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Vuelta de página

Hernan Terrazas

Periodista

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Después de casi 16 años en que los discursos oficiales establecían como caprichosa referencia de refundación histórica el 22 de enero de 2006, día además que se conmemora como el empalme, también caprichoso, entre el estado plurinacional y una visión idílica del mundo y las culturas prehispánicas parecería que la profunda división interna que afecta al Movimiento al Socialismo ha comenzado incluso a influir sobre un cambio en la narrativa.

Después de escuchar el informe del presidente Luis Arce, uno no puede ignorar que se refirió al intelectual, escritor y líder socialista, Marcelo Quiroga Santa Cruz, como el primer y más importante gestor de la nacionalización de los hidrocarburos, alusión que seguramente debió molestar a Evo Morales,  que se apropió de ese “mérito” a pesar de haber sido solo ejecutor de una ley aprobada en otro gobierno por Hormando Vaca Diez, el presidente del Congreso Nacional en tiempos de la presidencia de Carlos Mesa.

Bastaron unas cuantas palabras y un nombre en el mensaje del presidente para dejar a Evo Morales en un papel secundario en lo que hace a la defensa de los recursos naturales. De paso, Arce habló en un “tono” diferente, más seguro quizá, luego de marcar un antes y un después con la suscripción de un contrato de largo plazo con una reconocida empresa china para la explotación del salar de Uyuni.

Con la era del gas y de Morales en franco declive, al menos quedó abierta otra etapa donde la industrialización del litio podría marcar el futuro de la historia económica de Bolivia. No hay que echar las campanas a volar, pero indudablemente hay hitos que marcan el rumbo de las gestiones y de los líderes que las encabezan.

Si Arce hasta ahora podía hablar únicamente de un discutible récord mundial de baja inflación, en adelante podrá añadir algo de litio a las baterías de su trayectoria política. Algo es algo para una administración más bien gris a la que le cuesta definir su identidad, al extremo que abre agresivos frentes de conflicto en Santa Cruz, se mete en los asuntos internos de Perú o advierte contra ilusorias desestabilizaciones de la derecha simplemente para mostrar que también puede recurrir al mismo discurso y actitud radical de su antecesor.

Si el MAS fue el partido de la era de bonanza del gas y Morales el símbolo, parecería que Arce intenta llevar las cosas en una dirección tal que el bloque popular o lo que se conoce como “izquierda” no sea rehén de un partido o propiedad de un personaje, independientemente de que esa elección signifique la ruptura y el inicio de un nuevo ciclo.

El informe del 22 de enero reveló, además, que Morales cayó del pedestal partidario. Fue protagonista, pero ya no el único de la llamada “revolución democrática y cultural”. Arce habló de “las luchas” del pueblo en todos los momentos históricos y evitó hablar de las “personas”.

Como lo hizo antes el vicepresidente David Choquehuanca, también el presidente se refirió a la “película”, no a los “actores”, y mucho menos a un “director” vitalicio, condición que Morales ostenta en su partido gracias al voto de algunos obsecuentes.

En ausencia del expresidente, quien recibió una invitación tardía, Arce se dio un solitario y prolongado baño de pueblo en el balcón de Palacio Quemado, como insinuando que ya se viven otros tiempos y que las lealtades se construyen/simulan desde y con el poder real, y no desde Buenos Aires, hasta donde llegó Morales para recibir algunos honores y las palmaditas de hombro que ya no consigue con tanta facilidad en Bolivia. Es la vuelta inevitable de página, que a todos les toca.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Hernan Terrazas

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