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Uno de los aportes más importantes de David Ricardo en su libro Principios de Economía Política y Tributación (1817), es la teoría de ventajas comparativas, la base fundamental del comercio internacional moderno. En su teoría, Ricardo argumenta que las ventajas comparativas nos llevan a la especialización. Por lo tanto, los países deben especializarse, producir y exportar bienes y servicios en los cuales tengan ventajas comparativas – o lo que puedan producir relativamente más barato. Existen muchos ejemplos de la teoría de Ricardo en la práctica, pero en este artículo nos vamos a enfocar en Estados Unidos y China, donde el comercio entre ambos es significativo, pero no sin fricciones.
China empezó a abrir su economía el año 1979 cuando su población era de casi mil millones de habitantes, de los cuales, 800 millones era campesinos con bajos ingresos o pobres. Con mano de obra abundante (todo lo que abunda es barato), China empezó a producir bienes y servicios que requerían de mano de obra intensiva, pues ahí estaba su ventaja comparativa. Estados Unidos, un país desarrollado y abundante en capital y tecnología, producía bienes y servicios que requerían del uso intensivo de los mismos. Así empezó el intercambio comercial entre ambos países, explicado por la teoría de ventajas comparativas.
Si hoy en día analizamos el intercambio comercial entre ambos países, notamos que China no solo produce y exporta bienes y servicios que requieren del uso intensivo de mano de obra, también producen y exportan productos que requieren del uso de capital y tecnología de forma intensiva, pero como todavía cuentan con mano de obra abundante, estos bienes y servicios los pueden producir relativamente más baratos. La apertura económica de China le permitió, vía su inversión domestica e exportaciones, reducir su pobreza casi a la mitad, actualmente, China cuenta con 500 millones de ciudadanos pobres.
El caso de Estados Unidos y China es muy interesante porque ambos países se necesitan el uno al otro. La clase media en China es de aproximadamente 400 millones de personas y se la define como una familia de 3 con ingresos anuales de $us 15,200. – La clase media en EEUU es de aproximadamente 165 millones de personas y se la define como una familia de 3 con ingresos anuales que van desde $us 53,410 a $us 373,894. No es sorpresa entonces que, en China, el consumo represente el 40% del PIB mientras en EEUU represente el 70% del PIB. Los ingresos de la clase media en China, no le permitirá a la economía China crecer vía el consumo, China necesita al consumidor norteamericano para seguir creciendo su economía vía el aumento en la inversión doméstica y las exportaciones. Tampoco la interesa mucho al Partido Comunista Chino (PCC), que la clase media en China se enriquezca demasiado, ya esto los vemos con las nuevas medidas regulatorias que están prácticamente obligando a sus grandes empresarios, a invertir en actividades de “prosperidad común” – una forma de redistribución de riqueza que le permitirá al PCC tener un mejor control de la clase media, pues su enriquecimiento sin control podría amenazar su hegemonía.
Estados Unidos también necesita a China y está apostando al crecimiento sostenible de su clase media. El mercado chino es importante para la inversión privada norteamericana. Empresas como, por ejemplo, Boeing, van a depender en gran parte del crecimiento en la aviación comercial de China para seguir prosperando, algo que también aplica a empresas como Tesla, GM, Ford, y Apple (solo por mencionar algunas). Por lo tanto, el intercambio comercial entre ambos países va a continuar pese a las fricciones existentes.
El origen de la fricción entre ambos países está en el gran superávit comercial bilateral de China, pues exporta mucho más a EEUU que lo que importa, no de sorprendernos, si su clase media actual es todavía relativamente pobre. En estas últimas dos décadas, China ha utilizado el superávit comercial no solo para desarrollar su infraestructura civil, sino también su infraestructura militar. En el afán de ganar acceso al mercado chino, muchas empresas norteamericanas han transferido tecnología a empresas chinas, otras han sido adquiridas de forma ilegal, y muchas de estas tecnologías han sido militarizadas. ¿Por lo tanto, hoy en día en los círculos políticos de EEUU, la pregunta que circula es hasta donde los beneficios que trae la importación de productos relativamente más baratos desde China, justifica asumir el riesgo de continuar fortaleciéndolos militarmente? El problema geopolítico es claro, especialmente en la región Asia- Pacifico, donde EEUU tiene aliados comerciales y militares importantes como Taiwán, Corea del Sur, y Japón.
La solución no es sencilla, ya la administración de Trump trato de reducir la brecha del superávit comercial que tiene China con EEUU con medidas que no han dado resultado – las consecuencias no deseadas de esta relación comercial, podrían en un futuro abrir nuevos caminos hacia el proteccionismo.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo