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Gonzalo Chávez: “Hay que repensar el modelo de desarrollo, hacia uno basado en el capital humano”

Gonzalo Chávez compartió sus ideas para superar los problemas y desafíos de la economía boliviana.

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Chávez es profesor universitario y columnista. Tiene estudios doctorales en la Universidad de Manchester, maestría en administración pública por la Universidad de Harvard, maestría en política económica en la Universidad de Columbia y maestría en economía y relaciones internacionales por la Pontificia Universidad Católica de Rio de Janeiro.

“Hay que tener un abordaje prescriptivo, ahora que la situación puede ser delicada para los agentes económicos. Tenemos el diagnóstico de cortísimo plazo y el estructural. Este último tiene que ver con el agotamiento del modelo primario-exportador, rentista y centralista. En realidad, del patrón de desarrollo que comienza con la fundación de la república, porque Bolivia siempre ha apostado por los recursos naturales: plata, estaño, gas y ahora se cree en el litio”, indicó.

El economista dijo que este agotamiento “tiene que ver con el declive en el ciclo del gas natural, que fue un elemento de financiamiento sumamente importante, que le daba al Estado 2.500 millones de dólares anuales y eso ha bajado a la mitad. El modelo se quedó sin el oxígeno financiero que venía del gas. Parcialmente, eso fue sustituido por mayor endeudamiento interno y externo, pérdida de reservas internacionales, caída del PIB y aumento del déficit público. Hay un desafío de dos escalas: resolver los problemas de corto plazo para que la gente no se ponga muy nerviosa y reencaminar el modelo de desarrollo”.

“Hemos vuelto a que ahora viene el litio o la plata, cuando es posible otro modelo, no exclusivamente enfocado en los recursos naturales, en la Pachamama. Hay que ver los territorios inteligentes que se han creado en el mundo. Bolivia ya no está solamente al lado de Brasil y Argentina, las fronteras en el territorio inteligente, en la nube de Internet, pueden ser China, Estados Unidos y Europa. Nuestro Silicon Valley que es Cochabamba está al lado de Bangalore”, remarcó.

Chávez consideró que hay “una oportunidad interesante para repensar el modelo de desarrollo, a uno que apueste al capital humano, el conocimiento, la tecnología y la innovación. Vamos a tener una transición. El litio debería ser la última frontera extractivista y la primera de la cuarta revolución industrial. Hay que crear la narrativa y la expectativa. La transición puede durar todavía mucho tiempo, pero hay que pasar del concepto antiguo de industrialización de los minerales a la industrialización para los recursos naturales, con servicios e industrias colaterales que puedan hacer saltar a otras ramas o sectores. Si Finlandia hubiera seguido el camino de Bolivia habría pasado de la madera al papel, pero saltó de la madera al celular. Tenemos casi 500 años de minería y a nadie se le ocurrió hacer un software para ese sector”.

“En el litio, en vez de pensar sólo en baterías hay que verlo como parte de las nuevas ventajas comparativas: frío, sol, viento y energías renovables. Pensar el altiplano boliviano como un gran cluster tecnológico y atraer a nubes de Internet como Google o Amazon. Ofrecer refrigeración baja a 5.000 metros de altura, porque los servidores necesitan mucho frío. Uno de los elementos de esa cadena productiva podría ser el litio. Parecerá ciencia ficción, pero en La Quiaca, Jujuy, acaban de poner un parque eólico de 200 megas y el primer servidor de Amazon para América Latina también va a estar en Jujuy. Es posible otro modelo de desarrollo, que junte recursos humanos con recursos naturales y que mire hacia el futuro”, señaló.

El experto recordó que “50 años atrás, quienes pensaban a Bolivia en el futuro hablaban del Hub, el tema de la distribución geográfica, conectarnos con Brasil o con Asia a partir de Chile y Perú. Ahora también hay otros integradores en los territorios inteligentes. Hay dos terremotos mundiales: Asia con servicios y comercio, y el otro es Brasil. A China le interesa Brasil. Bolivia debería ser pensada como un Panamá seco. China quiere alimentos y de ahí toda la revolución que se puede dar en la agroindustria. En la cadena de llevar electrodomésticos y tecnología de China a Brasil, podemos ir produciendo ciertas cosas y ser parte de la cadena. Al revés también, con una agroindustria de alimentos gigante. Hay que pensar en biotecnología”.

El cambio mundial del offshoring al nearshoring también fue señalado por el economista como una oportunidad: “La globalización tradicional ha quedado en segundo plano y se está reconfigurando el mundo de las inversiones. Las cosas se pueden hacer afuera pero tienen que estar cerca. Implica cambiar la filosofía de cómo te abres al mundo. Se pueden atraer cadenas productivas que estaban en China y que ahora pueden estar en Bolivia o Brasil. Es una ventana de oportunidad. La cercanía va a ser fundamental, pero también la confianza. De nada sirve estar al lado cuando se expropia”.

Chávez subrayó la responsabilidad democrática del “debate de las ideas, que es fundamental, la discusión de las narrativas que tienden a ser conservadoras, pensando que lo que hemos hecho es lo mejor y no hay más. Las sociedades también son emprendedoras en ideas, no solamente en producción. La transformación digital y la agricultura de alto rendimiento son horizontes de desarrollo que debemos evaluar y adaptar. Hay que mostrar que muchas cosas comienzan en el mundo de las ideas. Es nuestra tarea. Si se cierra el debate de las ideas se entra en un oscurantismo. Las ideas están cargadas de futuro: en un celular hay 600 ideas y en la extracción de un mineral habrán 10. No hay que cerrarnos en el fanatismo o en visiones dicotómicas del mundo”.

“Lo mejor que tenemos son los jóvenes y la educación juega un papel central. En base al capital humano se van a construir los nuevos modelos del desarrollo inteligente, del desarrollo del medio ambiente y de la agroindustria competitiva. No estamos viendo el apagón educativo que se ha producido en los últimos años en Bolivia. Se han trasladado del campo a las ciudades muchos miles de jóvenes, de un sector de baja productividad a otro aún menor, como es la informalidad. Estamos devaluando el capital humano. Hay que dar un shock de capital humano vía universidades y colegios, cambiar la educación con urgencia, encontrar caminos más cortos, con programas de 1 a 2 años, o de 6 meses y que entren rápido al mercado laboral o a emprender. Se necesita un sistema paralelo al tradicional, donde aceleres la formación del capital humano y lo conectes a la producción y al desarrollo tecnológico. La educación tiene que ser una prioridad nacional”, concluyó.


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