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Suicidio político

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Evo Morales y Luis Arce lograron una mayoría absoluta en las urnas y concentraron todo el poder en el presidente del Estado. En las elecciones de diciembre de 2005, Evo Morales ganó con 54% de los votos; en julio de 2006 se impuso con el 51%; en agosto de 2008 ganó el referéndum revocatorio con el 67%; en las elecciones generales de 2009, ganó con el 64%; en las elecciones generales de 2014 ganó con el 60%. En las elecciones del 18 de octubre de 2020, Luis Arce ganó con un 55%.

Sin embargo, en el referéndum del 21 de febrero de 2016 se impuso el NO con un total de 51%, y las elecciones generales del 20 de octubre de 2019 fueron anuladas por fraudulentas (Ley 1266 de 24 de noviembre de 2019). Evo Morales era además jefe del MAS y presidente “vitalicio” de las federaciones de cocaleros del Chapare (Cochabamba), y desde un principio impuso su liderazgo y se convirtió en un auténtico caudillo. El Estatuto del MAS, estaba elaborado a su medida y reconocía como un principio el Respeto al liderazgo nato (léase a Evo Morales).

La Constitución reconoce atribuciones al presidente y no al Órgano Ejecutivo, pese a tratarse de un cuerpo colegiado (art. 172 CPE). Esta “superioridad” del presidente queda sellada desde el primer momento en que el candidato presidencial busca y decide quién será el candidato a vicepresidente y a partir de ahí ―cuando son elegidos― obviamente existe una subordinación total del segundo al primero (Lara parece la primera excepción como candidato vicepresidencial). Y tratándose de los ministros, el presidente ostenta la potestad constitucional de designar discrecionalmente y, en su caso, destituirlos, incluso crear ministerios cuando lo estime necesario, etc. El presidente designa también a la contralora o al contralor general del Estado, al presidente del banco central de Bolivia, a la máxima autoridad del órgano de regulación de bancos y entidades financieras, y a los presidentes de entidades de función económica y social en las cuales interviene el Estado (art. 172.15.23 CPE).

La Constitución de 2009 no cambió el régimen presidencialista donde el caudillo era jefe de Estado, jefe de gobierno y jefe del partido político. También describe y caracteriza el sistema político y contribuye con creces a concentrar el poder que tiene y ejerce el presidente del Estado boliviano. A esta concentración absoluta del poder se denomina el hiper-presidencialismo, que se impuso (con más intensidad) en los países que promovían el denominado socialismo del siglo XXI. Este modelo busca controlar a los demás poderes del Estado con la finalidad de someterlos a la voluntad del presidente. Y así logra blindarse a toda posible impugnación o cuestionamiento; incluso, en las propias filas del oficialismo estaban prohibidas las críticas y los “librespensantes”.

Sin embargo, la concentración del poder en una sola persona (el presidente) ha erosionado el sistema democrático, el pluralismo político, la independencia judicial, la transparencia de la cosa pública y ha facilitado e institucionalizado la corrupción, máxime cuanto el presidente de hecho era el principio y el fin de la causa partidaria.  Este modelo rompe y desestabiliza el equilibrio que debe existir entre los Órganos del Estado y las instituciones democráticas. Y cuando los poderes políticos, económicos e ideológicos se funden, los derechos y las libertades se asfixian. El hiperpresidencialismo rechazaba todo tipo de control y fiscalización del Órgano Legislativo, los medios de comunicación y las instituciones representativas. Esta figura bloqueó el proceso autonómico; es decir, la vieja política se encargó de asfixiar las nuevas conquistas políticas del siglo XXI.

Evo Morales no solo torpedeo varias veces la Constitución y el sistema interamericano de derechos humanos, sino también al gobierno de su sucesor y ahijado Luis Arce Catacora y a su propio partido: el Movimiento Al Socialismo. En este plano impidió el surgimiento de nuevos líderes políticos, y su partido terminó en el sexto lugar en las elecciones generales del 17 de agosto de 2025 con un 3.17%. Esto evidencia no solo que el ciclo del MAS ha terminado y deja un país devastado y en bancarrota total, sino que el viejo caudillo Evo Morales cometió además un verdadero suicidio político. Y es que el poder absoluto lleva la destrucción en sus entrañas.


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