Mario Vargas Llosa y la defensa de la libertad – Enrique Ghers
Mario Vargas Llosa fue, ante todo, un político comprometido. Así lo sostiene Enrique Ghersi, quien asegura que uno de los mayores influjos en la vida del Nobel fue el filósofo francés Jean-Paul Sartre, particularmente en su concepción del intelectual como agente de cambio en la sociedad.
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Mario Vargas Llosa fue, ante todo, un intelectual comprometido. Así lo sostiene Enrique Ghersi, quien asegura que uno de los mayores influjos en la vida del Nobel fue el filósofo francés Jean-Paul Sartre, particularmente en su concepción del intelectual como agente de cambio en la sociedad. “Mario siempre creyó que el intelectual debía involucrarse activamente en los asuntos públicos”, afirma Ghersi, recordando que esa visión guió su vida hasta el último día. Vargas Llosa abrazó en su juventud las ideas socialistas, incluso integrando una célula revolucionaria en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, cuyo jefe político era Isaac Humala, padre del expresidente Ollanta Humala.
El giro hacia el liberalismo y la influencia de Londres
El desencanto de Mario Vargas Llosa con el socialismo llegó tras el Caso Padilla, episodio que marcó una ruptura definitiva con el marxismo. Según Enrique Ghersi, esta evolución ideológica se consolidó durante su estancia en Londres, donde el escritor se vinculó con importantes intelectuales liberales como Friedrich Hayek, Karl Popper e Isaiah Berlin. “A través de sus amistades en Londres, Mario inicia un camino firme hacia el liberalismo clásico”, explica Ghersi. Esta transformación quedó plasmada en La llamada de la tribu, su única obra de filosofía política, donde el autor detalla su itinerario ideológico y las influencias que lo alejaron del colectivismo.
Una obra literaria al servicio del individuo
Más allá de sus posturas filosóficas, Enrique Ghersi subraya que toda la obra de Mario Vargas Llosa fue siempre una defensa del individuo frente al poder. Incluso cuando simpatizaba con el socialismo, sus personajes ya expresaban una actitud rebelde. “La ciudad y los perros es una protesta contra la autoridad; Los cachorros, Conversación en la catedral, La casa verde, todas muestran esa tensión entre el individuo y el poder”, argumenta. La Academia Sueca, al otorgarle el Nobel en 2010, reconoció esta constante en su obra, calificándola como “una cartografía del poder” y “una lucha del individuo por la libertad”.
Las grandes novelas y su dimensión política
Enrique Ghersi destaca que incluso las novelas más exitosas de Vargas Llosa, como Pantaleón y las visitadoras, nacen de capítulos extraídos de obras más extensas como La casa verde, reflejando su compromiso estilístico sin dejar de lado el fondo ideológico. “Mario fue un artesano de la literatura, pero nunca se desligó de su entorno social”, señala Ghersi. Particular atención merece La guerra del fin del mundo, considerada por el propio autor como su mejor obra. Según Ghersi, este libro es “una elegía a la utopía” que refleja los límites y peligros de los proyectos totalitarios disfrazados de redención popular.
La fiesta del Chivo, una novela sobre todas las dictaduras
Para Enrique Ghersi, La fiesta del Chivo es una obra que, aunque ambientada en República Dominicana y centrada en la figura de Rafael Leónidas Trujillo, representa a todos los dictadores latinoamericanos. “Donde dice Trujillo, podría decir Gómez, Porfirio Díaz o cualquier otro. Pero Trujillo era tan grotesco, tan extremo, que se volvió perfecto para el tipo de literatura de Mario”, explica Ghersi. Urania, la protagonista, simboliza la resistencia del individuo ante los abusos del poder. “Es pura poesía, pura épica”, asegura, destacando cómo el autor logra transformar el dolor y la represión en narrativa heroica.
Crítico de todas las dictaduras, sin excepción
Mario Vargas Llosa mantuvo una postura crítica intransigente ante toda forma de dictadura, incluso aquellas que promovieron reformas económicas afines al liberalismo. Enrique Ghersi recuerda que nunca justificó la dictadura de Pinochet, a pesar de reconocer sus avances económicos. “Mario fue tajante: la dictadura no es un instrumento válido para construir la libertad”, sentencia Ghersi. Esta coherencia moral lo llevó a cuestionar incluso a quienes compartían sus ideas económicas, pero se apoyaban en regímenes autoritarios. “Tuvo intensos debates con liberales chilenos, pero nunca transigió en ese punto”, añade.
El legado político tras la derrota electoral
Aunque perdió las elecciones presidenciales de 1990 frente a Alberto Fujimori, Enrique Ghersi considera que Mario Vargas Llosa logró una victoria política. “Fujimori terminó gobernando con el plan de gobierno de Mario”, afirma. La política económica del Perú desde entonces –basada en estabilidad macroeconómica, liberalización de mercados y privatizaciones– es, según Ghersi, la materialización del ideario de Vargas Llosa. “Hoy vivimos en el Perú de Vargas Llosa, no en el de Fujimori”, concluye.