¿Va China a suicidarse?
Manuel Hinds dice que si bien ciertas estadísticas del pasado parecen confirmar que China va a reemplazar a EE.UU. como la hegemonía mundial, quienes apuestan a China están alineándose con un caballo perdedor.
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Por Manuel Hinds1
Hay muchos países en desarrollo, incluyendo El Salvador, que parecen estar convencidos de que deben cambiar sus alianzas de EE.UU. a China porque este país está en el camino de reemplazar al primero en su hegemonía mundial. Las estadísticas del pasado parecen confirmar que eso va a suceder. Diferente a Rusia, que, como dijo John McCain, es una gasolinera con cohetes nucleares (porque toda su economía está basada en petróleo y gas), China tiene una economía moderna e integrada con el mundo. Ha crecido enormemente en las últimas décadas basada en exportaciones y niveles récord de inversiones de Occidente, y es parte de las redes de suministro que abastecen al globo entero.
Su expansión comenzó cuando el presidente Richard Nixon visitó Beijing en febrero de 1972. Esa visita marcó la apertura de China al mundo y del mundo a China. Marcó también el momento en el que China comenzó a desarrollar una personalidad doble, en la que se sigue llamando comunista sólo porque está bajo el comando de un partido que se dice comunista pero que no actúa como tal. En la realidad, el país funciona como un país capitalista, aunque no democrático ni liberal.
Por varias décadas, esta contradicción ha sido interpretada en el Occidente como resultante de las diferentes velocidades de diversos actores en su ajuste a un proceso que la está llevando del comunismo a, primero, un formato capitalista, y, luego, a una democracia liberal. El sueño era que China iba a convertirse en la economía más grande del mundo y se iba a integrar a la familia de las democracias liberales.
Pero este sueño está mostrando quebraduras muy serias. Una de estas es que el rompimiento de muchas redes mundiales de suministro debido al COVID-19 ha ahuyentado a muchos inversionistas. Muchas empresas estadounidenses que producían en China han decidido suplirse desde fuentes más cercanas para reducir el riesgo de perder sus suplidores por otra crisis similar.
Pero el peor de los problemas que confronta China proviene de ella misma. Con la llegada de Xi Jinping al poder China se está volteando en contra de las políticas y los socios que le han dado los triunfos que hasta ahora ha tenido. Esto se ha manifestado de tres maneras. Primero, sus afirmaciones de lealtad al comunismo se han multiplicado en número y fuerza, abriendo la posibilidad de que lo que se ha interpretado como la migración de comunismo a capitalismo y la democracia no es una línea recta sino una gran curva que lleva al capitalismo y luego cruza para llegar nuevamente al comunismo. Segundo, su retorno a la idea de invadir Taiwán. Tercero, su agresividad contra el Occidente. Estas tres políticas van a terminar de ahuyentar la relación con el Occidente que le dio su crecimiento a China, a través de las enormes inversiones, las transferencias de tecnología y la integración a las redes globales de suministro. Sin esas tres cosas, China será un país seriamente debilitado que será superado por otros países, libres, en un par de décadas. China no tiene el potencial de crecimiento que le da su superioridad científica y económica a Occidente. Llevar adelante estas políticas sería el suicidio de China, el resultado no de decisiones racionales sino de resentimientos y ambiciones desmedidas de poder.
Estas políticas no son solo pronunciamientos verbales. El gobierno ya ha tomado muchas acciones autodestructivas, entre ellas la salvaje represión de Hong Kong, que era una enorme conexión con el sistema financiero mundial; el genocidio de los musulmanes Uyghurs en Xinjiang; la progresiva concentración de poderes económicos, políticos y militares en Xi Jinping; la brusca represión a las empresas chinas líderes de alta tecnología como Alibaba y Pundioduo, ByteDance (TikTok) y Ten Cent con la explicación que el gobierno quería promover productos que tuvieran un mejor impacto en la población; las agresivas palabras llenas de odio de Xi Jinping hacia el Occidente, el capitalismo y la democracia liberal; y las crecientes amenazas contra Taiwán. Todo esto va creando un ambiente siniestro alrededor de China que está alejando expertos indispensables para su progreso y capitales y redes de distribución para sus productos. Estos problemas se complican con un problema demográfico muy serio, causado por la prohibición de tener más de un hijo que China mantuvo por varias décadas. Este año 2022 marca el pico del crecimiento de la población. De ahora en adelante comenzará a disminuir, y lo que quede será una población mayormente de viejos, con los jóvenes trabajando para mantenerlos. Con las tendencias actuales, la población de China será menos de la mitad al final del siglo XXI. Con una población contrayéndose, el poder de China se contraerá también.
Los que están apostando a China están apostando a caballo perdedor en los tiempos difíciles que vienen.
1es ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009).
*Este artículo fue publicado originalmente en elcato.org el 19 de agosto de 2022