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El populismo de izquierda latinoamericano, junto a sus socios transatlánticos de España, parecen estar pasando por un periodo de fricciones y desarticulación, aunque una interpretación alternativa sería más bien la de una diferencia de estilos o “velocidades”.
Esto último, recordando lo que le dijo Lula da Silva a Hugo Chávez hace ya muchos años: “vamos a velocidades distintas, pero vamos al mismo lugar”.
Para empezar, Lula, Gustavo Petro y Gabriel Boric tomaron distancia del manejo arbitrario y descarado que Nicolás Maduro estaba haciendo del proceso electoral venezolano, con señales que han contenido en algo las arremetidas autoritarias contra la oposición, al punto que desde ésta se ve al chavismo como “absolutamente derrotable” y comienzan a ofrecerle garantías de no persecución en un futuro gobierno.
Pero esto no impide que, al mismo tiempo, los tres presidentes “democráticos” sigan poniendo en riesgo la calidad institucional en sus propios países, el primero con una judicialización tendiente a restringir la libertad de expresión en las redes sociales, el segundo con un proceso constituyente y el tercero dándole nuevas cuotas de poder al Partido Comunista.
Mientras tanto, en España, Pedro Sánchez aprieta el acelerador autoritario contra la prensa y los jueces, y ya hay quien habla de un “pedronismo”, jugando con el nombre del presidente y con el peronismo como estilo de gobierno personalista. Por supuesto, la estrategia de Sánchez tiene que ver con las cercanas elecciones europeas, apostando deliberadamente por la polarización. Con un PSOE, ciertamente, tan alejado del centrismo de las épocas de Felipe González, y más cercano a lo que fue su ala radical con Francisco Largo Caballero (el “Lenin español”) durante la segunda república.
De cara al proceso electoral europeo, la centroderecha del PP logró un fichaje espectacular, incorporando a su lista nada menos que al filósofo Fernando Savater, referente del pensamiento liberal entendido en toda su amplitud y sin reduccionismos, y quien ha dicho que la administración de Sánchez es “el peor gobierno desde que se puso en marcha la democracia”.
Volviendo a América Latina: quien parece haber llegado a “ese lugar de donde los políticos nunca regresan, el ridículo”, es Evo Morales, quien juraba tener el apoyo del Grupo de Puebla, pero acabó mostrándose suplicante por un proceso de primarias. Ante el congreso arcista que lo destituyó de la jefatura partidaria, su sector amenaza con un nuevo ciclo de bloqueos carreteros y el ex autócrata pide a sus bases “paciencia, dos semanas”, calibrando las dimensiones del error que podría cometer. Si se equivoca, no hay que interrumpirlo.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo