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Gustavo Fernández: “En un mundo turbulento, Bolivia debe definir su inserción con visión de país”

Gustavo Fernández analizó el impacto de los conflictos entre las potencias mundiales y la situación internacional, sobre los desafíos y oportunidades futuras para América Latina y Bolivia.

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Fernández fue embajador, ministro de relaciones exteriores y ministro de la presidencia. Es autor de varios libros, profesor universitario e investigador.

“La inmensa turbulencia que vive el mundo entero es el resultado directo de la velocidad y profundidad del cambio tecnológico. Ha cambiado la manera de producir, de vivir y de pensar. Con esta capacidad de transformación de la ciencia, se anuncia una vacuna contra el cáncer en dos años, pero también hay amenazas por la imprevisibilidad de la inteligencia artificial. Esto altera el sistema político y económico”, señaló.

El diplomático dijo que la Guerra Fría “concluyó con la disolución de la Unión Soviética y lo que parecía el fin de la historia, el reino de la economía de mercado y la democracia representativa. Esto marcó la hora unipolar de Estados Unidos. Ese momento duró relativamente poco, no más de 20 o 30 años. Luego de los atentados a las Torres Gemelas y la gran crisis económica del 2009, el mundo comenzó a moverse en direcciones imprevisibles. Emergió China, como una potencia capaz de competir con el gran poder de occidente”.

“La pandemia agregó un elemento dramático. El mundo dejó de ser un espacio de 5 continentes, para ser el globo terráqueo. Se probó el vigor del avance científico y también el inmenso riesgo del cambio climático para la humanidad, con epidemias y pandemias”, remarcó.

Fernández consideró que ese cambio profundo “se expresa en grandes tensiones entre occidente y oriente; entre Estados Unidos, Europa, Japón y Australia, versus el espacio económico del Asia donde China es el centro. Conviven tres niveles de relación: cooperación en temas como el cambio climático, competencia en el plano económico y tecnológico, y conflicto en seguridad, como lo ha puesto en evidencia Ucrania. El riesgo de que los problemas ya no se resuelvan por la negociación y el diálogo, sino por la fuerza, se ha puesto en evidencia. Eso ha movido todo el piso. El mundo se está moviendo en aguas turbulentas”.

“Hay un potencial de conflicto, eso lo muestra Taiwán, qué ocurre si China decide invadir. Por otra parte, la relación entre occidente y oriente es muy profunda. China necesita acceso a alimentos, minería y energía de los países en desarrollo, particularmente de Sudamérica, pero también tiene una relación existencial de cooperación con las potencias occidentales, en tecnología y mercados. El mercado chino es fundamental para las exportaciones europeas y norteamericanas, ambos lados están enlazados vigorosamente. Buena parte de los bonos del tesoro de Estados Unidos los tiene China en su poder. Hay una interdependencia profunda y desarmarla resulta complicado. Hace dos años se hablaba de desacoplamiento y ahora se habla de mantener la integración disminuyendo los riesgos”, detalló.

Sobre la invasión rusa a Ucrania, dijo que “se ha agregado un elemento complicado a una relación que ya era difícil, en esa contradicción entre la necesidad de articularse y la necesidad de preservar autonomías políticas. Con una decisión claramente equivocada, Rusia cometió un error estratégico muy profundo. Tenía la intención de reafirmar su presencia protagónica en el sistema mundial, del cual iba saliendo, porque no tiene el tamaño económico y el potencial tecnológico de China y Estados Unidos. Abrió una guerra que, lejos de ponerla en un escenario mundial, la colocó en una posición asimétrica con China. La dependencia futura de Rusia de la cooperación con China es muy grande”.

“Su intención resultó fallida y en el camino movió el tablero. Una organización que ya parecía haber perdido misión, como la OTAN, recuperó presencia. Como consecuencia de la guerra, el ejército mejor armado, entrenado y preparado de Europa va a ser el de Ucrania. No es un país pequeño, con 50 millones de habitantes y un potencial agrícola e industrial enorme. Ucrania está en el centro del continente, en el punto en que se encuentran oriente y occidente. Después de la guerra, va a ser una pieza muy importante del tablero político y económico mundial. Esos cambios no tienen un final conocido. La confrontación militar va a durar y la negociación posterior puede ser tan complicada y tan larga como la de Corea del Norte y Corea del Sur, que 50 años después todavía no pueden firmar un acuerdo”, indicó.

Fernández opinó que, en este marco, “la función de América Latina parece estratégica para ambos lados. Para China, es una fuente de alimentos, minerales y energía. Brasil le vende 90.000 millones de dólares al año en alimentos. Pero Estados Unidos es la fuente principal de inversión y tecnología en América Latina, ese puesto no lo ha ocupado China y es difícil que lo consiga. Para jugar en ese equilibrio, América Latina tiene una necesidad absoluta de articulación de sus posiciones, de afirmar una identidad continental”.

En el caso de Bolivia, señaló que el país “tiene la ventaja y la desventaja de estar en el centro del continente, mirando al Atlántico y al Pacífico. Sudamérica es su puerta de ingreso al mundo. Hay un gran potencial de producción de alimentos y de agroindustria en las tierras bajas, y en occidente renacen las expectativas de la minería, que será distinta a la del pasado, porque ahora tiene que ver con minerales para las energías limpias, con el litio ocupando un lugar muy especial. Lo ideal es combinar la presencia de corporaciones asiáticas con las europeas y norteamericanas, para mantener el equilibrio”.

“Tenemos el desafío de mirar la inserción como un tema nacional, con una perspectiva de 30 a 40 años. Con una visión de país, no de sectores políticos o de coyuntura. Hay que definir una política de Estado de largo plazo. Bolivia es una pieza pequeña en el tablero mundial y sería un peón fácil de manejar. Debe participar en el mundo a través de América Latina. Eso tiene carácter existencial para un país como el nuestro, que debe unirse para sobrevivir en un mundo turbulento y difícil de predecir”, subrayó.

El diplomático destacó el rol que puede jugar Santa Cruz, siendo “el punto de articulación de Bolivia en el continente. Es donde Bolivia se encuentra con los grandes mercados del Atlántico. Entender ese papel es clave. Santa Cruz ya es un factor central del crecimiento económico del país y va a ser un punto neurálgico de la proyección externa de Bolivia, en el continente y en el mundo”.


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