OpiniónPolítica

Sin gallina, sin huevos y casi ya sin nido

José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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Inicia la mañana, leo la prensa en mi computadora —cuatro medios nacionales, al menos— y el panorama es nada augurioso: evistas y arcistas enfrentados en la Asamblea, ahora por los préstamos internacionales —y en Economía y Finanzas esperando que Castillo y Choquehuanca les traigan “hojitas sacralizadas” en Ginebra para que el riesgo país “no se pase”—; conflictos en más de medio país por litio, malla educativa, caminos, delimitaciones y un celemín más de causas (lo que sucede cuando no se solucionan a tiempo y el país se gestiona en modo “laissez passer”); la Inversión Extranjera Directa de 594 millones de dólares en 2021 —la última informada por el Banco Central—, lejos desde los 1.026,06-1.010,45 millones en 1998-1999… Diría más pero muchos economistas los han abordado con más sapiencia y mejor holgura: las RIN; la Ley del Oro; el incumplimiento —en todos los niveles de gobierno— de las inversiones aprobadas en el PGE; la deuda externa y la pública total; el Gas Hecho Gas; los bonos basura —los calificadores e inversionistas les llaman High Yield como eufemismo—; la absorción estatal de los fondos de renta de jubilación; el litio que sigue lejos… muy lejos; las inversiones faraónicas y las muchas fracasadas —y las muy fracasadas— … sin olvidar el alineamiento internacional con las peores dictaduras —Nicaragua sobresale pero no la única— y los gobiernos más represores —como Irán, teocracia misógina y homófoba— y los invasores rusos, el falso y manido discurso indigenista —en verdad indianista y racista, antiboliviano para asaz reconstruir el Tahuantinsuyo—; su centralismo secante e improductivo que medra de las regiones, todo en un mejunje mal munido del mantra “del golpe”, de represión de las oposiciones, de presos políticos —que para la (in)Justicia nunca serían “políticos”, siguiendo los dictados del Manual Sociata del Siglo 21 que prohijaron antes Castro El Viejo y el difunto Comandante Eterno con la colaboración de raterillos de tango y samba pero que, años después, el Peje (millones del T-MEC por medio) se apropió con trasplante, vividores y seguidores incluidos— con cainismo entre “hermanos” ávidos de medrar en el hueso público.

Y las oposiciones, multispluri pero no inter. Desestructuradas —una sólo con nombre, entelequia occidental el 95%, asaz embanderada entre mito y patriarcado; la otra sólo de existencia regional, con líder y dependencia caudillistas, con tantas tendencias como sus egos internos aparezcan, con la Gobernación cruceña como pecio de supervivencia (¿recuerdan un partido, segundo de militancia, que perdió su gestar y en horas en vapor se convirtió?)—, sin estrategias políticas —ni decir Proyectos País— y aun menos tendiendo puentes entre sí, sin liderazgos emergentes —gritar no hace líderes— y sin cuadros para una futura estructura.

Quedan la sociedad civil y el sector empresarial. La primera, poderosa cuando está cohesionada e imparable tras una meta en su horizonte —como el 26F y las jornadas del 2019—, la sociedad civil está llamada a suplir coyunturalmente las falencias de la política ausente: ante una clase política que analizaba aún el qué hacer, en octubre y noviembre del 2019 fue la sociedad civil la que decidió hacer: se lanzó y arrastró a la Política, so pena de perder esa clase participación y protagonismo. Mantener un norte claro, coordinar entre todos y con igualdad de todos —iguales y diversos—, ser estratégicos —con metas y actores delegados para ellas— y pensar en País y no sólo en el entorno, son recetas del éxito.

La economía es fundamental y, más allá de los fracasados proyectos populistas —rentistas y clientelares—, la fuerza económica coadyuva con la fuerza política y matar la economía es causa cierta de total afonía. El reto para gran parte del sector empresarial —hábil en gestión y, de muchos, en liderazgo— es equilibrar el empeño en generar riqueza con el de ser libres —libres económicamente, libres para opinar, libres en igualdad de oportunidades y libres e iguales ante la ley— y ser líderes para esa libertad.

En poco más de dos años acaba el ciclo iniciado en octubre del 2020. De los tres actores políticos —MASEvo, MASArce y oposiciones—, MASArce se potencia mientras sobreviva la economía y ejerza la Fuerza de Coacción mientras el MASEvo pierde territorio y base social —el fiasco del falso indigenismo y el mestizaje urbano clasemediero le socavan—, pero las oposiciones regresaron o al limbo de 2004 o, peor si fuera, a tufillos logieros.

Dios —y los bolivianos— apiadémonos de Bolivia.

Quedan la sociedad civil y el sector empresarial. La primera, poderosa cuando está cohesionada.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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