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¿Llegará a Bolivia Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos, para la posesión del nuevo presidente boliviano Rodrigo Paz? Es probable. Estados Unidos fue uno de los primeros países en felicitar al presidente electo por su triunfo en el balotaje del 19 de octubre. ¿Te imaginas el despliegue de seguridad y protocolo que habrá en La Paz o Sucre —aún no se definió donde será la transmisión de mando— si confirman su arribo? Más allá de esos detalles, de primer orden cuando se trata de las principales autoridades estadounidenses, hay que escudriñar las implicaciones geopolíticas para la administración de Donald Trump.

El comunicado de felicitación de la Casa Blanca contiene dos aspectos que llaman la atención. El ofrecimiento de apoyo para resolver uno de los temas más angustiantes para los bolivianos como es la falta de combustibles desde hace meses y el interés manifiesto para que ambos países, de manera conjunta, libren una lucha frontal contra el crimen organizado, léase tráfico de drogas, armas, minerales, seres humanos, carburantes, vehículos robados y otras actividades ilícitas que generan ganancias multimillonarias y suelen afectar a la sociedad estadounidense.

El 2 de septiembre, Rubio llegó a México y se entrevistó con la presidenta Claudia Sheinbaum, quien juró el 1 de octubre de 2024 para cumplir un nuevo sexenio. Al margen de los protocolos y los saludos mediáticos, el mensaje transmitido por el canciller de Estados Unidos fue claro: dejar de proteger y entregar a prominentes autoridades de la gestión de Andrés Manuel López Obrador y del actual gobierno implicadas con los carteles mexicanos. La administración de Sheinbaum entregó vía deportación a más de 50 narcos. No fue suficiente.

En febrero de este año, el gobierno de Trump declaró a seis carteles de México —Cartel de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Carteles Unidos, Cartes del Noroeste, Cartel del Golfo y la Nueve Familia Michoacana— como organizaciones terroristas, además del Tren de Aragua venezolano y la Mara Salvatrucha salvadoreña. El último en ingresar a la lista fue el Cartel de los Soles controlado por la cúpula del chavismo.

La presión de Estados Unidos a Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino, entre otros, es de frente con el asedio militar en el mar Caribe que incluye 8 buques de guerra, aviones, helicópteros, submarinos y miles de marines. Ya se han hundido narcolanchas y un narcosubmarino para que la cúpula chavista se rinda. Además, se autorizó a la CIA realizar operaciones encubiertas para la captura o eliminación de Maduro, Cabello y Padrino. En el caso mexicano, la presión en más sutil, pero presión al final. “Estamos jugando con mano dura”, afirmó Trump el 9 de agosto.

Todo apunta a que 17 años después, Bolivia y Estados Unidos podrían normalizar sus relaciones diplomáticas plenas con el eventual nombramiento de embajadores, lo que abrirá la puerta para que el o la representante de Trump en La Paz tenga la posibilidad de transmitir directamente decisiones de su gobierno en cuanto a la lucha contra el crimen organizado, además de otras iniciativas para ir consolidando la renovada relación bilateral.

Será clave, por tanto, quiénes serán nombrados como ministros de Relaciones Exteriores y de Gobierno, además de viceministros de Defensa Social y Régimen Interior. Ni qué decir con la designación del embajador boliviano en Washington, luego de que los máximos representantes diplomáticos han sido los Encargados de Negocios. El exjefe antidrogas Maximiliano Dávila, extraditado este año a Nueva York por narcotráfico, habría cambiado su estrategia jurídica y podría terminar incriminando a Evo Morales y otras altas autoridades del régimen de los 14 años.

¿Aplicará Estados Unidos presión a la mexicana o a la venezolana? Morales y otras exautoridades de Estado deberían comenzar a preocuparse, así como narcos extranjeros que han convertido a Bolivia en un santuario comprando la protección y la complicidad de ciertos jefes policiales, además de autoridades fiscales, judiciales y gubernamentales. ¿Habrá entregas de gente reclamada por tribunales estadounidenses vía deportación? En diciembre de 1989, el entonces presidente Jaime Paz Zamora decidió entregar al “exministro de la cocaína” Luis Arce Gómez, quien fue subido a un avión estadounidense en pantuflas.

En los próximos días sabremos si el jefe de la diplomacia estadounidense y hombre de confianza de Donald Trump arribará a Bolivia para presenciar la despedida del populismo autoritario con la salida de Luis Arce por la puerta trasera y la inauguración de un nuevo ciclo con la posesión de Rodrigo Paz. Será el momento en que la administración Trump habrá dado un paso importante para expandir la denominada lucha contra las organizaciones narcoterroristas.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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