OpiniónPolítica

Trastabillando hacia 2025

José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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Días atrás tuve el placer de hablar cara a cara (face-to-face no diré porque alguien pensará que escribí fake-to-fake, lo que es tan común hoy día) con un, hasta entonces, amigo virtual transoceánico.

Con mi nuevo amigo presencial, de muy corto paso por nuestro poblao, hablamos mucho porque la zambumbia boliviana era casi fenómeno inescrutable para su experiencia (¿civilizada? ¿democrática? ¿ambas juntas?) y observación desde sus lejanas tierras.

Es verdad que el progreso de la patada arcista en el coxis de Evo a nadie extrañaría: ya es costumbre sudamericana (recuérdese Moreno con Correa y Alberto F con CFK) porque los Cámpora fieles (el Héctor, no la patota del Maximus semper minimus) son ahora rara avis (menos mal que Dilma hubo una sola porque, por seguir el libreto de guardasilla, la desbarró completamente); silletazos, des-silladas, pueblos cerrados y bloqueos por medio son fáciles de entender porque tras el catorceno se rompió en la fuente del entendimiento popular el cántaro de los cuentos de “gobierno indigenista” y “poder para el pueblo”, entendido fehacientemente el ejercer ese poder como el título de aquella gran sátira italiana: “Io, io, io… e gli altri” (“Yo, yo, yo… y los demás”), ya sabemos por quiénes.

Mucho más difícil a mi amigo le era entender a priori cómo tras escasos once meses de una convulsión nacional que hizo al Evo y cofradía botar a volandas la banda (del collar “seguro” sólo se sabe que llegó a un prostíbulo y dizque “algo” salió) y renunciar (¡no con golpe!) tras el descubrimiento y aventada de su fraude, su partido regresara triunfante al Poder a través de “su” designado al estilo del “dedazo PRI”. (Como chimento implícito, dizque algunos que el Jilata David no fue “el designado” por sus pensamientos dislocos y otros que por aquello de que “Indio sólo Yo”; vaya a saber cuál razón… o ambas).

Improvisación, inexperiencia, con un algo de nepotismo y un tanto más de vivillos corruptos, además de dosis de yoísmos en el ambiente, fracasaron los grandes entusiasmos y los mejores propósitos. Eso le expliqué al amigo.

“¿Qué les espera a los bolivianos de acá a las elecciones?” Grave pregunta.

Primero: no hay un Proyecto País. Dejémonos de simplezas: El “Bolivia del Bicentenario” se hizo cuando algunos en el Poder incluso creían simplones que las burbujitas de la cerveza en los compadreríos serían también gas para vender ad aeternum, a la medida de los Nuevos 500 Años. Ni desde el MASArce ni el MASEvo hay un real Proyecto País; tampoco desde las oposiciones.

Tertuliando con amigos (noble ejercicio que debe ser consecuencia de que andamos o superamos el medio centenario) discutíamos qué era más urgente: a) un líder con trascendencia nacional (no lo hay) que uniera a las oposiciones, o b) un movimiento político con vocación nacional (que tampoco lo hay). La conclusión fue aplastantemente mayoritaria: Urgía un Proyecto País real que, en manos de un líder con vocación y visión nacionales, sería la bandera de una organización política con espíritu ganador. No nos engañemos: tiene que ser una organización política, estructurada vertical y horizontalmente, con liderazgos que respalden a un líder lo más lejos de un caudillo para que la 026/2010 (la ley electoral) lo acepte y porque, además, esa ley no acepta estructuras cívicas (las Organizaciones Populares de la 1179/1997 fueron hechas gas hace rato). Ése es el reto.

¿Dos años y poco (menos aun si contamos las Primarias) serán suficientes? Me cuesta mucho esfuerzo decir “sí” aunque es lo que quisiera. Pero proponer ahora un Proyecto País inclusivo y democrático, generar un proyecto de organización nacional con liderazgos locales y un liderazgo nacional renovador (descartando todos los fracasados repetitivos, agrego yo) daría una firme alternativa de Poder, quizás no nacional aún pero sí de Poder legislativo y para los gobiernos subnacionales.

Bolivia avanza hacia una crisis del Estado que cada vez percibimos más (los que gestionan el Estado también y, aterrados, tratan de alargar el desenlace en el tiempo aunque aplican emplastos y banditas cuando hacen falta cirugías). Como en Bolivia 2003 (y, aun más, en Argentina 2001), las mayores explosiones sociales eclosionan cuando silenciosamente el pan se acaba y no hay ya dinero para bizcochos (preguntenselo a la descabezada Marie-Antoinette).

“Son las palabras más silenciosas las que traen la tormenta”. Zaratustra nos lo previene.

Las mayores explosiones sociales eclosionan cuando silenciosamente el pan se acaba y no hay ya dinero para bizcochos.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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José Rafael Vilar

Analista y consultor político

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