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Por: Roberto Cachanosky1
Diocleciano, cuyo nombre completo era Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto, fue emperador romano entre los años 284 y 305. En el medio de una gran crisis económica, producto de la destrucción monetaria de esa época, que completó con la reforma que reemplazó el denario de oro y plata por el denario de cobre, profundizando la crisis inflacionaria. Es decir, degradó la moneda. Para frenarla, Diocleciano emitió un edicto en 301 por el cual establecía la pena de muerte para aquellos que retuvieran mercaderías y no las vendieran en el mercado. Lo que hoy en día se conoce como agio y especulación.
Sin embargo, a pesar de la dureza de las penas que establecía para aquellos que no respetaran los precios máximos y retuvieran mercaderías, su edicto fracasó y Diocleciano abdicó 4 años después alegando que estaba enfermo.
Pasaron 1700 años y los políticos argentinos siguen actuando como Diocleciano, aunque, afortunadamente, por ahora con menos violencia, salvo cuando Juan Domingo Perón, en 1953 decía, desde el balcón de la Plaza de Mayo, que el gobierno estaba “dispuesto a hacer cumplir los precios máximos, aunque tuviera que colgar a todos los comerciantes”.
Luego pasaron los controles de precios y salarios de José Ber Gelbard en 1974, de José Alfredo Martínez de Hoz cuando recurrió a una Tregua de Precios en marzo de 1977 y siguió con la presidencia de Raúl Alfonsín, con el bautizado Plan Austral, entre otros congelamientos y controles de precios y salarios de esos años. Es más, el secretario de Comercio de Alfonsín de aquellos años tuvo el dilema de decidir si las empanadas de atún tenían que tener precio máximo para las Pascuas. Tal es el delirio de los controles de precios en Argentina.
Todo parece indicar que el secretario de Comercio, Roberto Feletti, que dice que quiere que “la gente sea feliz para fin de año y no tenga que dejar en la caja del supermercado algún producto porque no lo puede pagar”, y por eso pone precios máximos, no se percató de que el BCRA lleva emitidos este año en términos netos $608.600 millones para financiar al Tesoro, de los cuales el 70% se concentró entre julio y el 4 de octubre.
Pero Feletti parece desconocer el ABC de la economía por el cual, cuando se establece un precio máximo, se expande la demanda y se contrae la oferta.
Funcionamiento del mercado
Lo lógico es que si un funcionario pone un precio máximo, lo ponga por debajo del cual está operando el mercado. Si el mercado opera a un valor de 100 para determinado producto, no tiene sentido poner un precio máximo de 100, que es el que se están haciendo transacciones en forma fluida, o 10% por arriba. La lógica más elemental indica que un precio máximo solo tiene sentido establecerlo por debajo del precio de mercado. Es decir, establecer un precio artificialmente bajo.
¿Cuál es el efecto de un precio máximo? Entre otros, el desabastecimiento, el mercado negro, etc.
Recurriendo al gráfico que se utiliza en introducción a la economía cuando se explica el capítulo de precios, de las pendientes de las curvas de demanda D y la de oferta: O, de bienes y servicios.
Al precio P1 el mercado opera en equilibrio y se ofrece y demanda la cantidad C1. Entonces, en la situación presente, aparece Roberto Feletti y pone el precio máximo en P2. ¿Cuál va a ser la oferta bajo este nuevo precio artificial? La cantidad ofrecida bajará, se contrae al punto C2 y la demanda, estimulada por el valor artificialmente bajo, buscará tender al punto C3 de la curva.
La diferencia entre C2 y C3 es el desabastecimiento del mercado. Faltan productos en las góndolas.
Cuando se establecen compulsivamente precios por debajo de los del mercado comienzan a faltar productos de las empresas que operan con mayores costos de producción Porque hay que recordar que también desaparecen los productores marginales. ¿Qué es esto? En el mercado no todas las empresas de un mismo rubro operan con los mismos costos. Unas tienen costos más altos que otras, pero las que tienen costos más altos pueden mantenerse porque sus costos de producción están por debajo del precio de mercado. Es decir, su tasa de rentabilidad es menor que la de sus competidores, pero igual pueden subsistir en el mercado.
Supongamos que el precio de mercado es de 100 y tenemos tres productores con tres costos diferentes para el mismo producto, por ejemplo: para A es de 70, B de 80 y C de 90. Si el secretario de Comercio fija unilateralmente un precio máximo en 85. ¿Qué pasa? A y B pueden seguir operando; pero C, que es el productor marginal, queda fuera de mercado, porque no estará dispuesto a producir a pérdida.
¿Qué logrará el secretario de Comercio Roberto Feletti con sus precios máximos? En primer lugar, restringir la oferta, porque quedarán fuera del mercado algunos oferentes, y en segundo lugar generará desocupación, o bien impulsará el trabajo negro, y afectará la recaudación impositiva.
En definitiva, el deseo de Feletti de hacer feliz a la gente para fin de año de manera que no tengan que dejar productos en la caja porque no lo pueden pagar, no será posible porque ese producto no estará en cantidad suficiente en las góndolas y, para peor, habrá gente que pasará pésimas fiestas porque su decisión generará desocupación y consecuente caída de ingresos.
También se olvida el secretario de Comercio que no son los costos los que determinan los precios, sino que son los precios que está dispuesto a pagar el consumidor por determinado producto el que determina los costos en que puede incurrir una empresa.
Es el consumidor el que, en definitiva, dice cuánto tiene que ganar el empleado, la secretaria, el operario, etc.
En síntesis, no solo la historia de los precios máximos de Diocleciano para acá demuestran la ineficacia de los controles de precios, sino que el secretario de Comercio tiene una ilusión óptica: no son los precios los que suben, sino es el peso que se deprecia.
Roberto Feletti debiera hablar con los directores del Banco Central de la República Argentina para que frenen el tsunami de pesos que está mandando al mercado, porque va a ser más efectivo que estar generando desocupación y desabastecimiento con los recontra fracasados controles de precios.
1es Profesor titular de Economía Aplicada en el Master de Economía y Administración de ESEADE, profesor titular de Teoría Macroeconómica en el Master de Economía y Administración de CEYCE, y Columnista de temas económicos en el diario La Nación (Argentina).
*Este artículo fue publicado originalmente en elcato.org el 21 de octubre de 2021.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo