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María Esther Peña: “Para seguir con superávit comercial, es importante liberar las exportaciones”

María Esther Peña analizó el balance del comercio exterior boliviano 2022 y el crecimiento de las exportaciones no tradicionales.

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Peña es gerente técnico del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), uno de los centros de estudio más prestigiosos del país. Es profesora universitaria en las áreas de economía y comercio internacional.

“Según datos del INE, hay un saldo positivo de la balanza comercial de más de 700 millones de dólares. De enero a noviembre de 2022, Bolivia vendió en el exterior más de 12.500 millones de dólares y compró 11.800 millones de dólares. Hay superávit comercial. Pero las exportaciones crecieron un 25% en ese periodo, mientras que en la otra cara de la moneda, las importaciones han crecido más de un 40%”, comentó.

La experta dijo que en las importaciones “hay una tendencia muy creciente en los combustibles y lubricantes, que representan más de 4.000 millones de dólares, seguidos de los suministros industriales y bienes de capital que necesitamos para producir y exportar”.

“La torta de las exportaciones se divide en dos partes: las tradicionales, extractivas y no renovables, minerales e hidrocarburos, que son más del 70%, unos 8.000 millones de dólares. La otra parte, cargada de valor agregado y empleo, que tiene cada vez mayor cuerpo, son las exportaciones no tradicionales, 3.600 millones de dólares, ayudadas de industrialización. A la cabeza están la soya y sus derivados, la castaña, el girasol, la carne, las maderas y su manufactura, leche y alcohol etílico”, precisó.

En cuanto a las exportaciones por departamentos, indicó que “Santa Cruz lidera con más de 4.000 millones de dólares, seguido por Potosí con más de 2.000 millones de dólares y luego por La Paz, con cerca de 2.000 millones de dólares. En las no tradicionales, Santa Cruz tiene el primer lugar. Produce más del 90% de la soya, el girasol y la caña de azúcar. Se exportan los excedentes luego de abastecer al mercado interno”.

Peña dijo que los principales mercados para las exportaciones no tradicionales son países de la Comunidad Andina como Colombia y Perú, además de Estados Unidos, que compra productos manufacturados con valor agregado.

“Las exportaciones tradicionales crecieron en valor pero disminuyeron en volumen, mientras que las no tradicionales crecieron en valor y también en volumen. Las no tradicionales son generadoras de empleos directos e indirectos”, remarcó.

La gerente técnico del IBCE señaló que las exportaciones “son el camino para atraer divisas, que puedan hacer crecer las reservas internacionales netas. Están en 3.800 millones de dólares, muy lejos del 2014, cuando teníamos más de 15.000 millones de dólares. También hay que sustituir importaciones de combustibles, comprando más bioetanol a la industria cañera”.

“La carne ha tenido un crecimiento vertiginoso, con sinergia público-privada se abrió el mercado de China. Se puede hacer lo mismo con productos nuevos como la quinua, el amaranto y el tarwi, eliminando las restricciones y la burocracia. El IBCE recomienda una política de promoción selectiva de las exportaciones, fomentando los sectores que están reaccionando con rapidez”, indicó.

Peña enfatizó que “para seguir con superávit comercial, es importante liberar las exportaciones. El país debe dejar de estar convulsionado, porque los exportadores no tienen certidumbre de poder llegar con sus productos a los mercados de destino. Una premisa muy importante en el comercio internacional es el justo a tiempo. Con certidumbre y seguridad jurídica podemos reactivar la economía, de la mano de las exportaciones no tradicionales”.


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