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En un mundo que está atravesando una transformación vertiginosa en todos los ámbitos, derivados del avance científico y tecnológico que van desde la provisión alimentaria, las transacciones bancarias, el manejo de monedas virtuales, los servicios, las compras hasta las adquisiciones personales, empresariales, corporativas y de holdings hay una interrogante qué es, ¿está Bolivia preparada para los retos de los próximos cincuenta a cien años?
Desde la aparición de la pandemia del Covid 19, se ha experimentado el cambio de trabajo en línea desde la casa, propiciado por empresas de tecnología como Apple, Microsoft, Google y cuánta compañía dedicada a la provisión de soluciones tecnológicas, no solamente individuales, sino también productivas, como la biotecnología, sistemas integrados de inteligencia artificial en la producción de vacunas; ensayo de nuevos multiantivirales y terapias génicas, entre otros, sin soslayar que el crecimiento poblacional es tan acelerado, que la producción alimentaria no alcanza para satisfacer a más de siete mil millones de habitantes del planeta, de los cuales, Bolivia tiene apenas doce millones (datos que se mencionan con el fin de contextualizar las proporcionalidades).
El análisis de la situación del país, desde el contexto internacional, independientemente de la procedencia, realizado por instituciones de connotado prestigio, considera, entre otros aspectos, que Bolivia no es un país atractivo para la inversión privada, nacional o extranjera o que el respaldo monetario no corresponde al valor de la moneda, lo que hace que las exportaciones no sean competitivas, entre otros aspectos.
Los diagnósticos realizados por investigadores nacionales sobre la economía y finanzas del país, recomiendan que el país debería contar con un sistema impositivo único; se afirma que en el país existe entre un 70% al 75% de agentes económicos que desarrollan sus actividades en la informalidad, derivadas del contrabando y, por lo tanto, en esas condiciones, los indicadores como el PIB, balanza comercial y otros, son volátiles debido a que se trata de un país con una vocación económica netamente extractiva a excepción de algunos escasos rubros productivos como el de la soya.
Si se consideran los emprendimientos estatales en la producción de azúcar, castaña, úrea, cemento, hierro y litio, los resultados son negativos.
En la medida en que estas empresas sean deficitarias, muy poco se podrá hacer para que se conviertan en empresas tecnológicamente desarrolladas. Ya no son suficientes los discursos de soberanía productiva del estado, los resultados financieros son los que cuentan en la productividad y competitividad.
Causa temor pensar que se pignore el yacimiento de litio.
¿Quiénes están en la era tecnológica en Bolivia?
Los jóvenes están en la era tecnológica, utilizan el lenguaje en el día a día de los cambios, tienen las ansias de estudiar, cambiar, encontrar una oportunidad dentro de la sociedad, quieren que se los reconozca como actores y protagonistas de una nueva era y la ciudadanía en general debería acompañar esa tendencia. Sin ir muy lejos, Chile, Brasil, Argentina y Colombia, están en ello, pese a la situación política que atraviesan.
Se debe considerar que el tiempo es inexorable, no es posible imaginar la perpetuidad de los políticos; aunque es importante reconocer su experiencia y sabiduría en lo bueno, desechando los errores para no repetirlos.
En Bolivia se avecinan cambios generacionales, tanto en el ámbito de la ciencia y tecnología, como en el surgimiento de un discurso político diferente que genere una nueva proyección de país, para lo cual, los jóvenes deben estar preparados, de lo contrario, se producirá una profunda crisis de identidad y frustración profesional que de alguna manera ya se está produciendo.
La población boliviana está esperanzada en la unidad de una oposición desinteresada, sin cálculo político, que promueva nuevos protagonistas y actores, que aboguen por libertad, paz, armonía, en contra de un totalitarismo obtuso que no conduce al crecimiento y progreso del país.
Existen en el país, hombres y mujeres luchadores, estudiosos, emprendedores, activistas, ideólogos, visionarios, todos ellos productivos, lo que promueve la esperanza de estar preparados para alcanzar la meta de la Bolivia que viene.
*La opinión expresada en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no representa necesariamente la posición oficial de Publico.bo