Un nuevo horizonte internacional
Hasta los 90 parecía que la realidad del mundo se explicaba por el enfrentamiento capitalismo-comunismo. Pero con el fin de la Guerra Fría, eso desapareció. A partir del ataque de Hamas a Israel se encendió un conflicto que se extendió al mar Rojo y al océano Índico. Esto puede tener consecuencias terribles, dice el autor, que apunta a que los enfrentamientos han llegado hasta Karachi, la ciudad más poblada de Paquistán, único país islámico que posee armamento nuclear. El choque entre la cultura occidental y la islámica pone en riesgo los valores de Occidente y los de la humanidad como la entendemos: nos puede conducir a una Tercera Guerra Mundial.
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Hasta 1990 parecía que la realidad política del mundo se explicaba por el enfrentamiento entre entre el capitalismo y el comunismo. Esquematizando bastante, estaban en un lado quienes defendían la democracia y el capitalismo y en el otro los colectivistas, que pretendían instaurar la dictadura del proletariado y estatizar los medios de producción.
Con el fin de la Guerra Fría esa oposición desapareció. Casi todos los países del mundo adoptaron el capitalismo, nadie busca actualmente instaurar la dictadura del proletariado en ningún sitio, las contradicciones de los países se definen más bien por sus identidades religiosas y culturales.
Aunque su liturgia hace parecer que tiene algo que ver con el marxismo, China no es un país comunista. Mantiene su milenaria cultura confucionista, que le permite incorporar al capitalismo, sin una ruptura con el maoísmo. Para entender a China hay que leer a Confucio, no a Marx. Es el segundo país capitalista más importante del mundo, en el que hay más multimillonarios que en los Estados Unidos. Los dos compiten por cuál es el que tiene más unicornios en su territorio.
Desde el punto de vista científico, China desarrolla su tecnología con adelantos alucinantes. En el campo de la robótica, la inteligencia artificial, y todos los adelantos de punta, Shenzhen es la única ciudad del mundo que compite con Silicon Valley. Como dicen algunos científicos, los chinos tienen a su favor el ateísmo predicado por Confucio, que les permite actuar más allá de lo que ellos llaman filosofía, lo que en Occidente llaman ética. La ciencia china, en lo que respecta a las innovaciones en la vida, incluida la humana, avanza sin ningún límite. Pronto habrán desarrollado tipos nuevos y superiores de humanos.
La contradicción de Occidente con China no tiene que ver ni con el socialismo ni con el proletariado, sino con intereses concretos. Si las organizaciones sindicales argentinas aceptaran leyes laborales como las chinas, el salario, las condiciones de trabajo y la jornada laboral volverían a los orígenes del capitalismo y los empresarios argentinos podrían enriquecerse tanto como los chinos.
Muchas cosas que tuvieron sentido hasta que cayó el Muro de Berlín se descalabraron. No existe más la revolución que algunos invocan para instalar dictaduras militares, capitalistas y cleptócratas en el Caribe. Ni en Nicaragua, ni en Venezuela, después de décadas de gobierno revolucionario, aparece ningún resultado favorable para los pobres o para la clase obrera. Son países donde los militares y sus familias se han enriquecido de manera desorbitada, expulsando a un porcentaje importante de la población, que huyó porque moría de hambre.
Las propuestas de otros líderes de la vieja izquierda se han licuado en una sociedad en la que nadie entiende las siglas PC como Partido Comunista, como lo hacíamos en los setenta. Significan ahora personal computer, los héroes de la revolución juvenil son hackers y no guerrilleros, nadie piensa ir de voluntario a la zafra cubana, es más interesante jugar con la inteligencia artificial.
Existe un eje formado por Rusia y el islam, que es el principal enemigo de Occidente y de los Estados Unidos. Dejemos lado, por el momento, a la resurrección de la Rusia de los zares y su expansión hacia Ucrania, los países bálticos y Finlandia. Putin no es el líder mundial del proletariado que busca la liberación de los obreros de las cadenas del capitalismo, sino un zar igual a Iván el Terrible, con su mismo método, crueldad y mesianismo eslavo.
Hay otro tema que pone en peligro la subsistencia misma de Occidente y de la humanidad como ahora la entendemos: el choque de la cultura occidental con la islámica que nos puede llevar a una Tercera Guerra Mundial. Para entenderlo, necesitamos conocer elementos culturales que van más allá de la economía.
No se puede suponer que el islam es lo mismo que el cristianismo. Jesús vivió como un hombre sencillo, no tuvo cortes, ejércitos, ni pretendió construir un reino. Creía que el fin de los tiempos estaba muy próximo y se preparaba para ese evento.
Mahoma fue distinto: más que un líder espiritual, fue un rey guerrero y un político. En su doctrina la fusión de la religión con la política es inevitable, porque refleja lo que fue su vida. El islam no puede concebir una democracia laica porque cree que existe una ley congelada en el tiempo, compuesta por los preceptos que predicó Mahoma, que pueden ser interpretados por expertos, pero nunca alterados.
En cada país y cultura islámicos, los que interpretan la religión son juristas, que pueden hacer interpretaciones legales del Corán, pero en su cultura no se discute si se deben interpretar los textos religiosos de manera literal o figurada como en el cristianismo. La verdad está en el texto del Corán y nada puede contradecirlo.
A partir del ataque de Hamas a Israel se encendió un conflicto que ahora se extendió al mar Rojo y al océano Índico. Esto puede tener consecuencias terribles porque los enfrentamientos han llegado cerca de Karachi, la ciudad más poblada de Pakistán, el único país islámico que posee armamento nuclear. Pakistán es un estado religioso, que mantiene oficialmente una estructura paramilitar terrorista para luchar por el islam, parecido al Hezbolá iraní. Es una zona en la que están situados países islámicos que no son árabes, pero son fanáticos religiosos: Irán, Pakistán y Afganistán.
El que concentra las iniciativas bélicas es Irán, que financia a los principales actores de la confrontación, Hamas, Hezbolá y los hutíes de Yemen. En febrero de 1979 se instauró la Republica Islámica, una teocracia que no tiene nada de democrática, dirigida por el Ayatollah Ruholá Musavi Jomeini que decía ser descendiente directo del profeta. Proclamado Imán, asumió todos los poderes de un país en el que se promulgó la sharia, la ley islámica. Por debajo del Imán está la Asamblea de Expertos, compuesta por juristas y clérigos ortodoxos, que se especializan en la interpretación de los textos sagrados, que eligió a su sucesor, el Ayatollah Jamenei.
Existe una Policía Moral y grupos antivicio que vigilan a la población para que se observe estrictamente los preceptos legales religiosos. Las mujeres están obligadas a usar velo, no hacerlo puede significar la pena capital. Oponerse a la República Islámica en cualquier detalle puede significar las muerte y la condena al infierno.
En 2005, asumió la presidencia de Irán Mahmud Ahmadineyad, representante de la línea más fanática de clérigos, que se preparaba para el fin del mundo. Este líder, que negaba el Holocausto, amenazaba con borrar del mapa al estado de Israel y defendía la legalidad del programa nuclear iraní, firmó el memorándum de entendimiento con el gobierno argentino de Cristina Fernández, el 27 de enero de 2013, justamente el día en el que el mundo recuerda la Shoa. La simpatía de algunos políticos argentinos con Irán solo se explica por su odio a los Estados Unidos y su escasa cultura religiosa.
Las ultimas décadas ha crecido la escalada antioccidental de los islámicos y se ha convertido en un problema nacional en Europa. Arreció la persecución a los cristianos. En varios países islámicos se ha aplicado el precepto de que, cuando un creyente abraza el cristianismo, debe ser ejecutado. Nada fuera del islam. La legislación de Arabia Saudita establece que quien es ateo es terrorista y debe ser perseguido como tal.
En Nigeria se instaló la interpretación del Islam Boko Haram (la traducción al castellano es “la educación occidental es pecado”), una organización enorme, que roba y trafica petróleo, apoya a Hamas y al terrorismo islámico, que ha matado a 50 mil cristianos en ese país y en Niger. Los cristianos asesinados en el norte de África y en el Medio Oriente en esta década ascienden a cerca de 500 mil. La Iglesia católica no ha protestado por estos asesinatos, pero ha organizado un departamento para defender los intereses de los islámicos inmigrantes de Europa, en el que participa el jurista argentino Eugenio Zaffaroni.
Los líderes de Hamas anunciaron, hace poco, que pronto ocuparán El Andaluz, que es como llaman a España. Se da una migración masiva de islámicos a Europa, que ha suscitado un problema novísimo: no llegan para integrarse a esos países, sino que pretenden tomarlos para integrarlos a su cultura e imponer su religión.
En Ceuta, una diputada islámica propuso que se prohíba la ingesta de jamón en las escuelas españolas, porque eso molesta a los niños islámicos. En Holanda y Suecia las cosas se han ido de la mano de las autoridades, provocando la reacción de los holandeses, que eligieron a la “extrema derecha”, que no es otra cosa que una expresión de los holandeses que no están dispuestos a cambiar su cultura porque lo imponen algunos extranjeros.
En Estocolmo, hay barrios en los que, grupos de islámicos, apoyados por delincuentes, han impuesto la vigencia de la sharia. Un informe del gobierno dice que las áreas denominadas “zonas de alta peligrosidad” por la aplicación de esta legislación en Estocolmo, crece de manera desordenada. En enero, la policía pidió la presencia de las Fuerzas Armadas en la ciudad, impotente para controlar el problema,.
En Dinamarca, el gobierno encabezado por el partido socialista aprobó una normativa para impedir el ingreso de nuevos refugiados y una ley antiguetos que permite destruir los barrios que concentran a los migrantes islámicos. En donde existen más de 40% de viviendas sociales, deben ser derribadas, para que se instalen en ese sitio habitantes europeos, con empleo, que no se puedan integrar a la cultura del gueto. Se aprobó también que cuando un inmigrante cometa un delito, se le aplique el doble de la pena que a un nacional. La otrora superliberal Dinamarca confronta con la Union Europea por estas medidas, calificadas de extremistas.
Las ONG nórdicas, que fueron tan generosas con minorías, como los mapuches, grupos indígenas de la región andina y otros en Africa, perdieron todos sus fondos.