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El conflicto interno en el Movimiento Al Socialismo se desarrolla en tres dimensiones: es una batalla personal (Evo-Arce), sectorial (cocaleros-burócratas) y geográfica (El Chapare-El Alto).
No es ideológica ni afecta al alineamiento internacional con el club de las dictaduras globales (China, Rusia e Irán) y regionales (Cuba, Venezuela y Nicaragua).
La intensidad del conflicto, que ha llevado a poner en tela de juicio la narrativa evista sobre los sucesos del 2019, y a desatar fuertes denuncias y contradenuncias entre bandos sobre corrupción y narcotráfico, desmiente la imaginativa tesis de que todo sería una simple escenificación. Un teatro letal que, en ese caso, se parecería demasiado al hara-kiri.
Pero el segundo elemento, la persistencia de un marco ideológico e internacional que abarca a ambas facciones, señala los límites que puede tener esa triple pelea. De ahí el arbitraje realizado hace poco en La Habana, que parece haber ungido temporalmente a Luis Arce, con ciertas condiciones que favorecen a los “superpoderes” de esa alianza.
Sólo en el contexto de esas condicionalidades puede entenderse la adopción del sistema de drones de los ayatolas para “vigilar la frontera” con Argentina, país que sufrió un caso de mega-terrorismo (la AMIA) orquestado desde Teherán. Un dislate de política exterior desde donde se lo mire. Acuerdo que, de ir efectivamente acompañado de la implementación del sistema C-51 de ciber-espionaje, sería además liberticida.
En cuanto a los términos en los que pueda acabar resolviéndose el triple conflicto, una mirada a las nuevas salidas del vicepresidente David Choquehuanca, buscando avivar la demagogia “campo vs. ciudad”, evidencia que puede estar preocupado por la pérdida de posiciones y por una eventual sustitución por Andrónico Rodríguez, como acompañante de fórmula de Arce en el 2025.
Un binomio Arce-Andrónico podría inclinar factores del conflicto sectorial y geográfico hacia el arcismo, aislando aún más a Evo Morales en la batalla de las personalidades.
Por supuesto, todo intento de posicionamiento hacia octubre del 2025 deberá capear las tormentas que Madame Economía prepare para los próximos dos años, en medio del agotamiento del modelo de despilfarro clientelar que ya no cuenta con los ingresos extraordinarios del gas, y ante la inminencia de que Bolivia quede reducida a país de tránsito de los hidrocarburos de Vaca Muerta hacia el Brasil.
Lo racional sería concertar otra ley del gas, congelar las contrataciones en el Estado, destrabar exportaciones y gestionar el apoyo de los nuevos fondos que prepara la Unión Europea. En cambio, la agenda puede estar más inclinada hacia una búsqueda de salvatajes de corto plazo, de los caramelos envenenados que puedan ofrecer las potencias autoritarias.