen genes y qué tramos transportan instrucciones regulatorias, que activan o desactivan genes. Cada secuencia puede resultar en cambios en un gen que pueden causar enfermedades u otros cambios benéficos
En febrero de 2001, el Proyecto del Genoma Humano (PGH) publicó sus resultados en Nature: una secuencia completa al 90% de los tres mil millones de pares de bases en el genoma humano. El desafío inició en 1990 y concluyó por completo el 2003.
Desde que este proyecto finalizó, las mejoras tecnológicas y la automatización han aumentado la velocidad y reducido los costos al punto en que genes individuales pueden secuenciarse de manera rutinaria, y en algunos laboratorios se pueden secuenciar más de 100 mil millones de bases al año, y un genoma completo puede secuenciarse por tan sólo unos cuantos miles de dólares.
El campo de la secuenciación del genoma vegetal ha crecido rápidamente en los últimos 20 años, lo que ha llevado a aumentos en la cantidad y calidad de los recursos genómicos disponibles públicamente. La creciente riqueza de datos genómicos de un conjunto cada vez más diverso de especies, proporciona un potencial sin precedentes para comprender mejor la biología del genoma y la evolución de las plantas terrestres.
La calidad del ensamblaje ha aumentado dramáticamente en los últimos años, que existen brechas taxonómicas sustanciales y que el campo ha estado dominado por naciones ricas en el Norte y China, a pesar de una amplia distribución geográfica de las especies de estudio. Hace poco la revista Nature publicó una revisión detallada de los países que están secuenciando más y qué en el área vegetal.
Entre los resultados, encontraron que muchas especies secuenciadas, provenientes de países tropicales, no son secuenciadas en sus propios países de origen. Es decir que los centros que más procesan muestras de especies nativas están en los países del norte y Asia. En el caso de China, hay que tener una precaución. Si bien ofrecen este servicio a un costo reducido, el problema es que en sus cláusulas se estipula que ellos quedan con la propiedad intelectual de la secuencia. Imagine que envió a secuenciar las hojas de una planta nativa, porque se la usa para calmar el dolor. En la secuencia genética, queda determinado el código para una enzima u otra proteína, que es la que produce el compuesto activo que calma el dolor. Si es algo novedoso, ellos quedan con el registro intelectual de la secuencia, que más adelante podrían usar para producir sus propias pomadas efectivas contra el dolor, aún sin tener que cultivar la planta en cuestión.
Si bien los costos de esta herramienta han disminuido con el paso de los años como mencionamos, países como Bolivia parecen no haber comprendido la necesidad de avanzar en una política en materia de soberanía científica que permita un aprovechamiento racional de nuestros recursos y a la vez mejorar su conservación.
¿Cuántos años más perderemos el poder aprovechar el tesoro de diversidad genética que tenemos? No vaya a ser que otras naciones, bajo excusa de apoyarnos, están tomando delantera.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo