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En la tradicional agrupación carnavalera Tauras, se planteó la necesidad de hacer un llamado público a los candidatos de la oposición (Samuel Doria Medina, Jorge Quiroga, y Manfred Reyes Villa) para que se unan, eviten la dispersión del voto y se haga una sola alianza para enfrentar en mejores condiciones a las fracciones del Movimiento Al Socialismo (MAS). Sin embargo, como están evolucionando las cosas, parece más fácil que estas fracciones se terminen uniendo (se avanzaba en un primer pacto entre Morena de Eva Copa y Evo Morales) por una cuestión de supervivencia y de garantizarse impunidad.
En el diagnóstico se establece que Bolivia atraviesa uno de los momentos más críticos y desafiante de su historia reciente. Después de dos décadas de saqueo de recursos, despilfarro económico y corrupción institucionalizada, el deterioro de las instituciones y la fractura social, hoy nos enfrentamos a la urgencia de cerrar la posibilidad de que la política vuelva a ser secuestrada por quienes la convirtieron en botín.
El llamado advierte que, mientras los viejos aparatos del populismo trabajan día y noche para reagruparse, reproducir el poder y garantizarse impunidad, los partidos y liderazgos democráticos permanecen atrapados en cálculos mezquinos, divisiones estériles y la peligrosa ilusión de que es posible derrotar un bloque hegemónico sin unidad, haciendo cada uno lo suyo. La ciudadanía no puede seguir observando con resignación. Es tiempo de que esa misma ciudadanía exija con claridad un compromiso público, transparente y verificable de unidad democrática. Un acuerdo que anteponga el futuro de Bolivia a los intereses personales, que defienda la libertad frente al autoritarismo y que ponga fin a la dispersión, que tantas veces se ha traducido en derrotas por defecto.
El llamado reitera e implora: 1) Que Bolivia no puede darse el lujo de repetir el ciclo de fragmentación opositora que permitió la consolidación del saqueo y la impunidad; 2) La unidad no es una concesión generosa de los políticos: es un mandato urgente de la sociedad; 3) Ningún liderazgo democrático podrá justificarse si persiste en anteponer su ambición personal a la responsabilidad histórica de salvar la república; 4) El futuro de la democracia, la seguridad y las oportunidades de progreso dependen de la capacidad de articular un frente común, que defienda la voluntad popular y garantice la alternancia pacífica.
Los candidatos de las fuerzas democráticas deben conformar de inmediato un acuerdo unitario con reglas claras, que incluya, como mínimo: a) Un compromiso explícito de respeto mutuo y de coordinación electoral; b) La definición de mecanismos de control del voto y defensa del resultado; c) La presentación de un programa mínimo que devuelva confianza a la ciudadanía.
La iniciativa también convoca a la sociedad civil, a los medios de comunicación, a los jóvenes y a quienes no quieren resignarse al fracaso repetido, a alzar su voz y respaldar este clamor colectivo. Porque no se trata de simpatías ni de rencores, sino de responsabilidad histórica. Porque no hay tiempo que perder. La unidad posible puede darse en este poco tiempo que falta para concurrir a las urnas. También puede darse con posterioridad a las elecciones, pero la campaña puede causar heridas, sensibilidades y restar fuerza. La unidad es aún mayor si vemos las encuestas y las preferencias de los ciudadanos, y la necesidad de que las fuerzas democráticas no solo deben ganar (por ganar) sino garantizarse la gobernabilidad.
En caso de perder el gobierno (como todo indica que sucederá), el masismo no se quedará de brazos cruzados. Ni bien termine la ceremonia del cambio, se dedicará a hacer lo que mejor sabe hacer y tiene apoyo internacional: cercar, bloquear, paralizar el país, exigir lo imposible, y achacar de la crisis a la derecha, etc. En cualquier caso, se necesita que el gobierno de las fuerzas democráticas tenga una mayoría absoluta, la fortaleza, y la musculatura suficiente para diseñar, tomar y ejecutar las durísimas medidas que se necesitan para solucionar los problemas estructurales del pueblo boliviano. La transición política no será nada fácil, y las fuerzas democráticas necesitan estar unidas para salvaguardar los principios y valores democráticos (que están totalmente amenazados). Nunca más oportuno el slogan: nos unimos o nos hundimos.