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Por Chris Edwards1
Mientras que el congreso ha acordado suspender el límite al endeudamiento del gobierno federal hasta este mes, la deuda en sí continúa acumulándose. Solamente durante los últimos dos años, el gobierno ha agregado $6 billones (“trillions” en inglés) en deuda —igual a $47.000 por cada hogar en la nación.
Las negociaciones políticas acerca del límite al endeudamiento ciertamente ponen en jaque a los mercados financieros, pero el problema es todavía mayor —específicamente, que la deuda creciente podría socavar el crecimiento, desatar una recesión, y cargarnos con grandes cargas tributarias en el futuro.
En este sentido, consideremos diez razones por las que el congreso debería reducir la deuda y el gasto que la instigan.
Los impuestos
El gasto financiado con deuda puede que parezca gratuito, pero cada dólar prestado hoy resulta en pagos mayores de deuda mañana y en una creciente presión de subir los impuestos. La presidenta del congreso Nancy Pelosi desea aprobar grandes aumentos del gasto “por los niños”; aún así una deuda e impuestos en alza socavarán la prosperidad de los niños.
Los intereses
Los pagos federales de intereses se proyecta que aumenten desde $331.000 millones en 2021 a $910.000 millones para 2031 —acercándose a nuestro gasto total proyectado en la defensa nacional. Estando la deuda federal en $23 billones hoy, cada aumento de un punto porcentual en la tasa promedio para los préstamos del estado aumentarían los pagos de intereses en alrededor de $230.000 millones al año.
El riesgo para el presupuesto por las crecientes tasas de interés es por lo tanto gigantesco.
Una crisis
La Oficina del Congreso para el Presupuesto advierte que una creciente deuda podría precipitar una crisis fiscal marcada por una inflación más alta, crecientes tasas de interés, y un declive en la confianza en el dólar estadounidense. Las crisis instigadas por la deuda en otros países han causado un daño a largo plazo. Considere Grecia, por ejemplo, cuyo ingreso real per cápita todavía es un cuarto inferior hoy a lo que era antes de su crisis de deuda hace doce años atrás.
El IVA
Si la deuda creciente desata una crisis, los políticos puede que impongan de manera brusca un nuevo impuesto masivo —como un impuesto al valor agregado (IVA)— para pagar por el creciente costo de los intereses. Los demócratas dicen que el gasto creciente los pagarán los ricos, pero la evidencia sugiere lo contrario. Europa, por ejemplo, ha impuesto IVAs para financiar sus crecientes estados de bienestar, que ahora golpean a la clase media con un impuesto promedio de 21 por ciento sobre casi todos los bienes de consumo.
Señuelo y cambio
Algunos economistas dicen que los préstamos del gobierno son convenientes, siempre y cuando se gasten en inversiones a largo plazo. Pero esa no es la manera en la que el gobierno de hecho gasta su presupuesto —menos de un 10 por ciento del gasto federal se destina a inversiones de capital como carreteras, aviones de combate e investigaciones científicas.
El efecto de desplazamiento
Un creciente endeudamiento federal podría reducir el crédito disponible para los negocios. La Oficina del Congreso para el Presupuesto advierte que nuestra creciente deuda “elevará los costos de los préstamos, reducirá las inversiones de los negocios, y desacelerará el crecimiento de la producción económica”. Los estudios que comprenden varios países muestran que el crecimiento económico se desacelera cuando el endeudamiento público supera alrededor de un 90 por ciento del producto interno bruto (PIB) y EE.UU. ya está en la zona de peligro.
Los préstamos en el extranjero
El efecto del desplazamiento se ve mitigado mediante los préstamos que el estado realiza en el extranjero, y un tercio de la deuda federal hoy tiene acreedores extranjeros. Pero eso, también, tiene consecuencias perjudiciales: cuando los pagos por intereses y capital se realicen, las ganancias de los trabajadores estadounidenses son tributadas para pagarle a los acreedores extranjeros, reduciéndose así los estándares de vida de los estadounidenses.
Las expectativas
Las empresas se verán reacias a realizar inversiones a largo plazo si una creciente deuda crea miedos de alzas de impuestos y de inestabilidad financiera en el futuro. Nuestra deuda total federal y de los estados, ubicándose en 141 por ciento del PIB, ya es más alta que el promedio de 100 por ciento para 32 países de ingresos altos.
El gasto
La capacidad sin límites de los políticos federales para financiar el gasto con una deuda aparentemente gratuita los induce a desperdiciar el dinero en programas que aportan poco valor. El fraude masivo en algunos programas relacionados con la pandemia difícilmente pareció preocupar o avergonzar a los que elaboran las políticas federales.
La democracia
Cuando los políticos emiten deuda, le niegan a los ciudadanos de mañana la capacidad de tomar sus propias decisiones acerca de las políticas públicas. Generalmente, el congreso no puede atarle las manos a los congresos del futuro —los legisladores pueden derogar las leyes del pasado si las encuentran perjudiciales. Pero la deuda estatal impone una carga a la economía de mañana que los legisladores no pueden derogar. Los gigantescos pagos de intereses y capital por una deuda acumulada desplazarán las prioridades de las próximas generaciones de estadounidenses.
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Mientras que no estamos seguros si una creciente deuda desatará una crisis económica en EE.UU., sí sabemos que ya estamos en una zona de peligro. Con la economía actualmente creciendo, los legisladores deberían estar reduciendo el gasto y la deuda, en lugar de estar presionando para establecer nuevos programas.
1es Director de Estudios de Política Fiscal de Cato Institute
*Este artículo fue publicado originalmente elcato.org el 01 de diciembre de 2021.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo