OpiniónPolítica

Yo tengo una voz

Escucha la noticia

Al igual que vos (seguro en algo vamos a coincidir), soy papá, soy hijo, tengo un poco más de cuarenta años. También soy deportista, profesor, emprendedor, fraterno, amigo, coach, asesor. Por alguna de esas facetas, seguramente ya nos cruzamos o coincidimos. Porque como vos, vivo muchas historias al mismo tiempo. Y de cada una aprendí que el silencio puede ser cómodo, pero no mejora nada.

Tengo una voz. Y hace años la uso para trabajar, para formar, para disentir sin miedo, para construir sin esperar aplausos. La he usado en la universidad, en empresas, en canchas, en reuniones de estrategia, en consultorías y en sobremesas familiares. Siempre con la misma convicción: decir lo que pienso, hacer lo que digo y sostenerlo aunque incomode.

Hoy esa voz se vuelve aún más necesaria. Porque Bolivia está atravesando un deterioro profundo, no solo en lo económico, sino también en lo moral y en lo ambiental.

En lo económico, lo sabemos todos: vivimos en una ficción sostenida con deuda, reservas agotadas y controles inútiles. El tipo de cambio ya no aguanta, los incentivos están torcidos y producir se ha vuelto una carrera de obstáculos, no de mérito. El aparato estatal castiga al que emprende y premia al que se acomoda. No hay crédito, no hay previsibilidad, no hay reglas claras.

En lo moral, el daño es más silencioso pero más grave. La corrupción dejó de indignar. Las autoridades extorsionan con naturalidad, se reparten pegas, blindan a los suyos y se justifican sin rubor. El cinismo se volvió doctrina. Y mientras tanto, los que estudian, los que trabajan, los que crían hijos con esfuerzo… quedan afuera del relato.

En lo ambiental, estamos hipotecando el futuro sin siquiera medir el costo. Se desmonta sin control, se incendia sin castigo, se prioriza el extractivismo a corto plazo sin pensar en el agua, en la tierra, en el aire que van a respirar nuestros hijos. No hay desarrollo posible sin cuidar el territorio.

Frente a esto, no alcanza con indignarse en redes ni con votar cada cinco años. Hace falta dar un paso más. Y no para ocupar un cargo, sino para ocupar un espacio de representación con voz propia, con mirada técnica, con valores firmes y con sentido común. Yo no vengo a gritar, vengo a proponer. Y si toca incomodar, mejor.

Sé lo que implica dar este paso. Y sé que hay más de uno que quisiera que me calle. Pero no lo voy a hacer. Porque esta voz no me la inventé ahora. Viene de años de trabajo, de coherencia, de caminar los mismos espacios que camino hoy.

He aceptado la invitación para ser candidato a diputado por mi circunscripción uninominal, por mi zona, por mi barrio, para llevar esta voz a la Asamblea Legislativa.

Porque la gente que trabaja, que educa, que produce, que cuida, también merece tener representación, no solo presencia.

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


Cuentanos si te gustó la nota

100% LikesVS
0% Dislikes

Publicaciones relacionadas

Abrir chat
¿Quieres unirte al grupo de Whatsapp?
Hola 👋
Te invitamos a unirte a nuestro grupo de Whatsapp