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Capitalismo y el circuito coca-cocaína

Casto Martín Montero Kuscevic

Profesor de Economía, Jiaotong-Liverpool University

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¿Es el capitalismo la expresión máxima del circuito coca-cocaína? Aunque parezca increíble, cada vez es más frecuente leer o escuchar a analistas que piensan que sí; muy a pesar que el actual circuito coca-cocaína en Bolivia es más bien el contraejemplo por excelencia del capitalismo. Veamos:

Dado el limitado espacio, definamos capitalismo de la forma más sencilla posible, es decir, propiedad privada y libre mercado. Ahora bien, el segundo paso es analizar si las actividades relacionadas al circuito coca-cocaína efectivamente se desenvuelven en este marco; es decir, vamos a ver si esta actividad es realmente el reflejo mismo del capitalismo, o si por lo menos se le aproxima moderadamente.

Empecemos con la materia prima. La siembra de coca en Bolivia está regulada por el gobierno. No se trata solamente de la cantidad de hectáreas que se pueden producir, sino de la zona geográfica en la cual se puede producir legalmente. Es decir, tener tierra disponible -y apta- para el cultivo de la coca no es suficiente, ya que solamente ciertos campesinos de zonas autorizadas tienen el derecho a ese cultivo. En la práctica esto significa que el Estado utiliza todo su poder de coerción para eliminarle la competencia a los actuales campesinos cocaleros, lo que los beneficia grandemente ya que mantiene el precio de la hoja más alto. ¿Existe libre mercado en la siembra de la hoja de coca? No.

La elaboración de cocaína requiere de químicos precursores los cuáles no pueden ser comercializados libremente sin los respectivos permisos del gobierno. ¿Existe libre mercado en la comercialización estos productos? No. Así mismo, el transporte, venta y posesión de cocaína también está prohibida y penada por ley. ¿Existe libre mercado en estas etapas de producción? No.

Se podría argumentar que los campesinos cocaleros son dueños de sus sembradíos de coca y eso los convierte en capitalistas. Pero es suficiente una “decisión orgánica” del sindicato de cocaleros para que el derecho propietario quede en entredicho, y aquellos campesinos que decidan tener independencia política sean expulsados con violencia. ¿Está garantizada la propiedad privada? No.

Dejando de lado el debate sobre la legalización de las drogas, no es difícil darse cuenta que toda esta intervención estatal lo único que ha hecho es proteger y empoderar a las Federaciones de Cocaleros del Trópico, al mismo tiempo que ha creado incentivos para todos aquellos que detentan poder en la estructura del Estado y quieran colaborar (por acción u omisión) con en el circuito coca-cocaína (los recientes informes de la DEA y las detenciones de algunos ex-jefes antidrogas  son contundentes). Con tanta intromisión/manipulación estatal en toda la cadena de producción, ¿se podría llamar a esto capitalismo? No; es más, ni siquiera se le aproxima. 

Que no nos sorprenda entonces que el máximo líder de los cocaleros Evo Morales lance improperios contra el capitalismo e intente eliminarlo a toda costa. Si existiese el libre mercado, se les acabaría gran parte del poder económico y los grandes beneficios que el Estado les otorga. Claramente, el actual circuito coca-cocaína no tiene nada que ver con capitalismo. 

*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo


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Casto Martín Montero Kuscevic

Profesor de Economía, Jiaotong-Liverpool University

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